viernes, 15 de marzo de 2019

SILLERÍAS DE CORO (X)

De la Sillería de coro de la Catedral de León.
X: Anexo provisional (IV). Los “relieves” de los estalos bajos.


Los relieves laterales forman parte de los paneles que componen la parte inferior de la silla; y es, probablemente, la sillería de coro de la Catedral de León, una de las pocas que presenta decorados estos espacios. Tienen forma cuadrangular con su base inferior arqueada para adaptarse a la curva en que gira el asiento. Sus contenidos, de origen muy diverso, incluyen asuntos históricos o sucesos contemporáneos,  temas literarios, escenas con motivos moralizadores (critican vicios y costumbres), bestiarios, y hasta alguna escena “edificante” religiosa. Acompaño sus fotografías con textos sacados del Sínodo de 1526 del obispo de León (1523-34) Don Pedro Manuel por considerar es bueno escuchar lo que se decía en los tiempos en que se realizan en España las sillerías góticas y pueden ayudar a comprender algunas de las imágenes. Uno de los relieves nos muestra a un ser fantástico, un monstruo vestido con hábito religioso.
-“… que ninguno de los … sacerdotes, diaconos y subdiáconos, clérigos et ministros de la Yglesia calçen ni trayan, …, calças coloradas, ni borzeguis ni çapatos blancos ni narangados ni colorados ni verdes ni azules ni leonados, ni trayan las mangas del jubón desnudas, sin mangas de sayo o de ropón. Et que ninguno de los dichos sacerdotes digan ni celebren missa sin calças o borceguiles, porque acaece algunas vezes, quando alçan el Sacramento…, paresceles las piernas a algunos dellos, lo qual paresce muy feo et deshonesto, …Lo qual mandamos so pena dexcomunion, …”, se dice en el apartado XII titulado De Vita Et Honestate Clericorum; no sé si detrás de esta constitución el castigo existente es por razones morales o estéticas. 
En el mismo título se prescribe: “… prohibimos que ningún clérigo ni lego, de cualquier condición y estado que sea, que no juegue en algunas de las yglesias de nuestro obispado, …, ningún juego que sea, …, ni coman ni bevan en las dichas yglesias, … so pena de excomunión…”. Y se decreta también que: “… que ningún clérigo de orden sacro sea padrino de lego en su boda, ni cante ni bayle en las tales bodas. … que en las missas nuevas no canten cantares bellacos ni suzios, maxime presentes los legos, so pena de excomunión et de seys florines de oro …”. Otro de los relieves de la sillería muestra a un monstruo con hábito. Los seres fantásticos, en general, no solían ser considerados como símbolos sino como mensajes de Dios para comunicar su descontento con determinados comportamientos; en este caso de los clérigos.
Bajo el título XIII De Cohabitatione Clericorum Et Mulierum se establece p.e., “… statuymos que ningún clérigo tenga en su casa mujer de quien se tenga sospecha, …, porque muchas veces acontece quel diablo persuadiendo, se comete delito con ellas et Dios se ofende. … so pena de seys ducados…”, o, “… por cuanto es gran pecado que los clérigos tengan mancebas, …, por el mal enxemplo que dan a los seglares del mal vivir: viendo que ellos celebran y predican que vivan bien y se aparten deste pecado, anden envueltos en el; … contra el que se probare tener manceba, pague un marco de plata…”. Y aunque desconozco su relación con la “Cohabitatione clericorum et mulierum” se ordena: “…establecemos et mandamos que ningún clérigo juegue dados, en ninguna manera que sea, ni pelota en calle ni en plaça ni en otro lugar publico, ni juego de naipes, ni a juego de tablas dinero seco “directe nec indirecte”, so pena de cuatro ducados…”. Un relieve de los estalos muestra a un monje cánido; se consideraba en la época que estas desviaciones de la naturaleza eran debidas al pecado pues el alma de ese hombre había sido pervertida y se asemejaba ahora a las bestias.
