X: Anexo
provisional (IV). Los “relieves” de los estalos bajos.
Los relieves
laterales forman parte de los paneles que componen la parte inferior de la
silla; y es, probablemente, la sillería de coro de la Catedral de León, una de las pocas que presenta
decorados estos espacios. Tienen forma cuadrangular con su base inferior
arqueada para adaptarse a la curva en que gira el asiento. Sus contenidos, de origen
muy diverso, incluyen asuntos históricos o sucesos contemporáneos, temas literarios, escenas con motivos
moralizadores (critican vicios y costumbres), bestiarios, y hasta alguna escena
“edificante” religiosa. Acompaño sus fotografías con textos sacados del Sínodo de 1526
del obispo de León (1523-34) Don Pedro Manuel por considerar es bueno
escuchar lo que se decía en los tiempos en que se realizan en España las
sillerías góticas y pueden ayudar a comprender algunas de las imágenes.
Uno de los relieves nos muestra a un ser fantástico, un monstruo vestido con
hábito religioso.
-“… que ninguno de los … sacerdotes, diaconos y
subdiáconos, clérigos et ministros de la Yglesia calçen ni trayan, …, calças
coloradas, ni borzeguis ni çapatos blancos ni narangados ni colorados ni verdes
ni azules ni leonados, ni trayan las mangas del jubón desnudas, sin mangas de
sayo o de ropón. Et que ninguno de los dichos sacerdotes digan ni celebren
missa sin calças o borceguiles, porque acaece algunas vezes, quando alçan el
Sacramento…, paresceles las piernas a algunos dellos, lo qual paresce muy feo
et deshonesto, …Lo qual mandamos so pena dexcomunion, …”, se dice en el apartado XII titulado
De Vita Et Honestate Clericorum; no sé si detrás de esta constitución el
castigo existente es por razones morales o estéticas.
En el mismo título se prescribe: “… prohibimos que ningún clérigo ni lego, de cualquier condición y estado que sea, que no juegue en algunas de las yglesias de nuestro obispado, …, ningún juego que sea, …, ni coman ni bevan en las dichas yglesias, … so pena de excomunión…”. Y se decreta también que: “… que ningún clérigo de orden sacro sea padrino de lego en su boda, ni cante ni bayle en las tales bodas. … que en las missas nuevas no canten cantares bellacos ni suzios, maxime presentes los legos, so pena de excomunión et de seys florines de oro …”. Otro de los relieves de la sillería muestra a un monstruo con hábito. Los seres fantásticos, en general, no solían ser considerados como símbolos sino como mensajes de Dios para comunicar su descontento con determinados comportamientos; en este caso de los clérigos.
En el mismo título se prescribe: “… prohibimos que ningún clérigo ni lego, de cualquier condición y estado que sea, que no juegue en algunas de las yglesias de nuestro obispado, …, ningún juego que sea, …, ni coman ni bevan en las dichas yglesias, … so pena de excomunión…”. Y se decreta también que: “… que ningún clérigo de orden sacro sea padrino de lego en su boda, ni cante ni bayle en las tales bodas. … que en las missas nuevas no canten cantares bellacos ni suzios, maxime presentes los legos, so pena de excomunión et de seys florines de oro …”. Otro de los relieves de la sillería muestra a un monstruo con hábito. Los seres fantásticos, en general, no solían ser considerados como símbolos sino como mensajes de Dios para comunicar su descontento con determinados comportamientos; en este caso de los clérigos.
