(CUARTA PARTE)
4. PANELES
PROFANOS.
Los estalos
o sillas están constituidos por dos paneles laterales, con un asiento giratorio
entre ellos, rematados por una moldura curvada -o brazal- que servía de apoyo
cuando los monjes tenían que ponerse de pie; a estos dos paneles laterales se
une un alto respaldo (en Europa se utilizaban antiguos tapices o lienzos
pintados) cobijado por un dosel curvo o inclinado que se coronaba con
pináculos, cresterías caladas o esculturas de bulto. Sobre este modelo básico
se fueron añadiendo algunos elementos pero las grandes diferencias residirán en
la decoración.
En la
sillería de San Benito los respaldos de las sillas altas estan constituidos por
paneles decorados con motivos religiosos (relieve del fundador, o del titular
del monasterio que costeó la silla, o de un personaje religiosos o civil
relacionado con él) y unos frisos, superior e inferior (más grande), decorados
con motivos profanos. Son cuarenta sitiales en la parte alta: treinta y cuatro
corresponden a los monasterios benedictinos que formaban parte de la
Congregación en aquel momento, y seis a diversos benefactores; cada silla luce
su escudo de armas en la crestería. Las sillas bajas son veintiseis y en sus
tableros se representan episodios evangélicos de la vida de la Virgen y de
Cristo.
4.1. FRISO
INFERIOR.
Las
sillerías de coro se decoraban con temas muy variados tanto religiosos como
profanos.
No existe
un acuerdo unánime entre los historiadores sobre el planteamiento por parte del
comitente de un programa iconográfico para la realización de la escultura
profana o si, por el contrario, fue dejado en manos de los artistas; el clero se interesó
fundamentalmente en el programa iconográfico religioso.
Existen en
la sillería de San Benito una serie de frisos dispuestos en los respaldos de las sillas altas
y en el dosel de las bajas, en los que se desarrolla una iconografía basada en
motivos grutescos. Tomados de la antiguedad, responden no sólo a una concepción
humanista de vuelta al mundo clásico sino, tambien, a una corriente de
pensamiento neoplatónico.
Hacia el
año de 1480 se produce un hallazgo arqueológico en Roma que despertó el interés
de algunos artistas; fue el descubrimiento de pinturas antiguas de la época de
los emperadores en la “Termas de Tito” hoy conocidas como “Domus Aurea”
neroniana. Proporcionaron nuevos motivos que vinieron a enriquecer el repertorio
ornamental utilizado en las décadas anteriores; los nuevos motivos no hicieron
sino multiplicar los modelos. Las salas donde aparecieron aquellas pinturas de
la época de Augusto se consideraron, al estar bajo el suelo, como si fueran
grutas por lo que se las denominó con la palabra italiana GROTTE, y de donde
deriva el nombre con el que es conocida esta forma ornamental: GRUTESCO.
La
decoración grutesca presenta más figuras monstruosas o creadas por la imaginación
que reales. Para Miguel Angel suponían un entretenimiento y juego visual de
formas plásticas; otros señalaban como su valor primordial el simbolismo,
marginando el aspecto quimérico y fijándose en el aspecto de metamorfósis, por
la que las figuraciones grutescas venían a representar el mundo de los temas
mitológicos con un cierto sentido moralizante y con un valor simbólico.
La
decoración grutesca no es un simple adorno caprichoso, sino que en ella se mezclan
temas y fábulas poéticas, e incluso en ocasiones, se intercalan personajes o
escenas bíblicas en forma de alegorías. De esta forma el grutesco adquiere un
caracter moralizante y religioso a la vez que una forma de exaltación triunfal.
La
supervivencia de los mitos de la Antiguedad se hace más explícita en el
Renacimiento, en forma y en temática, que en el arte de la Edad Media. Algunos
textos, como la “Genealogía Deorum” de Boccaccio o Las Metamorfosis de Ovidio
fueron unas de las fuentes iconográficas teóricas y figurativas.
