jueves, 1 de noviembre de 2018

SILLERÍAS DE CORO (X)

De la Sillería de coro de la Catedral de León.
I. La crestería o coronamiento. ¿Broma, simbolismo o venganza?.


La sillería de coro de la catedral de León se compone de dos niveles de estalos con 76 sillas de las cuales 44 en la parte alta y 32 en la baja. No siempre fue como la vemos ahora ni estuvo ubicada donde lo hace actualmente.
Los respaldos de las sillas altas terminan en unas piezas cóncavas decoradas alternativamente con motivos geométricos o vegetales conocidas como doseles o tornavoces cuya función principal era proteger del polvo el estalo y mejorar la acústica del coro. La separación entre doseles consecutivos se realiza por unas molduras curvas que actúan a su vez de armadura y de las que penden los pomos que en este caso son figuras de bulto redondo que representan ángeles músicos. Los doseles, en su parte frontal, se rematan por paneles rectangulares calados situados sobre una banda continua decorada por entrelazados elementos vegetales y mascarones que, situados bajo unos pináculos, ayudan a individualizar cada silla.
Según la enciclopedia Larousse con la palabra “crestería” se denomina un adorno continuo calado, en piedra, metal o cerámica que se utilizó en la Edad Media y en el Renacimiento para rematar las partes altas de los edificios; y como síntesis de otros diccionarios podemos decir es el conjunto de motivos ornamentales y adornos, principalmente de tipo geométrico o vegetal, normalmente de estructura calada, repetidos en serie que coronan la parte alta de un edificio o de un mueble. La crestería propiamente dicha de los estalos del coro de la catedral de León está formada por pequeños paneles, diferentes para cada silla, rectangulares, decorados con motivos geométricos calados.
En la sillería de la catedral de Santo Domingo de la Calzada, de la que se han conservado algunos textos que aluden a su construcción, se la denomina como  "coronamiento de las sillas altas"; así en la minuta de contrato entre el cabildo y Guillen de Holanda de 7 de diciembre de 1521 se dice: "Otrossi aya de haser e haga la pieça del coronamiento de las sillas altas en la manera como esta fecho e acabado en la dicha muestra...".
En el caso de los estalos de la catedral de León la crestería es un elemento decorativo empleado como remate embellecedor que da testimonio de la importancia concedida en la época a la geometría por el gremio de carpinteros y en general en todos los oficios relacionados con la construcción. Los temas geométricos preferidos en el "coronamiento" leonés son las composiciones de curvas de uno o varios centros; es una geometría básica conocida como de "regla y compás" por utilizar para su concepción tan sólo estos instrumentos.
En general, en la práctica de los carpinteros, se utilizaban los principios de la geometría euclidea trasmitidos desde la época griega por tradición oral; convertidos en recetas constituirían lo que se conoce como "geometría fabrorum" ampliamente empleada por los arquitectos góticos -muchos probablemente "iumetricos" del gremio de los carpinteros-, en la construcción de las catedrales medievales. Conceptos geométricos elementales posibilitan generar gran variedad de formas bastantes de las cuales decoran la crestería de los estalos de la catedral de León.
¿Broma, simbolismo o venganza?. Desde muchos siglos antes de la realización de la sillería, la tradición eclesiástica consideraba la utilización de máscaras como una contestación de la obra de Dios, al modificar la apariencia que había dado al ser humano, y una intromisión del demonio en la vida pues al ser un tipo de engaño su origen sería infernal. Según la RAE, una máscara es una “figura que representa un rostro humano, de animal o puramente imaginario, con la que una persona puede cubrirse la cara para no ser reconocida, tomar el aspecto de otra o practicar ciertas actividades escénicas o rituales”. Los paneles rectangulares calados que constituyen el núcleo de la crestería de los estalos altos del coro de la catedral de León se apoyan sobre una banda continua adornada por máscaras que por asemejar a caras disformes o fantásticas y al ser utilizadas como motivos ornamentales pueden denominarse quizás más propiamente como mascarones.