Y finalmente, para no cansar al lector, apuntaremos que, p.e., bajo el título IV De Filis Clericorum se recuerda que “…porque paresce cosa inhonesta y muy escandalosa, y paresce traer a memoria el pecado pasado, que los hijos de los clérigos sirvan y administren a sus padres al altar o a su aguelo, quando dizzen missa, por ende mandamos, so pena de quatro florines, …, que ningún clérigo de lugar ni consienta que su hijo o nyeto ayude a missa ni le administre ni sirva al altar, ni a otro clérigo alguno en la iglesia donde su padre fuere beneficiado o rector o capellan.”. No obstante, y dado que estas ordenanzas aluden varias veces a constituciones hechas precedentemente en Sínodos anteriores, no parece que el clero fuese capaz de escuchar los preceptos con mucha atención. En uno de los relieves de las sillas bajas el entallador ha representado a un hombre de grandes orejas.
Llama la atención Isabel Mateo que si bien en las sillerías de coro se señalan “las malas costumbres de los miembros de la Iglesia… también en las mismas sillerías aparecen talladas escenas en las que se exalta la vida entregada de recogimiento, y en muchos casos de abnegación, de los religiosos”. Así, en uno de los relieves de los estalos bajos de la sillería de coro de León se muestra a “un grupo de clérigos que devotamente cantan los salmos”; un reflejo del coro dentro del coro.
O también en otro de los relieves de la sillería, en una imagen con un cierto parecido al de una marginalia, folio 79r, del manuscrito Bodley ms 264 conservado en la Universidad de Oxford (y accesible por internet),se ve a un clérigo predicando desde el púlpito a un grupo de fieles que prestan severa atención. Entre la miniatura y la talla hay casi un siglo, y un ambiente rural frente a otro urbano; llama la atención entre los hombres reflejados en el relieve uno que porta un gran espadón, y entre las mujeres…
…una dama de “alto copete”, a juzgar por su vestimenta, que está tocando embelesada el hábito del predicador. ¿Una escena llena de devoción o una crítica hacia ciertos predicadores?.
Menos controvertido –aunque mágico, quizás- puede ser un relieve en el que se muestra a un hombre acompañado por un león en lucha contra un monstruo. La iconografía medieval del dragón lo representa en formas muy variadas, si bien la que figura en la sillería baja – cabeza de animal de presa, alas de murciélago, patas de cuadrúpedo, y cola de reptil-, es la más frecuente. Señala Isabel Mateo que “su naturaleza moral como imagen del demonio no se pone en duda, ya que es una variedad de la serpiente”, por lo que la escena del relieve aludiría a la lucha del hombre contra el pecado, el demonio, máxime al ir acompañado aquel por el león animal que aunque de doble simbolismo, diabólico y divino, en este caso correspondería a este último.
Si nos olvidamos del contenido de estos tres relieves con imágenes historiadas, la mayor parte de sus representaciones se refieren a animales fantásticos. A este respecto conviene recordar lo que señalaba Franck Thénard-Duvivier al hablar de las criaturas fantásticas esculpidas en la portada septentrional de la catedral de Rouen; decía el historiador: “Frente a la diversidad de las criaturas híbridas, monstruosas o fantásticas que ofrece la iconografía medieval, las taxonomías son incompletas y artificiales. Mientras que nuestras clasificaciones actuales están fundadas sobre criterios científicos, sacados principalmente de la zoología, las de la Edad Media están influenciadas por las creencias y las narraciones maravillosas, por los teólogos y por los enciclopedistas. Por una parte, el animal no es percibido, en la Edad Media, por sus características científicas sino por sus “propiedades” y por su dimensión alegórica o simbólica. Por otra, un cierto número de criaturas que nosotros calificamos como “fantásticas” o imaginarias son percibidas como reales por las poblaciones medievales (el dragón por ejemplo)”. Uno de los relieves de las sillas bajas nos muestra a un ave fantástica con las alas desplegadas, fiero aspecto, y simbólico follaje saliendo de su boca. 
Por la semejanza de la imagen con la del águila, uno de los animales más representados en el arte medieval, recordemos lo que se dice de él en una de las versiones del Fisiólogo griego: “El águila es el rey de las aves, y su nombre representa la duración de su vida, ya que vive cien años. Pero, cuando envejece, su pico se curva y sus ojos se vuelven mortecinos, de modo que no puede ver, ni conseguir alimento. Entonces se eleva en los aires y, precipitándose ante el viento, se arroja contra una roca abrupta y se destroza el pico. Luego se baña en agua fría, y a continuación se remonta hacia los rayos del sol: en ese momento, la opacidad desaparece de sus ojos, y vuelve a ser joven”. Y el colofón moral según el Bestiario de Philippe de Tahon es: “Tú, hombre cuya vestimenta está desgastada y cuyos ojos están llenos de tinieblas, ve en busca de la fuente celestial y eleva los ojos hacia Dios para recobrar como el águila tu juventud” [MS 249, Merton College Library, Oxford; contiene un dibujo del águila de cierto parecido con el ave de León]. Un relieve de los estalos bajos muestra a dos extraños seres simiescos arañándose.
