Sillería
del Monasterio de San Benito (Valladolid). (III)
(TERCERA PARTE)
3. MISERICORDIAS.
(TERCERA PARTE)
3. MISERICORDIAS.
El
Diccionario de la Lengua Española, en su vigesima segunda edición, asigna a la
palabra “misericordia” cinco acepciones, de las que la quinta es “Porción pequeña de
alguna cosa, como la que suele darse de caridad o limosna”. En la austeridad del universo
monástico eso podía significar un vaso de leche en verano, una manta
suplementaria en invierno, o incluso, durante los interminables oficios divinos
a los que se sometían los clérigos, el permiso para sentarse algún rato sobre
una pequeña cartela o mensula. A esta pequeña cartela se la llama misericordia.
La segunda
acepción del Diccionario de la Lengua Española la define literalmente como: “Pieza
en los asientos de los coros de las iglesias para descansar disimuladamente,
medio sentado sobre ella, cuando se debe estar en pie”. Anclada a la parte inferior de su
asiento abatible, permitía a los clérigos, cuando el asiento estaba levantado y
el clérigo aparentemente de pie, apoyarse discretamente sobre él.
Se ignora,
con exactitud, el lugar y la fecha en que la misericordia hizo su aparición.
Todo lo que puede decirse es que su origen está ligado a los oficios divinos
que, con sus horas interminables, tejían el tiempo de todas las comunidades
religiosas en la Edad Media. Estos servicios eran realizados por los monjes o
los sacerdotes en el aislamiento del coro y se subdividían en siete horas
canónicas.
Si el marco
rígido del horario variaba de un lugar a otro, su caracter repetitivo, -el que hace destilar el agotamiento-, era común a todos. Que el recurso a un alivio tan
inocente como el de la misericordia haya podido arrastrar una polémica tan
tumultuosa es un signo característico del pensamiento medieval. Sin embargo, el
punto de vista más humano es el que ha prevalecido.
Durante un
milenio los servidores de Dios habían rezado de pie, posición que fue
considerada como la única que convenía a la misa. En un momento dado, en el
transcurso del siglo XI, Europa occidental adoptó una costumbre que consistió
en sentarse algún rato durante el servicio divino; esta constumbre fue objeto
de una ruidosa polémica. La hostilidad desplegada con las misericordias fue tal
que se necesitaron varios siglos para que se produjera su total aceptación.
El
primitivo listón de madera, que eran originalmente las misericordias, fue
evolucionando al mismo tiempo que disminuían las críticas a su uso, y con el
aumento de tamaño comenzó a decorarse.
La fecha
exacta en que comenzaron a esculpirse las misericordias se desconoce tambien.
Pero puede suponerse que, contaminados por el horror general de la Edad Media
hacia las superficies desnudas, los escultores debieron acariciar pronto la
idea de tallar este trozo de madera. Puede que incluso los eclesiásticos lo
favoreciesen para tratar de camuflar el sentido y función de esta pieza de madera.
Lo que si parece poder afirmarse es que estas esculturas pertenecieron siempre
al ámbito de la libre expresión y de la imaginación de los artesanos que las
labraban, al igual que se aceptaban unas hojas en un bajorelieve decorativo o
una “drolerie” en los márgenes de un manuscrito.
Las
primeras misericordias eran esculturas rudimentarias que representaban un
motivo geométrico o una hoja estilizada. Luego se fueron diversificando los
temas, integrando cabezas de animales, máscaras, y continuandose con temas cada
vez más cuidados. Tan sólo la utilización de personajes sagrados para la
cristiandad estaban prohibidos en esta parte inferior de los asientos, porque a
los clérigos les era dificil de aceptar la idea de que la parte posterior de su
tronco estuviese en contacto con la Virgen, Cristo o los Apóstoles. Esto
explica la causa por la que obras con un acento profano se apoderase de las
misericordias.
El éxito en
el siglo XIV de las ordenes mendicantes, y su hostilidad con los grupos
establecidos puede explicar la frecuencia de escenas antimonásticas en las
misericordias de las catedrales y otras iglesias seculares. En el Tardogótico
los temas tratados en las misericordias tocan todos los aspectos de la vida
cotidiana en la Edad Media, destacando los artistas flamencos en estos asuntos.
Con la
llegada del Renacimiento volvieron las máscaras, monstruos o temas vegetales
pero tratados con mayor cuidado y finura en la talla.
En España
la aparición de las misericordias historiadas es bastante tardía; a partir del
siglo XIV, cuando ya estaban plenamente aceptadas en Europa, pues durante
el gótico inicial no se vivía un tiempo de construcción de catedrales sino un
tiempo de guerra al estar la mitad sur dominada por los árabes y al no necesitarse en las
mezquitas las sillerías de coro. El último tercio del siglo
XV vió el crecimiento de un gran número de sillerías de coro sin decoración
figurativa tallada en las misericordias.
Un
personaje característico en las misericordias de la sillería de San Benito es
una representación misteriosa muy querida en paises anglosajones y conocida
como “The Green Man”, “El hombre verde” o "El hombre de la primavera". Son cabezas foliadas a las que por su carácter mágico se les atribuía el poder de alejar el mal o propiciar el bien y cuyo nombre medieval se desconoce; representaciones mitad
hombres, mitad bestias, de las que no existen dos idénticas. Entre las
medievales más antiguas, -con los etruscos y en el mundo romano no resultaban infrecuentes-, suele citarse la que aparece en uno de
los cuadernos de Villard d’Honnecourt, a las que denomina “Cabezas de hojas”.
Otros tipos característicos de “green men” son los representados por verdaderas máscaras que arrojan dos haces de caulículos por su boca y en ocasiones por su ojos y nariz.
La sillería de San Benito presenta una buena serie, sin que podamos intuir su
significado si es que lo tenía (¿símbolo de la fertilidad?, ¿símbolo de la
muerte?), pues la cultura del Renacimiento estuvo muy influida por la convicción humanista que planteaba una vuelta a la antiguedad.
BIBLIOGRAFÍA.
-Manuel
Arias Martínez, “Sillería de San Benito el Real”, ficha nº 26 del Catálogo de
la colección del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid 2009.
-Elaine C.
Block, “Corpus of Medieval Misericords. Iberia”, Bélgica 2004.
-Dorothy y
Henry Kraus, “Le monde caché des miséricordes”, Paris 1986.
-Isabel
Mateo Gómez, Temas profanos en la Escultura Gótica Española. Las sillerías de
coro”, Madrid 1979.
-Luis
Rodriguez Martínez, “Historia del Monasterio de San Benito el Real de
Valladolid”, Valladolid 1981.
-Mª Dolores
Teijeira Pablos, “Las sillerías de coro en la escultura tardogótica española.
El grupo leones”, León 1999.
-Ernesto Zaragoza Pascual, “La sillería de San Benito el
Real de Valladolid”, en “Nova et Vetera”, nº 19, 1985.
NOTA:
Hasta los
mejores calígrafos producen algún borrón.
En la
silleria de San Benito, en uno de los estalos más vistos (la primera silla baja
lado Evangelio) la misericordia no le pertenece. Se ve que en algún traslado
,-pensemos lo mejor-, debió estropearse el asiento y a alguien se le ocurrió
sustituirlo por uno realizado casi dos siglos después; al fin y al cabo,
también era de una sillería, -la del convento de San Francisco-, y tambien se
guardaba en el Museo, y hasta podían parecerse.
(cont.)
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