Bajo el título
XIII De Cohabitatione Clericorum Et Mulierum se establece p.e., “… statuymos que ningún clérigo tenga en su
casa mujer de quien se tenga sospecha, …, porque muchas veces acontece quel
diablo persuadiendo, se comete delito con ellas et Dios se ofende. … so pena de
seys ducados…”, o, “… por cuanto es
gran pecado que los clérigos tengan mancebas, …, por el mal enxemplo que dan a
los seglares del mal vivir: viendo que ellos celebran y predican que vivan bien
y se aparten deste pecado, anden envueltos en el; … contra el que se probare
tener manceba, pague un marco de plata…”. Y aunque desconozco su relación
con la “Cohabitatione clericorum et mulierum” se ordena: “…establecemos et mandamos que ningún clérigo juegue dados, en ninguna
manera que sea, ni pelota en calle ni en plaça ni en otro lugar publico, ni
juego de naipes, ni a juego de tablas dinero seco “directe nec indirecte”, so
pena de cuatro ducados…”. Un relieve de los estalos muestra a un monje
cánido; se consideraba en la época que estas desviaciones de la naturaleza eran
debidas al pecado pues el alma de ese hombre había sido pervertida y se
asemejaba ahora a las bestias.
Y finalmente, para
no cansar al lector, apuntaremos que, p.e., bajo el título IV De Filis Clericorum se recuerda que “…porque
paresce cosa inhonesta y muy escandalosa, y paresce traer a memoria el pecado
pasado, que los hijos de los clérigos sirvan y administren a sus padres al
altar o a su aguelo, quando dizzen missa, por ende mandamos, so pena de quatro
florines, …, que ningún clérigo de lugar ni consienta que su hijo o nyeto ayude
a missa ni le administre ni sirva al altar, ni a otro clérigo alguno en la
iglesia donde su padre fuere beneficiado o rector o capellan.”. No obstante,
y dado que estas ordenanzas aluden varias veces a constituciones hechas
precedentemente en Sínodos anteriores, no parece que el clero fuese capaz de escuchar los
preceptos con mucha atención. En uno de los relieves de las sillas bajas el
entallador ha representado a un hombre de grandes orejas.
Llama la
atención Isabel Mateo que si bien en las sillerías de coro se señalan “las malas costumbres de los miembros de la
Iglesia… también en las mismas sillerías aparecen talladas escenas en las que
se exalta la vida entregada de recogimiento, y en muchos casos de abnegación,
de los religiosos”. Así, en uno de los relieves de los estalos bajos de la
sillería de coro de León se muestra a “un
grupo de clérigos que devotamente cantan los salmos”; un reflejo del coro
dentro del coro.
O también en
otro de los relieves de la sillería, en una imagen con un cierto parecido al de
una marginalia, folio 79r, del manuscrito Bodley ms 264 conservado en la
Universidad de Oxford (y accesible por internet),se ve a un clérigo predicando
desde el púlpito a un grupo de fieles que prestan severa atención. Entre la
miniatura y la talla hay casi un siglo, y un ambiente rural frente a otro
urbano; llama la atención entre los hombres reflejados en el relieve uno que
porta un gran espadón, y entre las mujeres…
…una dama de “alto copete”, a
juzgar por su vestimenta, que está tocando embelesada el hábito del predicador.
¿Una escena llena de devoción o una crítica hacia ciertos predicadores?.
Menos controvertido –aunque
mágico, quizás- puede ser un relieve en el que se muestra a un hombre
acompañado por un león en lucha contra un monstruo. La iconografía
medieval del dragón lo representa en formas muy variadas, si bien la que figura
en la sillería baja – cabeza de animal de presa, alas de murciélago, patas de
cuadrúpedo, y cola de reptil-, es la más frecuente. Señala Isabel Mateo que “su naturaleza moral como imagen del demonio
no se pone en duda, ya que es una variedad de la serpiente”, por lo que la
escena del relieve aludiría a la lucha del hombre contra el pecado, el demonio,
máxime al ir acompañado aquel por el león animal que aunque de doble
simbolismo, diabólico y divino, en este caso correspondería a este último.