El Diccionario de la lengua española de la RAE en su edición de 2018 señala en sus dos primeras acepciones de la palabra “monstruo” – “Del lat, monstrum-, el de un “ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie” y el del “ser fantástico que causa espanto”. Isidoro de Sevilla, hacia el 630, en sus Etimologías distingue dos tipos de monstruos: los que denomina “portenta” y los que llama “monstra”; para los Antiguos “portentum”, derivado de “portendere” que significa “presagiar, predecir, anunciar”, era el signo precursor de un acontecimiento funesto y formaba parte de los prodigios, es decir etimológicamente era una advertencia. Quizás este sea el sentido de las representaciones en algunos de los relieves de la sillería.
Por sus extrañas formas, cuando uno contempla los monstruos representados en los relieves de los estalos tiende a preguntarse de donde provenía la inspiración de los entalladores. Si bien en algunos casos se apoyaron, en la época en que se realiza la sillería de León, en la marginalia de los manuscritos iluminados o en dibujos tomados de las primeras estampas, gran parte de su inspiración provenía de relatos escritos completados por la imaginación del entallador. Así, en un libro persa conocido como « Hazâr afsâna » (« las mil leyendas ») se cuenta que « … ; he querido haceros conocer el fuego, porque Dios nos formó de este elemento. Los dos primeros seres que Dios creó en la primera región del fuego fueron dos ángeles ; uno se llamaba Khalif, y el otro Milif ; este tenía la forma de un león, aquel el de una loba. Siguiendo las órdenes de Dios, estos dos espíritus se casaron entre ellos y los frutos de esta unión fueron serpientes, dragones, escorpiones y otros animales que viven entre el fuego para suplicio de los condenados ».
En el siglo III antes de nuestra era, Beroso el Caldeo, un sacerdote con alto cargo, excelentes conocimientos de astronomía, astrología, y filosofía, describía así los orígenes del mundo en el primer libro de su “Historia de Caldea”: “Se dice que hubo un tiempo en que no había más que agua y tinieblas. Se engendraban seres monstruosos, que tenían constituciones particulares: hombres con dos alas, algunos con cuatro; otros con dos caras; otros que tenían un cuerpo y dos cabezas, de hombre y de mujer, … Se engendraban toros con cabeza de hombre, perros con cuatro cuerpos que terminaban en cola de pescado, caballos con cabeza de perro, y otros animales que tenían cabezas y cuerpos de caballos con colas de pescado, y mil formas distintas de bestias. Además, pescados, reptiles, serpientes y cantidad de animales maravillosos que se transformaban recíprocamente con la apariencia unos de los otros…”. Los monstruos eran los hijos del caos y de las tinieblas.
Al apreciar la Iglesia Católica que las gentes humildes creían en los monstruos, para extirpar las últimas raíces de este paganismo popular, puso en práctica varios procedimientos. Según Claude Lecouteux “primero cristianizó los mitos y las leyendas, después la explicación del origen de los monstruos, y finalmente procedió a la interpretación racional de las deformidades”. Así, San Agustin en “De civitate Dei” escribe: “Es creíble que de los hijos de Noé, o mejor del primer hombre, del que procedían ellos mismos, desciendan ciertas razas monstruosas de las que hace mención la historia profana”. E Hildegarde de Bingen, –la Sibila del Rin-, abadesa y doctora de la Iglesia, tras considerar la maldición de Dios a la serpiente [Génesis 3,14] escribe: “Cuando este castigo, los atroces reptiles venenosos vieron el día para simbolizar las penas del infierno. Para inspirar a los hombres el miedo a este, …”; y más adelante continúa: “Cuando más tarde los hombres fueron exterminados por la venganza divina del diluvio, los reptiles perecieron igualmente, al no saber nadar. Las aguas se llevaron sus cadáveres y les dispersaron sobre toda la tierra; cuando las aguas se hubieron retirado, su veneno las hizo descomponerse. De esta putrefacción nacieron otros reptiles de la misma especie. Por esta razón se las encuentra por todas partes en la tierra”; una explicación medieval del origen de los monstruos y su simbolismo de las penas del infierno.