En las civilizaciones prehistóricas el objeto de las máscaras era ocultar el rostro fundamentalmente en ritos religiosos. El hombre primitivo, además, creía convertirse en el ser que representaba la máscara, fuese un animal o un espíritu, y al personificarse en él podía influir en las fuerzas que le dominaban. Con el desarrollo de la civilización fueron perdiendo el carácter que poseían entre las sociedades primitivas -cultos agrícolas o de caza, ritos de iniciación, ceremonias-, disminuyó su significado religioso y se las introdujo  en funciones de tipo profano. Así, las máscaras antíguas griegas eran de índole religiosa y presentaban expresiones terroríficas; la naturaleza de muchas de ellas era de significación maléfica o apotropaica. La más característica es la de la Gorgona que se creía era capaz de seducir y petrificar al enemigo por lo que se la situó a la entrada del templo de Didymes  destinada a amedrentar a los adversarios de Apolo; también se empleó en los escudos y armas de guerra. Otra máscara importante fue la de Dionisos, dios de la naturaleza, y en cuyo culto gentes enmascaradas realizaban pantomimas; estos cantos  o danzas inicialmente rituales terminarían convirtiéndose en “representaciones teatrales”.
Fueron quizás los etruscos los que transmitieron a los romanos el uso de máscaras funerarias y entre los que se practicó un culto tanto público como privado de las “imagines” de los antepasados. Con el rito de “la devotio” -un jefe se sacrificaba voluntariamente para obtener la victoria para su ejército-, también se relacionaba la máscara de guerra romana que presentaba carácter terrorífico.
En arquitectura la función de los mascarones consistió, en su origen, en alejar los malos espíritus para que no penetrasen en las casas; quizás por eso generalmente se empleaban representaciones de figuras humanas espantosas, aunque con el tiempo se convirtieron sencillamente en motivos ornamentales. Se considera a los artistas del Gótico tardío o del Renacimiento como los que tomaron de la Antigüedad greco-latina los mascarones para utilizarlos con finalidad decorativa.
En las culturas más evolucionadas las máscaras fueron perdiendo su significado religioso y al mismo tiempo su uso disminuyó salvo en las festividades de carnaval. La Iglesia católica prohibió su utilización en la alta Edad Media aunque se siguieron utilizando en los misterios y en los dramas morales que se realizaban en el exterior de las iglesias. 
Los mascarones de la crestería de las sillas altas del coro de la catedral de León representan una variada serie de criaturas infernales. Si bien en la Edad Media no existía un retrato estándar del demonio una serie de caracteres solían ser habituales en Satán y sus mensajeros; era frecuente que sus rostros presentasen exageradas muecas, sobresaliendo en sus bocas generosos dientes o amplias lenguas, que les dotaban de un aspecto agresivo. En 1215 el IV Concilio Lateranense desarrolló el tema del diablo asociándolo al pecado y a la Redención de Cristo; dado que el programa religioso desarrollado en los respaldos de los estalos de la sillería leonesa resalta el papel de los personajes neotestamentarios  y el de los anteriores a la Redención reproduciendo la hipotética separación por grupos en el mundo celestial no debe extrañar la presencia del demonio en lugares marginales de la sillería.
En el medievo la creencia en el diablo era una verdad indiscutida: pertenecía a lo cotidiano de la vida moral. No se contemplaba tan sólo a Lucifer o a Satán sino que existía toda una extraña demoniología de seres de muy variado reclutamiento y que se presentaban bajo formas concretas; según calcula Alonso de la Espina en 1469 su número sería de 133.306.668 o como escribe en el libro V de su "Fortalitium fidei": "La suma de demonios, según cuenta verdadera, es de ciento treinta y tres cuentos, y trescientos seis mil, seiscientos sesenta y ocho". Gran parte del miedo que producía el demonio no era sino el sentimiento de una presencia monstruosa.
La ausencia en la Edad Media de textos que describiesen con detalle la iconografía del diablo llevó a los artesano a crear seres fantásticos que evocasen el mal. La característica principal fue el presentarlo como un ser sencillamente feo, privado de belleza, como una figura sombría, aunque con una constante fluctuación desde lo temible a lo grotesco; probablemente su fin era aterrorizar a los fieles con las amenaza del infierno y sus tormentos.