Si nos
olvidamos del contenido de estos tres relieves con imágenes historiadas, la mayor parte de sus representaciones se refieren
a animales fantásticos. A este respecto conviene recordar lo que señalaba
Franck Thénard-Duvivier al hablar de las criaturas fantásticas esculpidas en la
portada septentrional de la catedral de Rouen; decía el historiador: “Frente a la diversidad de las criaturas
híbridas, monstruosas o fantásticas que ofrece la iconografía medieval, las
taxonomías son incompletas y artificiales. Mientras que nuestras
clasificaciones actuales están fundadas sobre criterios científicos, sacados
principalmente de la zoología, las de la Edad Media están influenciadas por las
creencias y las narraciones maravillosas, por los teólogos y por los
enciclopedistas. Por una parte, el animal no es percibido, en la Edad Media,
por sus características científicas sino por sus “propiedades” y por su
dimensión alegórica o simbólica. Por otra, un cierto número de criaturas que
nosotros calificamos como “fantásticas” o imaginarias son percibidas como
reales por las poblaciones medievales (el dragón por ejemplo)”. Uno de los
relieves de las sillas bajas nos muestra a un ave fantástica con las alas
desplegadas, fiero aspecto, y simbólico follaje saliendo de su boca.
Por la semejanza de la imagen con la del águila, uno de los animales más representados en el arte medieval, recordemos lo que se dice de él en una de las versiones del Fisiólogo griego: “El águila es el rey de las aves, y su nombre representa la duración de su vida, ya que vive cien años. Pero, cuando envejece, su pico se curva y sus ojos se vuelven mortecinos, de modo que no puede ver, ni conseguir alimento. Entonces se eleva en los aires y, precipitándose ante el viento, se arroja contra una roca abrupta y se destroza el pico. Luego se baña en agua fría, y a continuación se remonta hacia los rayos del sol: en ese momento, la opacidad desaparece de sus ojos, y vuelve a ser joven”. Y el colofón moral según el Bestiario de Philippe de Tahon es: “Tú, hombre cuya vestimenta está desgastada y cuyos ojos están llenos de tinieblas, ve en busca de la fuente celestial y eleva los ojos hacia Dios para recobrar como el águila tu juventud” [MS 249, Merton College Library, Oxford; contiene un dibujo del águila de cierto parecido con el ave de León]. Un relieve de los estalos bajos muestra a dos extraños seres simiescos arañándose.
Por la semejanza de la imagen con la del águila, uno de los animales más representados en el arte medieval, recordemos lo que se dice de él en una de las versiones del Fisiólogo griego: “El águila es el rey de las aves, y su nombre representa la duración de su vida, ya que vive cien años. Pero, cuando envejece, su pico se curva y sus ojos se vuelven mortecinos, de modo que no puede ver, ni conseguir alimento. Entonces se eleva en los aires y, precipitándose ante el viento, se arroja contra una roca abrupta y se destroza el pico. Luego se baña en agua fría, y a continuación se remonta hacia los rayos del sol: en ese momento, la opacidad desaparece de sus ojos, y vuelve a ser joven”. Y el colofón moral según el Bestiario de Philippe de Tahon es: “Tú, hombre cuya vestimenta está desgastada y cuyos ojos están llenos de tinieblas, ve en busca de la fuente celestial y eleva los ojos hacia Dios para recobrar como el águila tu juventud” [MS 249, Merton College Library, Oxford; contiene un dibujo del águila de cierto parecido con el ave de León]. Un relieve de los estalos bajos muestra a dos extraños seres simiescos arañándose.
El Diccionario
de la lengua española de la RAE en su edición de 2018 señala en sus dos
primeras acepciones de la palabra “monstruo” – “Del lat, monstrum-, el de un “ser que
presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie” y el del
“ser fantástico que causa espanto”.
Isidoro de Sevilla, hacia el 630, en sus Etimologías distingue dos tipos de
monstruos: los que denomina “portenta”
y los que llama “monstra”; para los
Antiguos “portentum”, derivado de “portendere” que significa “presagiar,
predecir, anunciar”, era el signo precursor de un acontecimiento funesto y
formaba parte de los prodigios, es decir etimológicamente era una advertencia.
Quizás este sea el sentido de las representaciones en algunos de los relieves
de la sillería.