La historia natural evolucionó complementándose realidad y leyenda, sin bien los “Bestiarios” propiamente dichos continuaron su desarrollo independiente. Es “Buch der Natur” [la imagen superior corresponde a una de sus ediciones] de Conrad de Megenberg, escrito hacia 1350, la primera obra impresa que incorpó un “Bestiario”; para Baltrusaitis “el primer tratado zoológico salido de las prensas es, antes que nada, una teratología y una leyenda. Las figuras xilográficas se resienten de las “drôleries” marginales [de los manuscritos iluminados] de las que toman temas precisos, [como] el cuadrúpedo sin miembros anteriores, …”; y continua el historiador: ”La segunda obra importante de historia natural, una de las más célebres de la época, el “Hortus Sanitatis”, …, presenta una fauna más alejada aún de la naturaleza. … Las bestias tienen todas un nombre, e innumerables textos antiguos (…) y medievales (…) son citados con el propósito de validarlos. Y es en esta nomenclatura y en estas descripciones que el dibujante encuentra la razón de sus composiciones más absurdas. Interpretados literalmente, los especímenes normales se transforman en monstruos. Tiburones (“canis marinu”) y focas (“vitulus marinus”), moluscos (“lepus marinus”) y crustáceos (“mus marinus”) en Plinio se convierten en perros y terneros, en liebres y en ratas con aletas y escamas… Ningún límite se impone a la imaginación, y todas las formas toman cuerpo en los motivos fundamentales y en las técnicas de la metamorfosis …. En la cartografía [medieval], los seres fabulosos surgían del trazado exacto de la tierra, … En la zoografía, se desprenden de las palabras antiguas que se referían a especies verdaderas pero cuyos términos o si se quiere, la composición imaginada, son transpuestos por combinaciones novelescas por antonomasia ”.
Claude Lecouteux llega a la conclusión que los factores, además del error, que más influyeron en la descripción de las anomalías y monstruosidades durante la Edad Media fueron: “la incomprensión y la ignorancia; el miedo experimentado frente a lo desconocido o ante lo verdadero; la mala percepción de la realidad; la mala comprensión de las metáforas o su interpretación literal; un lenguaje inadaptado, es decir, una técnica descriptiva más popular que sabia”. Y esto que fue aplicable a los ilustradores de los manuscritos y de los primeros libros impresos también se puede adjudicar a los entalladores medievales de las esculturas profanas de muchas sillerías de coro.
Y para acabar con la presentación de los relieves laterales de las sillas bajas unas palabras de Franck Thénard-Duvivier: “…La representación de la confusión de las especies es además reveladora de la ambivalencia que caracteriza fundamentalmente a la iconografía medieval, entre lo figurativo y lo ornamental, entre los códigos y el capricho, entre el orden y el desorden, o aún entre los humano y lo monstruoso. A través de las criaturas híbridas esculpidas en los portales de las iglesias de época gótica, se encuentran así estas tensiones que caracterizan particularmente el decorado románico a menudo concebido como « un encadenamiento de metamorfosis donde reina la confusión y la diversidad… »; y más adelante añade, « A la caída de Adam y Eva parece responder la de los hombres cuya metamorfosis ha comenzado : la tentación que amenaza al hombre es la del vicio ; la caía que le espera es la de la animalidad ». 

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Los paneles terminales de las sillas bajas, sean motivados por la existencia de las escalerillas sean por formar parte de los testeros, se rematan con unas figuritas de bulto redondo algunas muy curiosas y trabajadas.
Así, en el testero del coro del obispo la pequeña escultura que decora su remate representa a un elegante jinete, y en el del coro del rey a un clérigo cabalgando sobre un extraño cuadrúpedo; desgraciadamente ambas presentan deterioros importantes, sobre todo en las cabezas de las personas.
Un individuo en extraña postura lee o dormita, su cabeza apoyada sobre la mano izquierda, ante un grueso libro situado sobre un pequeño pupitre.
Y un letrado, o un personaje de la alta nobleza, bastón de mando y alto gorro cónico, remata el panel terminal de la silla en cuyo respaldo se representa a la “Nueva ley”.