Los grandes
temarios de la decoración grutesca se introdujeron en España bien por los
artistas italianos o franceses que trabajaban en España, bien por los maestros
españoles que viajaron a Italia y aprendieron allí las nuevas formas
decorativas, -caso paradigmático el de Diego de Siloe-, bien por los grabados,
estampas o dibujos que circularon por Europa en un comercio muy amplio (como
los de D. Hopfer, Zoan Andrea o Nicoletto Rosex por ejemplo).
El
repertorio de la decoración grutesca es muy amplio, dado que coexisten
elementos de la ornamentación animal y vegetal del gótico con otros tomados de
la antiguedad romana y sobre los
que los artistas despliegan su fantasía creando complicadas formas ornamentales
o extraños seres monstruosos. En general, no son los maestros conocidos del momento
sus autores materiales, sino que utilizaron a equipos de tallistas que se
desplazaban de un lugar a otro, y salvo excepciones sus nombres permanecen en
el anonimato.
Lo
importante no son los temas, sino la forma en que los elementos vegetales y
animales se interpretan. Si ánimo de establecer un “corpus” de las figuraciones
que aparecen en los grutescos de la sillería se podrían señalar:
-Representaciones
de figuras antropomorfas dando preferencia a niños desnudos y/o con alas, jugueteando entre
vegetales o animales extraños, y figuras humanas amarradas por sus extremidades
de forma vegetal.
-Representaciones
de formas fantásticas o “monstruos” creados por combinación de vegetales y animales con una
transición de una especie a otra realizada con suavidad. Las figuras “sans nom”
(Chastel), las formas híbridas, constituyen el principal repertorio.
-Representaciones
de alegorías o
de temas mitológicos o poéticos.
-Representaciones
de productos fabricados por el hombre, como panoplias militares (formadas por corazas,
escudos, yelmos), candelabros, vasos, o cartelas.
-Representaciones
de figuras zoomorfas, como caballos (centauros, caballos alados, unicornios), reptiles
(dragones, basiliscos) o delfines (ninfas, tritones).
La
estructura visual de la decoración grutesca de la sillería presenta cuatro
características primordiales: “la simetría”, -las formas grutescas se centran a ambos lados de
una línea óptica o real, marcada por un motivo central, que divide la composición
en dos partes geométricamente semejantes-, “el movimiento”, -puttos, animales, figuras
humanas monstruosas, son elementos móviles-, “la monstruosidad”, -hombre con tronco de reptil y
piernas vegetalizadas, ave con tronco humano- , que quizás emana de un
pensamiento neoplatónico (principio del conflicto y unión de contrarios), y “la
serificación” o
repetición de motivos.
En general,
los temas responden a la mitología de la Antiguedad clásica y su simbología
manifiesta, -dentro de una concepción humanista y neoplatónica (recordemos que
se conoce como humanismo cristiano al esfuerzo de conciliación entre el
pensamiento pagano y la Biblia)-, el triunfo sobre la muerte y el ascenso a la
inmortalidad, que se alcanza con un proceso de depuración de la naturaleza y de
la materia que la aprisiona, y cuya expresión plastica la constituye en la
sillería los grutescos.
BIBLIOGRAFÍA.
-Manuel
Arias Martínez, “Sillería de San Benito el Real”, ficha nº 26 del Catálogo de
la colección del Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid 2009.
Ana Ávila
Padrón, “Imágenes y símbolos en la arquitectura pintada española (1470-1560)”,
-José
Fernandez Arenas, “La decoración grutesca. Análisis de una forma”, Barcelona
1979.
-Isabel
Mateo Gómez, Temas profanos en la Escultura Gótica Española. Las sillerías de
coro”, Madrid 1979.
-Arantzazu
Oricheta García, “La sillería coral del convento de San Marcos de León”, León
1997.
-Luis
Rodriguez Martínez, “Historia del Monasterio de San Benito el Real de
Valladolid”, Valladolid 1981.
-Mª Dolores
Teijeira Pablos, “Las sillerías de coro en la escultura tardogótica española.
El grupo leones”, León 1999.
-Ernesto Zaragoza Pascual, “La sillería de San Benito el
Real de Valladolid”, en “Nova et Vetera”, nº 19, 1985.
(cont.)
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