VII: Anexo
provisional (I). Los “apoyamanos” de los estalos bajos.
3. PECADOS Y
VICIOS (continuación)
Evagrio Póntico (345-399), también llamado Evagrio El Solitario, fue un monje ahora famoso por haber sido el autor de la primera lista conocida de los pecados capitales, denominados por él como "pensamientos o vicios malvados"; consideraba eran ocho:
gula, avaricia, lujuria o "fornicatio", ira, pereza o "acedia", orgullo o "superbia", vanagloria y
tristeza. Un par de siglos más tarde, el Papa Gregorio Magno (ca. 540-604) suprimió uno de ellos y apareció
la envidia en lugar de la vanagloria; Santo Tomás de Aquino (1225-1321), al
igual que la mayoría de los teólogos medievales, mantuvo la lista. El término
“capital”, según Tomás de Aquino, se refiere a que puede dar origen a muchos
otros pecados. “Un vicio capital es aquel
que tiene un fin excesivamente deseable de manera tal que en su deseo, una
persona comete muchos pecados todos los cuales se dice son originados en aquel
vicio como su fuente principal” [T de Aquino 11-11: 153:4]. En la sillería
de coro de la catedral de León los entalladores dejaron constancia de ellos profusamente
en la decoración, en especial de los entonces más abundantes en el clero como
era la lujuria y la gula; pero no se olvidaron de reflejar otros.
En uno de los “apoyamanos”
de los estalos bajos un hombre airado enseña la lengua al tiempo que muestra sus
dientes en gesto de burla o de ira. “Sentimiento
de indignación que causa enojo, o apetito o deseo de venganza”, dice el
diccionario de la RAE sobre la ira, por lo que encaja perfectamente en la
prescripción de Tomás de Aquino. El Arcipreste de Talavera, en el capítulo VIII
de la tercera parte de “EL Corbacho” escribe: “Hay otra manera de hombres que no
son de tan buena calidad como los susodichos: estos son los coléricos, que en
ellos predomina y señorea la cólera a las otras calidades. Estos tales son muy
curiosos y de gran seso, ardidos, sutiles, sabios, ingeniosos, movidos de
ligero y heridores. Y a estos que estas calidades tienen veréis de muchas veces
hacer sus hechos tan arrebatados que, si en algo alguna buena calidad tienen,
en otro la pierden. Hacen estos tales amando mucho mal …”.
Señala Isabel Mateo como el
vicio de la pereza se simbolizaba en la Edad Media mediante la alusión a “aquellos que prefieren la comodidad al
trabajo, representados por medio de figuras durmiendo, …”, y recuerda el
grabado de 1557 de Brueghel relativo a
la Desidia que rebosa de imágenes representativas de la pereza, y una sección
de la “Mesa de los pecados capitales” del Bosco, -conservado en el museo del
Prado-, en la que la Accidia es ilustrada mediante la figura de un hombre
adormilado en un sillón mientras una dama, rosario y libro de oraciones en
mano, intenta despertarle para que la acompañe a la iglesia.
En una
misericordia de la catedral de León se ha tallado la imagen de una monja que
duerme plácidamente apoyada sobre su mano derecha, y que podría simbolizar uno de los siete pecados capitales
señalados en el Catecismo de la Iglesia Católica: la pereza; no obstante, en la preocupación de los clérigos no figuraba la pereza con la misma asiduidad con que se aludía a los otros pecados. El Papa Gregorio
Magno, en el siglo VI, suprimió la tristeza de la lista de los pecados
capitales –hasta entonces incluida – al considerar era una forma de pereza.
Así mismo en
uno de los pomos de los estalos bajos es la imagen de un monje durmiendo la que
se ha representado aludiendo a este vicio.
Señala
María Asenjo que la Iglesia consideraba
“como pecado grave la pereza, ya
que significaba el abandono espiritual y el desprecio hacia las obligaciones
religiosas, además de una tristeza desesperanzada”; por otra parte “en una época en la que los mendicantes y
vagabundos se multiplicaban en las ciudades de Occidente, …, la pereza era
entonces la amenaza del orden establecido”.
Apunta
Louis Réau entre los animales que simbolizan algún vicio o pecado capital al
perro: “…, considerado en Occidente el
amigo del hombre y el emblema de la fidelidad, fue siempre mirado en Oriente
como un animal impuro. … Sólo en la Edad Media, la Iglesia y el feudalismo de
Occidente fueron quienes rehabilitaron a este animal despreciado”. Y una
imagen cuya presencia suele ser habitual en las sillerías de coro es la de un
perro royendo un hueso. Es el caso también de León donde al menos en dos
misericordias de las sillas bajas y una de las altas (de la que no dispongo de
fotografía) presentan a este animal en esa situación.