Por sus
extrañas formas, cuando uno contempla los monstruos representados en los
relieves de los estalos tiende a preguntarse de donde provenía la
inspiración de los entalladores. Si bien en algunos casos se apoyaron, en la
época en que se realiza la sillería de León, en la marginalia de los manuscritos iluminados o en
dibujos tomados de las primeras estampas, gran parte de su inspiración provenía
de relatos escritos completados por la imaginación del entallador. Así, en
un libro persa conocido como « Hazâr afsâna » (« las mil
leyendas ») se cuenta que « … ;
he querido haceros conocer el fuego, porque Dios nos formó de este elemento. Los
dos primeros seres que Dios creó en la primera región del fuego fueron dos
ángeles ; uno se llamaba Khalif, y el otro Milif ; este tenía la
forma de un león, aquel el de una loba. Siguiendo las órdenes de Dios, estos
dos espíritus se casaron entre ellos y los frutos de esta unión fueron
serpientes, dragones, escorpiones y otros animales que viven entre el fuego
para suplicio de los condenados ».
En el siglo III antes de nuestra era, Beroso el Caldeo, un sacerdote
con alto cargo, excelentes conocimientos de astronomía, astrología, y
filosofía, describía así los orígenes del mundo en el primer libro de su
“Historia de Caldea”: “Se dice que hubo
un tiempo en que no había más que agua y tinieblas. Se engendraban seres
monstruosos, que tenían constituciones particulares: hombres con dos alas,
algunos con cuatro; otros con dos caras; otros que tenían un cuerpo y dos
cabezas, de hombre y de mujer, … Se engendraban toros con cabeza de hombre,
perros con cuatro cuerpos que terminaban en cola de pescado, caballos con
cabeza de perro, y otros animales que tenían cabezas y cuerpos de caballos con
colas de pescado, y mil formas distintas de bestias. Además, pescados,
reptiles, serpientes y cantidad de animales maravillosos que se transformaban
recíprocamente con la apariencia unos de los otros…”. Los monstruos eran
los hijos del caos y de las tinieblas.
Al apreciar la Iglesia
Católica que las gentes humildes creían en los monstruos, para extirpar las
últimas raíces de este paganismo popular, puso en práctica varios
procedimientos. Según Claude Lecouteux “primero
cristianizó los mitos y las leyendas, después la explicación del origen de los
monstruos, y finalmente procedió a la interpretación racional de las
deformidades”. Así, San Agustin en “De civitate Dei” escribe: “Es creíble que de los hijos de Noé, o mejor
del primer hombre, del que procedían ellos mismos, desciendan ciertas razas
monstruosas de las que hace mención la historia profana”. E Hildegarde de
Bingen, –la Sibila del Rin-, abadesa y doctora de la Iglesia, tras considerar
la maldición de Dios a la serpiente [Génesis 3,14] escribe: “Cuando este castigo, los atroces reptiles
venenosos vieron el día para simbolizar las penas del infierno. Para inspirar a
los hombres el miedo a este, …”; y más adelante continúa: “Cuando más tarde los hombres fueron
exterminados por la venganza divina del diluvio, los reptiles perecieron
igualmente, al no saber nadar. Las aguas se llevaron sus cadáveres y les
dispersaron sobre toda la tierra; cuando las aguas se hubieron retirado, su
veneno las hizo descomponerse. De esta putrefacción nacieron otros reptiles de
la misma especie. Por esta razón se las encuentra por todas partes en la tierra”;
una explicación medieval del origen de los monstruos y su simbolismo de las
penas del infierno.
