Sepulcro del Infante Alfonso (Cartuja de
Miraflores, Burgos).
(CUARTA Y ÚLTIMA PARTE)
II.V. ORNAMENTACIÓN (MARGINALIA).
Uno de los rasgos más atractivos del sepulcro
del infante Alfonso es la decoración, su abundancia y minuciosidad.
Como delimitación lateral del sepulcro, como
transición entre este y el muro de la iglesia, junto a cada uno de los pilares
figura una orla o banda decorada. En ellas encontramos entre ramas de vid con
hojas y racimos de uvas motivos tales como (y sin ánimo de ser exhaustivos) un mono
con cadena agarrado a un racimo, un hombre sujeto a un tronco con una de sus
manos mientras con la otra se lleva a la boca un recipiente, un ave de largo
cuello que picotea un racimo mientras debajo de él un putto se aferra a un
tronco, un ave que se muerde el ala con su pico y un nido con dos polluelos con
los picos abiertos mientras su madre les alimenta.
¿De la decoración marginal del sepulcro "se desprende un sentido simbólico o es
simple afán ornamental para recubrir determinadas superficies, siguiendo la
moda de la época?".
Mª Dolores Teijeira Pablos refiriéndose a esta
obra piensa "que sus orlas forman
parte del programa iconográfico que insiste en la salvación del alma del
difunto".
De manera habitual, sin embargo, se ha considerado
como un simple ornamento. Mª Jesús Gómez Bárcena, p.e., comparte la opinión de
Gutiérrez Baños al considerar que "la
figuración marginal tuvo, al menos en esta centuria, un carácter esencialmente
decorativo y una dimensión eminentemente visual", "lo cual no obsta para que sus temas tengan
un claro contenido tomado del contexto cultural del momento y forjado por
generaciones de tradición".
Otros motivos de estas dos orlas laterales son
un hombre que con un cuchillo trata de cortar un racimo, un caracol de cuya
concha parece asomar un hombre -si bien su rostro ha sido mutilado permanecen
sus manos-, un putto montado sobre un cuadrúpedo al que mete algo en la boca,
otro putto trata de coger un racimo para depositarlo en la cesta que cuelga
junto a él, un jabalí engulle un racimo de uvas, otro putto con una calabaza en
la mano o un putto jugando con un ave a la que agarra por el cuello.
Para los grandes Espíritus de la Edad Media el
mundo era tan sólo un símbolo; pero los artistas aunque a veces encerraron en
sus obras más pequeñas una concepción simbólica del mundo, la mayoría de las
veces se contentaron con reproducir la realidad, unas veces imitándola y otras
deformándola a su placer.
De algunos de los motivos es quizás más difícil
comprender su significado; así un híbrido de cuerpo humano y cabeza demoníaca
se sujeta a una rama, un hombre, junto a un racimo, mira con gesto de
desagrado, un encapuchado con la parte posterior de animal nos enseña su culo,
un cuadrúpedo de difícil identificación, animal con alas de murciélago y un ave
que se muerde el ala con su pico (ya vista).
Si bien algunos de los motivos elegidos tienen
un carácter funerario y fueron empleados en épocas anteriores es difícil
admitirlo para todos los casos. Probablemente su fuente de inspiración fueron
también las orlas de los "manuscritos iluminados", modelada por el
contexto cultural y la sensibilidad y gusto de los artistas. Así por ejemplo la
representación de un putto jugando con un ave a la que agarra por el cuello
recuerda la copia romana de un original griego en bronce del siglo II adC
atribuida a Boethus que se guarda en la Gliptoteca de Múnich (ejemplares
similares pueden verse en el Palazzo Altemps de Roma -Museo Nazionale Romano-,
y en Paris en el Museo del Louvre)
Difícil de considerar como escenas de
referencia religiosa pueden ser, p.e., la de un híbrido de hombre encapuchado y
animal que nos enseña su trasero, o la de un posible campesino que termina de
beber lo contenido en una calabaza. ¡Probablemente nuestros viejos artistas no
fueron nunca tan sutiles como sus exégetas modernos!.
Sin embargo un motivo con un sentido claramente
religioso -y repetido por Siloe en la Cartuja de Miraflores tanto en el
sepulcro de los reyes como en el retablo del altar mayor-, es el de un nido con
dos polluelos con los picos abiertos mientras su madre les alimenta; puede reformularse
como "pelícano que pica su pecho para resucitar a sus crías con su sangre"
-según una versión copiada de la leyenda del león que recogía Honorio de Autun
en sus sermones-, o como se leía en los bestiarios "pelícano que se abre
el pecho a picotazos para alimentar a sus crías hambrientas", tal como
Cristo en la cruz en la que dio su sangre para redimir a la humanidad. No hay
que olvidar que tal como los Padres de la Iglesia interpretaban las Escrituras
en la Edad Media el mundo material no era sino una perpetua figura del mundo
moral; la dificultad podía residir en que un mismo objeto podía significar
cosas diferentes. ¿En que medida son simbólicos los animales que decoran
sepulcros, sillería de coro o retablos?.