La
asociación entre el hueso y la envidia parece provenir del texto bíblico “Corazón apacible es vida del cuerpo,/ y la
envidia es la caries de los huesos” [PROVERBIOS 14,30].
Dado que en los
estalos de León el perro unas veces figura con hábito representativo de los
clérigos y otras desnudo, Isabel Mateo interpreta que la imagen de la
misericordia en la que figura el perro desnudo se refiere a la envidia de los laicos
y en el otro caso a la de los clérigos. No
obstante conviene señalar que a lo largo de la Edad Media la envidia se asoció
primero con la murmuración, luego con la codicia y finalmente con el odio, en
función de la evolución de las condiciones sociales, por lo que la iconografía
del perro royendo un hueso aludiría por
tanto tan sólo al segundo estadio.
Según Réau “los dos pecados capitales que los
predicadores denunciaban con más insistencia desde lo alto del púlpito eran la avaricia
y la lujuria”. Probablemente fue la “Psicomaquia” de Prudencio la primera fuente textual de la
iconografía del avaro, aunque es durante el Románico cuando realmente se
personifica en un hombre con la bolsa al cuello. Maeterlinck considera que una
figura similar de la sillería de coro de Diest (Bélgica) representa el avaro.
E Isabel Mateo
escribe: “en una misericordia de la
sillería de León aparece un hombre con la mano izquierda puesta sobre la bolsa
del dinero que cuelga de su cinturón”. Carezco de fotografía que ilustre la
afirmación de la historiadora, no recuerdo haber visto nunca esa misericordia y
consultado el “Corpus of medieval misericords. Iberia", de Elaine C. Block
tampoco la encuentro. ¿Error de apreciación por la mala iluminación de la
sillería?. Suelen asociarse los conceptos bolsa-avaricia-hurto en la
iconografía cristiana por la figura de Judas Iscariote que ejercía de tesorero
de los doce Apóstoles y de quien en la Biblia se señala: “… dijo esto, no porque se preocupara de los
pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sustraía lo que se echaba
en ella” [Juan, 12,6]. En este sentido un relieve de las sillas altas del
que tengo una mala fotografía muestra a un hombre acompañado de un pequeño
diablo robando la abultada bolsa de su confesor justo en el momento en que este
le concede el perdón.
Quizás a manera de resumen convenga señalar un relieve de los estalos bajos en el que un hombre es devorado por una gran boca de animal, una alusión a la gran boca del infierno tan empleada en la época para significar como éste engullirá al pecador.
Quizás a manera de resumen convenga señalar un relieve de los estalos bajos en el que un hombre es devorado por una gran boca de animal, una alusión a la gran boca del infierno tan empleada en la época para significar como éste engullirá al pecador.
Idea también
repetida en un pomo por un distinto entallador. La
imagen de Leviatán, representada en el medievo bajo la forma de una boca
abierta que traga las almas, estuvo muy extendida dado que servía para evocar la
entrada a los infiernos.
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Al
no concedérseme permiso para acceder y fotografiar los estalos altos creo que
no debo seguir escribiendo sobre la sillería con la misma lógica que hasta
ahora al carecer de una visión global, por lo que me limitaré a publicar las fotos de que dispongo agrupadas por
elementos y con algún comentario.
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A1. APOYAMANOS.
La palabra
“Apoyamanos” [“Appui-main" en francés, y “Arm-rest” en inglés] no figura en el
Diccionario de la lengua de la Real Academia Española en su edición
del tricentenario (actualización 2018); tanto peor. Adheridos al frente del
panel lateral del estalo tienen como función el ser un punto de apoyo para las
personas que padecían dificultades para levantarse de la silla. En los estalos
bajos de la sillería de coro de la catedral son pequeñas esculturas de bulto
redondo, excepto en un caso que se aproxima a la forma casi cilíndrica con
tallas diferentes en sus caras. El motivo que ilustran, en general, no tiene
nada que ver con lo representado en los relieves laterales.
En el “coro del
Obispo” [ramal de la sillería del lado de la Epístola] predominan las
representaciones de animales imaginarios o reales. Francesc
Eiximenis en su “Ars Praedicandi populo”
recomendaba la utilización en los sermones de referencias al mundo animal, y
como nos recuerda Manuel Ambrosio “¿qué mejor forma
para instruir a los fieles en los fundamentos de la fe católica y para
entretenerlos al mismo tiempo que referirse a las propiedades de animales,
plantas o minerales?... sirven para transmitir una enseñanza, ya sea de
carácter doctrinal o moral, pero también divierten”.