Con frecuencia las criaturas relacionadas con el demonio presentan una mezcla de caracteres humanos y animales; incluso, a veces, combinan la anatomía de diversas bestias monstruosas en formas fantásticas. Algunos de ellos presentan orejas puntiagudas y la frente cubierta con bastante pelo. Ya a finales del siglo XII, un abad cisterciense, Caesarius von Heisterbach en su "Dialogus Miraculorum" explicaba los diferentes aspectos bajo los que el demonio podía presentarse, informando sobre las diabólicas visiones que asaltaban a veces a los monjes durante sus oraciones en el coro. Según señala Corinne Charles al comentar la obra de Heisterbach los demonios podían adoptar la forma de culebras, gatos, cerdos, osos o monos, p.e., aunque en general mostraban horribles caras y entraban en el coro con violencia: "... daemonem ... intrare cum impetu, ipso aspectu horribilem nimis". En la "Biblia germánica Koberger", un incunable de 1482, en el grabado relativo al Juicio Final se representa a los diablos con rostros similares a las máscaras de la crestería del coro de León.
Los rostros fantásticos tallados en la banda continua que soporta los paneles rectangulares con motivos geométricos que constituyen la crestería de las sillas del coro de la catedral de León pertenecen a los seres maléficos que constituían la diabología medieval pues como escribió Hernando Garrido "al fin y al cabo, el diablo es una metáfora de la máscara. El demonio como las máscaras, tiene poder para transformarse, es en sí mismo una máscara y para la propia iglesia toda máscara era diabólica".
En uno de los mascarones situados en la crestería se representa a un ceñudo semblante que muestra su lengua en su boca entreabierta; probablemente representa a un demonio lamedor. Bastante populares en la época solían tener un simbolismo doble; de un lado la del demonio, asociación entre lo repulsivo y monstruoso con el pecado y la maldad, y de otro como entrada al infierno por su carácter de boca.
Jean Frappier escribió: "Probablemente, la edad media conoció el terror al Diablo, el horror fascinantes de las tentaciones y la atmósfera de la "caza de brujas"; pero sufrió también de esta obsesión, insoportable en los casos extremos. Una necesidad vital de compensación jugó, oscuramente sin duda, ... un deseo no confesado de escapar al complejo del Diablo. El arma empleada ... fue la de lo cómico, ... la edad media creó un Diablo ridículo". Estas imágenes mixtas del diablo, a la vez terrible y bufo, se manifestaron tanto en la pintura o en la escultura como en el teatro de la época -con los demonios dando cabriolas o haciendo payasadas- y figuran en la parte inferior del coronamiento de la sillería de la catedral de León; su gran número y variedad hacen pensar en una cierta revancha sorda y en la existencia de una tensión interna en el autor, intelectual o material, del mueble coral. ¿Broma, simbolismo o venganza?.
Dado el número de mascarones en la crestería, su tamaño, la altura a que están situados, y la oscuridad -debida a la mala iluminación producida por velas o faroles-, la presencia de los seres maléficos era apenas más una sugestión que una verdadera existencia. Quizás por esto, entre tantos, uno de ellos pasa casi desapercibido. Para algún estudioso es la iconografía de un gesto empleado desde antiguo para ahuyentar al diablo, pues los hedores desagradables se asociaban con el fétido olor sulfuroso que se atribuía al 
infierno.
Una de las tallas presentes en la banda continua adornada por máscaras de la crestería expone a una figura que muestra su trasero con las manos separando sus nalgas para mostrar el ano y los genitales. En la Edad Media el humor casi siempre presentaba una segunda intención, y la risa y el miedo suelen estar relacionados. Según algunos escritores -Camille, Grössinger, etc- la flatulencia se consideraba asociada al diablo y al infierno pero los individuos también podían defenderse de él propinándole pedos.
¿Broma,simbolismo o venganza?. Tradicionalmente las interpretaciones populares de la presencia de la talla en el coronamiento de la sillería ha sido atribuida a una broma hacia el canónigo que distraído alzase su mirada hacia lo alto o a una venganza por dificultades en el cobro del artesano entallador autor de la crestería.¿Se reían con ella o quedaban sorprendidos?.