La historia natural evolucionó
complementándose realidad y leyenda, sin bien los “Bestiarios” propiamente
dichos continuaron su desarrollo independiente. Es “Buch der Natur” [la imagen
superior corresponde a una de sus ediciones] de Conrad de Megenberg, escrito
hacia 1350, la primera obra impresa que incorpó un “Bestiario”; para
Baltrusaitis “el primer tratado zoológico
salido de las prensas es, antes que nada, una teratología y una leyenda. Las
figuras xilográficas se resienten de las “drôleries” marginales [de los
manuscritos iluminados] de las que toman
temas precisos, [como] el cuadrúpedo
sin miembros anteriores, …”; y continua el historiador: ”La segunda obra importante de historia natural, una de las más
célebres de la época, el “Hortus Sanitatis”, …, presenta una fauna más alejada
aún de la naturaleza. … Las bestias tienen todas un nombre, e innumerables
textos antiguos (…) y medievales (…) son citados con el propósito de
validarlos. Y es en esta nomenclatura y en estas descripciones que el dibujante
encuentra la razón de sus composiciones más absurdas. Interpretados literalmente,
los especímenes normales se transforman en monstruos. Tiburones (“canis
marinu”) y focas (“vitulus marinus”), moluscos (“lepus marinus”) y crustáceos
(“mus marinus”) en Plinio se convierten en perros y terneros, en liebres y en
ratas con aletas y escamas… Ningún límite se impone a la imaginación, y todas
las formas toman cuerpo en los motivos fundamentales y en las técnicas de la
metamorfosis …. En la cartografía [medieval], los seres fabulosos surgían del trazado exacto de la tierra, … En la
zoografía, se desprenden de las palabras antiguas que se referían a especies
verdaderas pero cuyos términos o si se quiere, la composición imaginada, son
transpuestos por combinaciones novelescas por antonomasia ”.
Claude
Lecouteux llega a la conclusión que los factores, además del error, que más
influyeron en la descripción de las anomalías y monstruosidades durante la Edad
Media fueron: “la incomprensión y la
ignorancia; el miedo experimentado frente a lo desconocido o ante lo verdadero;
la mala percepción de la realidad; la mala comprensión de las metáforas o su
interpretación literal; un lenguaje inadaptado, es decir, una técnica
descriptiva más popular que sabia”. Y esto que fue aplicable a los
ilustradores de los manuscritos y de los primeros libros impresos también se
puede adjudicar a los entalladores medievales de las esculturas profanas de
muchas sillerías de coro.
Y para acabar
con la presentación de los relieves laterales de las sillas bajas unas palabras de Franck
Thénard-Duvivier: “…La representación de la confusión de las especies es además reveladora
de la ambivalencia que caracteriza fundamentalmente a la iconografía medieval,
entre lo figurativo y lo ornamental, entre los códigos y el capricho, entre el
orden y el desorden, o aún entre los humano y lo monstruoso. A través de las
criaturas híbridas esculpidas en los portales de las iglesias de época gótica,
se encuentran así estas tensiones que caracterizan particularmente el decorado
románico a menudo concebido como « un encadenamiento de metamorfosis donde
reina la confusión y la diversidad… »; y más adelante añade, « A la caída de Adam y Eva parece responder la
de los hombres cuya metamorfosis ha comenzado : la tentación que amenaza
al hombre es la del vicio ; la caía que le espera es la de la animalidad ».
* * * *
Los paneles terminales de las
sillas bajas, sean motivados por la existencia de las escalerillas sean por
formar parte de los testeros, se rematan con unas figuritas de bulto redondo
algunas muy curiosas y trabajadas.
Así, en el testero del coro
del obispo la pequeña escultura que decora su remate representa a un elegante
jinete, y en el del coro del rey a un clérigo cabalgando sobre un extraño
cuadrúpedo; desgraciadamente ambas presentan deterioros importantes, sobre todo
en las cabezas de las personas.
Un individuo en extraña
postura lee o dormita, su cabeza apoyada sobre la mano izquierda, ante un grueso
libro situado sobre un pequeño pupitre.
Y un letrado, o un personaje de
la alta nobleza, bastón de mando y alto gorro cónico, remata el panel terminal de
la silla en cuyo respaldo se representa a la “Nueva ley”.
Otra de las figuras de bulto
redondo de un panel terminal muestra a un fraile equipado con lentes para leer un
grueso libro. Dado que en un relieve de las sillas altas aparece también un miope que utilizaba anteojos no puedo pensar por menos que el entallador
no estaba muy habituado a ver personas con lentes a pesar de haber sido
inventadas más de un siglo antes.
BIBLIOGRAFÍA.
-Baltrusaitis,
Jurgis; “Réveils et prodiges”, Paris
1988.
-Berger de
Xivrey, Jules; “Traditions Tératologiques”, Paris 1836. [se puede descargar de
internet]
-García y
García, Antonio [director de la obra], “SYNODICON HISPANUM”; T.III, “Astorga,
León y Oviedo”, BAC, Madrid 1984.