El lucillo del sepulcro está enmarcado por una
orla decorada que recorre la parte lateral izquierda del nicho, continua en la
rosca del arco escarzano, sigue por la parte lateral derecha y termina adornando
el borde inferior. Sobre una estructura calada de troncos y hojas de cardo
figuran: un ave y un dragón luchando, un putto que se señala su trasero, otro
alborozado, un mono con cabeza demoníaca, y ya en el arco dos cuadrúpedos
diferentes.
Las molduras vegetales en las que se
entremezclan aves, bestias y putti y que adornan sepulcros, retablos y portadas
muestran una rica y variada inventiva a veces fantástica; en el último cuarto
del siglo XV y en los comienzos del XVI estas molduras se hicieron universales
en España.
Siguiendo en el arco un perrillo saltando, un
dragón alado, un putto entre las ramas y un ave jugando con un dragón; y ya en
el inicio del lateral un monstruo semihumano amenazando a un putto y otro
agarrándose a un fruto.
Estas molduras de follaje, vides, putti, aves y
bestias las encontramos no sólo en ámbitos funerarios sino en las fachadas de
las iglesias o en las portadas de las capillas; así en la portada de entrada al
claustro de la catedral de Segovia (Juan Guaus), o en la fachada de la iglesia
de San Pablo (Simón de Colonia).
Termina la decoración lateral con dos putti uno
tocándose el trasero y otro arrancando una rama. Ya en la base: un conejo, dos
putti con una oca, un ave picoteando y
un putto reclinado sobre una ave.
En el siglo XV la ornamentación era heredera de
las tradiciones medievales. El "putto" -"hombre pequeño,
hombrecito", con figura de niño "aunque no son humanos"-, ya era
conocido por los iluminadores de principio de siglo en España (ver, p.e., en la
BNE el manuscrito de Petrus Comestor "Historia escolástica" del siglo
XIV); debió entrar en el arte español por primera vez a partir de manuscritos
italianos donde eran habituales.
Parece claro que en la realización de la orla
que enmarca el lucillo intervinieron
varias manos. Es fácil distinguirlas por las formas vegetales que emplean, y
por el diseño de animales y putti; los tres últimos de la derecha por ejemplo
feos, viejos y calvos, frente a los de la izquierda o la base aniñados y con
pelo. Da la impresión que estos artistas esculpieron estos animales, putti o
flores sin otra idea que la del placer de reproducir o fantasear sobre la
naturaleza viva inscribiendo simplemente unas formas entre ramas y hojas sin
más fin que el ornamental y sin simbolismo alguno. Parece difícil imaginar a
los severos teólogos transmitiendo un culto simbolismo mediante la
representación de un perrillo saltando entre las ramas, unos putti tocándose el
trasero, o la de un ave y un dragón jugueteando.
O por mostrar algunas de las representaciones
del interior del lucillo en general
difíciles de ver : ave amenazando a un caracol, demonio con rostro
humano, grifo, ave, rana y caracol fabuloso los cuatro con un racimo de uvas.
Los motivos empleados en lo ornamental por Gil
de Siloe sólo difieren de los de sus contemporáneos en su mayor minuciosidad e
inventiva.
Y para terminar, dado que el post no pretende
ser una recopilación de todos los motivos presentes en la decoración marginal
del sepulcro del infante don Alfonso -sino tan sólo incitar a una visita a la
Cartuja-, las orlas superiores del sepulcro presentan: un híbrido, cuadrúpedo y
ave en vuelo con racimo, perro sesteando, putto con ave o trepando entre las
ramas.
Quizás convenga observar que durante el reinado
de Enrique IV y de su hermana Isabel, se aprecia una producción de manuscritos
iluminados similar a la detectada en el "scriptorium" de Alfonso X el
Sabio [p.e. "Libro del caballero Zifar", "Libro de la
Montería"]. La reina castellana, aparte de costear códices iluminados por
artistas peninsulares, adquiría -o le regalaban-, libros miniados elaborados
por miniaturistas instalados en la corte europea más refinada del momento.
BIBLIOGRAFÍA.
-María
Jesús Gómez Bárcena, "Escultura gótica funeraria en Burgos", Burgos
1988.
-María
Jesús Gómez Bárcena, "El sepulcro del Infante Alfonso", en
"Actas del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la escultura de su
época", Burgos 2001.
-Beatrice
Gilman Proske, "Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York
1951.
-Fernando
Gutiérrez Baños, "La figuración marginal en la Baja Edad Media: temas del
"mundo al revés" en la miniatura del siglo XV", A.E.A. nº. 278,
Madrid 1997.
-Fernando
Gutiérrez Baños,"Hacia una historia de la figuración marginal",
A.E.A. nº. 285, Madrid 1999.
-Emile
Mâle, "L'art religieux du XIIIe siècle en France", Paris 1986.
-Louis
Réau, "Iconografía del arte cristiano", Barcelona 2008.
-Mª Dolores
Teijeira Pablos, "Un ejemplo de iconografía marginal funeraria: la orla
del sepulcro del infante Alfonso en la Cartuja de Miraflores", Reales
Sitios, Madrid 1997.
-Harold E.
Wethey, "Gil de Siloe and his school. A study of late gothic sculpture in
Burgos", Massachusetts 1936.
-Joaquín
Yarza Luaces, "Los sepulcros reales de la Cartuja de Miraflores", en
"La Cartuja de Miraflores. I.- Los sepulcros", 2007.
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