De difícil
descripción, -bípedo cubierto de escamas, cuadrúpedo fantástico de marcada
espina dorsal, o monstruos con partes del cuerpo enroscado-, probablemente no
comporten simbolismo alguno.
Cuatro de ellos,
también animales imaginarios, aproximan su forma a la esférica, lo que les dota
de una cierta singularidad. Con cierto grado de buena voluntad podrían
describirse como: sapo con la barriga abultada, animal saliendo de la cazuela,
cuadrúpedo de orejas puntiagudas de cuyo vientre pende una cría y fiero animal
fantástico retorcido.
La
representación más “humana” quizás sea la de un apoyamanos que presenta una
figura con cabeza de sátiro. Los sátiros eran criaturas masculinas mitológicas
que acompañaban a los dioses Dionisio y Pan, por lo que se les caracterizaba
como amantes del vino, la música, el baile y las mujeres. Excepcionalmente un
apoyamanos de los estalos bajos del “coro del Obispo” presenta una forma
arcaica alejándose de las figuras de bulto redondo y asemejándose a la de los
pomos con una imagen diferente por cada lado.
En los estalos
bajos del “coro del Rey” [ramal de la sillería del lado del Evangelio] las
representaciones predominantes en los apoyamanos son también las de animales
imaginarios o reales. Uno de ellos, el murciélago, es según Réau “una de las
dos encarnaciones del demonio, del príncipe de las tinieblas, y por eso Satanás
se representa con alas de murciélago. Animal híbrido, a la vez pájaro y ratón,
simboliza la duplicidad, la hipocresía”. Es símbolo, también, de la melancolía
porque tan sólo sale con el crepúsculo.
Con una cierta
frecuencia en los manuscritos y en las sillerías de coro de la época se representa la
figura de un cuadrúpedo aseándose o mordiéndose una pata. En el caso de las
sillerías de coro una de las razones de su presencia obedece simplemente a ser un
elemento decorativo cuya forma se adapta perfectamente al elemento funcional en
que aparece; pero en la Edad Media su presencia se debió en muchos casos a la
fama que le dio al figurar en el Cuaderno de Villard de Honnecourt [dibujo en la parte inferior de una de las hojas].
En el estalo
correspondiente al panel con la imagen de Daniel un simio vestido con una corta
túnica se ha tallado a manera de apoyamanos. El mono fue uno de los animales
mas representados en la Edad Media tanto en los manuscritos iluminados como en
las sillerías de coro. Su afinidad con el hombre y sus costumbres suele ser la
base de su simbolismo, si bien el que le imputa el “Physiologus”, el demonio o
diferentes pecados, es casi siempre el predominante.
La única
representación humana en los apoyamanos de los estalos bajos de la sillería es
la de una figura de un anciano calvo y con barba que aparece enroscado para
adaptarse a la forma seguida por este tipo de elementos. Desconozco su posible
simbolismo si es que lo tiene.
BIBLIOGRAFÍA.
-Anónimo, "Cancionero
de obras de burlas provocantes a risa", Valencia 1519.
-María Asenjo González,
“Integración y exclusión. Vicios y pecados en la convivencia urbana”, en “Pecar
en la Edad Media, Madrid 2008.
-Elaine C.
Block, "Corpus of medieval misericords. Iberia", Turnhout 2004.
-Máximo Gómez
Rascón, "El coro de la catedral de León", León 1994.
-Dorothy y
Henry Kraus, "Las sillerías góticas españolas", Madrid 1984.
-L.
Maeterlinck, "Le genre satirique fantastique et licencieux dans la
Sculpture flamande et wallonne. Les misericordes de stalles.", Paris 1910.
-Isabel Mateo
Gómez, "Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de
coro", Madrid 1979.
-Isabel Mateo
Gómez, “Sillería de coro. Escenario para el oficio divino”, en “La Catedral de
León. Mil años de historia”, León 2002.
-Louis Réau, “Iconografía
del arte cristiano. Introducción general”, Barcelona 2008.
-Manuel
Ambrosio Sánchez Sánchez, “Los Bestiarios en la predicación castellana
medieval”, Salamanca 1994.
-Mª Dolores
Teijeira Pablos, "Las sillerías de coro en la escultura tardogótica
española. El grupo leonés", León 1999.
(cont.)
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