-Gómez Rascón, Máximo; "Museos de la Catedral de León", León 2017.
-Gómez Rascón, Máximo; "Museos de la Catedral de León", León 2017.
-Kappler,
Claude; “Monstruos, demonios y maravillas. A fines de la Edad Media”, Paris
1980.
-Lecouteux, Claude; "Les Monstres dans la littérature allemande du Moyen Âge", Besançon 2016.
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-Malaxecheverría,
Ignacio; “Bestiario Medieval”, Madrid 1989.
-Isabel Mateo Gómez,
"Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de
coro", Madrid 1979.
-Sánchez Herrero, José; "Las Diócesis del Reino de León. Siglos XIV y XV". León 1978.
-Teijeira Pablos, Mª Dolores; "La sillería gótica de la catedral de León: hipótesis sobre su disposición original", Madrid.
-Sánchez Herrero, José; "Las Diócesis del Reino de León. Siglos XIV y XV". León 1978.
-Teijeira Pablos, Mª Dolores; "La sillería gótica de la catedral de León: hipótesis sobre su disposición original", Madrid.
-Thénard-Duvivier, Franck, “Hybridation et métamorphoses au seuil des
cathédrales”, Images Re-vues, 2009.
-VV.AA. [M.J. de Hammer, M.G.S. Trébutien] ; « Contes inédits des
Mille et une Nuits », 3 T. Paris 1828. [se puede descargar de internet]
NOTAS.
-El Sínodo de Don Pedro Manuel
de 1526 recoge ordenanzas que aluden varias veces a constituciones hechas en
Sínodos precedentes como los de Alonso de Valdivieso (obispo de León entre 1485
y 1500), o de Luis de Velasco (obispo de León entre 1478 y 1487, años en los
que se realiza la sillería) o de Pedro Cabeza de Vaca (que ocupó la Sede entre
1440 y 1459).
-Señala Sánchez Herrero al
tratar del celibato del clero: “Desde luego, los capitulares de las diócesis
aquí estudiadas tuvieron barraganas y concubinas. Refiriéndose a León, se
condena este abuso en las actas capitulares de 1386, 1396, 1421, 1457, 1476,
1481, 1482 y 1485. Es significativo el caso del canónigo Pero Gonzalez de
Cusanza, quien entre 1455-1457, a pesar de las condenas del cabildo, tuvo una
concubina engreída que asaltaba y robaba a los vendedores ambulantes”.
-“Los capitulares, ricos e
influyentes provincianos, carentes muchos de ellos de preocupaciones
espirituales o culturales, estuvieron envueltos en la agitada vida de las
ciudades, llenas de bandos y divisiones, especialmente en el siglo XV, atacando
a sus enemigos y defendiéndose de sus contrarios, utilizando como los demás las
armas, que convenientemente llevaban consigo. En los cabildos de León, Zamora,
Salamanca y Palencia se encuentran repetidas muestras de este hecho a lo largo
del siglo XV: canónigos o beneficiados armados actuando en revueltas
callejeras, enfrentamientos de bandos comunales, ataque o defensa de la
autoridad civil y siempre la condena en las reuniones capitulares de la
participación de sus miembros en tales actos y del uso normal de armas”, recoge
Sánchez Herrero en la página 120 de su libro Las
Diócesis del Reino de León. Siglos XIV y XV”.
-En el museo de la Catedral de León se conserva un panel terminal de las sillas bajas que en la parte superior presenta una pequeña escultura de bulto redondo y que para Mª Dolores Teijeira representa a "un hombre vestido con ropa talar y tonsurado; está agachado y sostiene entre sus manos una ristra de cebollas, una de las cuales se lleva a la boca"; otro escritor, habitualmente de menor crédito, que trata sobre la sillería la define como "clérigo besando el rosario sujeto con las dos manos". El panel es un fragmento de la sillería original "perdido" -por necesidades de adaptación-, cuando el traslado de la sillería desde la capilla mayor al centro de la nave.
(continuará … quizás algún día)