¿Qué hace un hombre enseñando el culo en la catedral de León?. Sin lugar a dudas se quería mostrar a un hombre que defecaba sobre los eclesiásticos que asistían al coro, que por lo general eran los canónigos. El doctor Fernando López-Ríos sugiere varias interpretaciones al respecto; nos dice, por ejemplo, que cuando al hombre durante el Románico “se le representa en cuclillas, adquiere el simbolismo de los condenados o de los vicios (lujuria-avaricia)”, o que podría ser una representación de la necedad para lo que el doctor nos recuerda este pasaje de la vida de Esopo: “…antiguamente hubo un hijo de un rey que por molicie y placer se pasaba mucho tiempo cagando, tanto tiempo, hasta que un día no se dio cuenta y cagó su propio seso. Desde aquel día los hombres, cuando cagan, se agachan por miedo a que también ellos caguen sus sesos. Pero tu no tengas ningún agobio por esto, pues no vas a cagar los sesos porque no los tienes”.

Para Fernando López-Ríos Fernández "... en el coro, en el claustro, recinto de rezo ... la ornamentación es ... simbólica. Siempre que sea posible, buscaremos textos que contengan alusiones que expliquen la escena ...". La British Library conserva un manuscrito del siglo XIV, famoso por sus magníficas marginalias, catalogado con las siglas MS Additional 49622 y conocido como el Gorleston Psalter; un espléndido facsimile  accesible por internet en las páginas de la B.L., y de donde se ha tomado como comparación un detalle del folio 61r. Un salterio o "Libro de salmos" recoge una colección de salmos o composiciones líricas musicales sagradas y con frecuencia va asociado a otros textos religiosos; en el siglo IX era prácticamente el único libro litúrgico que podía pertenecer a un laico. La interpretación relativa al gesto que se muestra en la fotografía como un método empleado desde antiguo para ahuyentar al diablo no es quizás a despreciar.
BIBLIOGRAFÍA.
-Corinne Charles, "Representations of the Devil on some french, italian and swiss choir stalls", Kalamazoo (Michigan) 1996. 
-Jean Frappier, "Chatiments infernaux et peur du diable", Paris 1951. 
-José Luis Hernando Garrido, "La representacion del diablo en la escultura románica palentina", en "Codex aquilarensis" nº11, Aguilar de Campoo 1994.
-Fernando López-Ríos Fernández, "Arte y medicina en las misericordias de los coros españoles", Salamanca 1991.
-José Moya Valgañón, "Documentos para la historia del arte del Archivo Catedral de Sto Domingo de la Calzada (1443-1563)", Logroño 1986.
-Enrique Nuere Matauco, "Dibujo, geometría, y carpinteros en la arquitectura", Madrid 2010.
-Mª Dolores Teijeira Pablos, "Las sillerías de coro en la escultura tardogótica española. El grupo leonés", León 1999.
-Lionel Wall, "Demon carvers and Mooning Men", Ryhall (Rutland).

NOTAS.
-Para Mila, alumna aventajada en los cursos de la Fundación a pesar de sentarse en las últimas filas.
-En las actas del Concilio de Toledo de 1473 figura que "...ya sea en las iglesias metropolitanas, ya sea en las catedrales y en las demás iglesias de nuestra provincia, existe la costumbre por parte de algunos ... de introducir en la iglesia, mientras se celebran los sagrados oficios, espectáculos teatrales, máscaras, monstruos, elementos grotescos, y tantas otras cosas deshonestas y de todos los tipos; por si fuera poco se hace bulla y se recitan poesías lascivas y sermones jocosos, de modo que el oficio divino queda interrumpido y el pueblo se aleja de la devoción". Lo que hoy nos sorprende no extrañaba al clero de finales de la Edad Media.
-Como suele ser habitual cuando se emplea el teleobjetivo también la banda continua decorada por entrelazados elementos vegetales y mascarones de la crestería de los estalo leoneses presenta su pequeña sorpresa: falta el primer mascarón en el lado de la Epístola y entre los elementos vegetales del fondo figuran el esbozo de un extraño cuadrúpedo y una fiera cabeza de animal amenazadora. ¿Un indicio acerca de que el comienzo de la sillería nunca fue como la vemos actualmente o ...?.
-Alonso de la Espina [figura representado en la sillería de León en un panel lateral de los estalos bajos], predicador franciscano, asistió a la ejecución de Álvaro de Luna en 1453 por encargo de Juan II de Castilla. Escribió "Fortalitium fidei" en 1458 aunque al parecer la primera edición se publicó entre 1464 y 1476; el texto es un tratado sobre los distintos argumentos que deben emplearse por los predicadores para oponerse a los detractores del catolicismo. En su libro V profundiza sobre los demonios.
-En el East Midlands -una región del este del centro de Inglaterra- existen una veintena de pequeñas iglesias rurales construidas en el siglo XV que presentan frisos decorativos realizados por una escuela de canteros que se caracteriza por dotarles con una serie de tallas de "demonios"  entre las que figura  la de algún "Mooning man". ¿Casualidad?. ¿Uso de algún patrón común?.
-Un ejemplar de la "Biblia germánica Koberger" puede verse por internet en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

(cont.)

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