Otra de las figuras de bulto redondo de un panel terminal muestra a un fraile equipado con lentes para leer un grueso libro. Dado que en un relieve de las sillas altas aparece también un miope que utilizaba anteojos no puedo pensar por menos que el entallador no estaba muy habituado a ver personas con lentes a pesar de haber sido inventadas más de un siglo antes.


BIBLIOGRAFÍA.
-Baltrusaitis, Jurgis;  “Réveils et prodiges”, Paris 1988.
-Berger de Xivrey, Jules; “Traditions Tératologiques”, Paris 1836. [se puede descargar de internet]
-García y García, Antonio [director de la obra], “SYNODICON HISPANUM”; T.III, “Astorga, León y Oviedo”, BAC, Madrid 1984.
-Gómez Rascón, Máximo; "Museos de la Catedral de León", León 2017.
-Kappler, Claude; “Monstruos, demonios y maravillas. A fines de la Edad Media”, Paris 1980.
-Lecouteux, Claude; "Les Monstres dans la littérature allemande du Moyen Âge", Besançon 2016.
-Malaxecheverría, Ignacio; “Bestiario Medieval”, Madrid 1989.
-Isabel Mateo Gómez, "Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro", Madrid 1979.
-Sánchez Herrero, José; "Las Diócesis del Reino de León. Siglos XIV y XV". León 1978.
-Teijeira Pablos, Mª Dolores; "La sillería gótica de la catedral de León: hipótesis sobre su disposición original", Madrid.
-Thénard-Duvivier, Franck, “Hybridation et métamorphoses au seuil des cathédrales”, Images Re-vues, 2009.
-VV.AA. [M.J. de Hammer, M.G.S. Trébutien] ; « Contes inédits des Mille et une Nuits », 3 T. Paris 1828. [se puede descargar de internet]

NOTAS.
-El Sínodo de Don Pedro Manuel de 1526 recoge ordenanzas que aluden varias veces a constituciones hechas en Sínodos precedentes como los de Alonso de Valdivieso (obispo de León entre 1485 y 1500), o de Luis de Velasco (obispo de León entre 1478 y 1487, años en los que se realiza la sillería) o de Pedro Cabeza de Vaca (que ocupó la Sede entre 1440 y 1459).
-Señala Sánchez Herrero al tratar del celibato del clero: “Desde luego, los capitulares de las diócesis aquí estudiadas tuvieron barraganas y concubinas. Refiriéndose a León, se condena este abuso en las actas capitulares de 1386, 1396, 1421, 1457, 1476, 1481, 1482 y 1485. Es significativo el caso del canónigo Pero Gonzalez de Cusanza, quien entre 1455-1457, a pesar de las condenas del cabildo, tuvo una concubina engreída que asaltaba y robaba a los vendedores ambulantes”.
-“Los capitulares, ricos e influyentes provincianos, carentes muchos de ellos de preocupaciones espirituales o culturales, estuvieron envueltos en la agitada vida de las ciudades, llenas de bandos y divisiones, especialmente en el siglo XV, atacando a sus enemigos y defendiéndose de sus contrarios, utilizando como los demás las armas, que convenientemente llevaban consigo. En los cabildos de León, Zamora, Salamanca y Palencia se encuentran repetidas muestras de este hecho a lo largo del siglo XV: canónigos o beneficiados armados actuando en revueltas callejeras, enfrentamientos de bandos comunales, ataque o defensa de la autoridad civil y siempre la condena en las reuniones capitulares de la participación de sus miembros en tales actos y del uso normal de armas”, recoge Sánchez Herrero en la página 120 de su libro Las Diócesis del Reino de León. Siglos XIV y XV”.
-En el museo de la Catedral de León se conserva un panel terminal de las sillas bajas que en la parte superior presenta una pequeña escultura de bulto redondo y que para Mª Dolores Teijeira representa a "un hombre vestido con ropa talar y tonsurado; está agachado y sostiene entre sus manos una ristra de cebollas, una de las cuales se lleva a la boca"; otro escritor, habitualmente de menor crédito, que trata sobre la sillería la define como "clérigo besando el rosario sujeto con las dos manos". El panel es un fragmento de la sillería original "perdido" -por necesidades de adaptación-, cuando el traslado de la sillería desde la capilla mayor al centro de la nave.

                                                                         (continuará … quizás algún día)

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