sábado, 3 de septiembre de 2011

MARGINALIA (II)

Marginalia en la Portada del Colegio de San Gregorio (Valladolid).


“En Valladolid, cerca del palacio del rey, había un colegio sito en un monasterio de religiosos de Santo Domingo, que se llama iglesia de San Pablo; cuyos colegio y monasterio son los más bellos y ricos lugares que se podrían encontrar, …”.
(Lorenzo Vital, 1517, “Relación del primer viaje de Carlos V a España”).

1. DE ORLAS Y FRANJAS DECORADAS.

La fachada del Colegio de San Gregorio (Valladolid) constituye uno de los ejemplos clásicos de lo que se conoce como “arquitectura vegetal”, donde los elementos de la estructura se modelan para adquirir el aspecto de formas vegetales, convirtiendose en troncos los pilares y en ramas los arcos.
Los intérpretes de la arquitectura vegetal, ante el silencio de las fuentes literarias sobre su significado, han buscado la razón de esta arquitectura como un intento de provocar en el espectador el asombro o sorpresa o en una interpretación simbólica (como, por ejemplo, una reacción al descubrimiento de América).
Según el primer cronista del colegio, Gonzalo de Arriaga, fue comenzado a construir en 1488 y terminado en 1496. Hay un vacío documental grande para los primeros años de la obra por lo que se desconoce el autor de la traza general de la portada. Confusión aumentada porque los nombres de los mejores canteros e imagineros que trabajaban en Castilla, en la época, se relacionaron con la obra; el análisis formal apunta a los talleres de Simón de Colonia y de Gil de Siloe.
La portada de San Gregorio fue concebida como una especie de telón o retablo vegetal de tres pisos, con un enorme panel heráldico en su centro, cuyo protagonista es un enorme árbol de granado que emerge de una fuente poligonal, alrededor de la que varios grupos de niños juegan o pelean, y que abraza las armas reales. Unas series de enormes salvajes, soldados y reyes de armas cobijados bajo chambranas completan la portada que se enmarca por dos orlas vegetales.
Un antecedente de la fachada puede ser el retablo del Árbol de Jessé de la catedral de Burgos,- un árbol envuelve el relieve de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada como aquí el granado envuelve las armas reales-, realizado por Gil de Siloe y que sabemos sirvió de modelo (así constaba en el contrato firmado por el escultor) al desaparecido retablo de la capilla del Colegio de San Gregorio.
Las marginalias que llaman más la atención están estructuradas en dos franjas decorativas que cortan los manojos de troncos que simulan ser los pilares de la portada, en otras dos franjas, a modo de capiteles, sobre las jambas de la puerta y en las dos orlas vegetales que enmarcan la portada. Las ménsulas que soportan a los caballeros tambien llevan detalles chocarreros al uso corriente de la época.
Los niños y animales, -entre los que destacan el murciélago y la arpía de los ángulos-, dado el carácter de estos y las actitudes adoptadas por los personajes pueden indicar una significación negativa.
Las figuras de pequeños niños sin alas (“putti”) jugando entre el ramaje, y componentes de las marginalias realizadas por Gil de Siloe en el sepulcro del Infante don Alfonso en la cartuja de Miraflores, forman parte del mismo repertorio figurativo. Los ornamentos vegetales en los dos casos son plantas vivas, con exóticos frutos, por donde juegan animales, niños, o pequeños seres híbridos.

La tipología de la vegetación plantea novedades sobre la tradición gótica. Las hojas son las habituales cardinas, pero sus frutos son de un tipo botánico distinto. 
Los niños sostienen en sus manos voluminosas mazorcas: una especie de piña, que Siloe había empleado en ocasiones anteriores (como en el guardapolvo del retablo de la capilla de Santa Ana de la catedral de Burgos) y que aquí, retorciendose sobre sí mismo, es mucho más alargado y estilizado, y un segundo tipo donde la mazorca deja ver sus granos a través de las hojas que la envuelven; este tipo se asemeja extraordinariamente a una planta de maiz.
Los niños o puttiis, pertenecen al vocabulario estilístico más básico de Gil de Siloe, quien explotó esta imaginería en los sepulcros de la Cartuja de Miraflores. Aunque su tipología es la misma, su factura material en Valladolid no debe nada a este maestro.
La palabra putto (singular de putti), palabra italiana que proviene de la latina putus, significa "hombre pequeño, hombrecito" y adquirió su significado como término artístico en la época moderna. Es una figura de niño, -aunque no son tales pues "no son humanos"- casi siempre del género masculino, normalmente desnudo y alado, y fue muy abundante en el arte del Renacimiento y del Barroco italiano, aunque proviene del arte antíguo. Son seres espirituales y podrían describirse, en general, como pequeñas personas desnudas de género indeterminado.
Los putti son diferentes de los querubines, aunque suelen confundirse; querubín significa ángeles bíblicos. Los putti son alegóricos, no figuras literales, y en el arte cristiano llegaron a representar la omnipresencia de Dios. A un putto que represente a Cupido se le denomina amorino (plural amorini).
Los putti fueron un motivo clásico, abundantes en los sarcófagos de niños de la segunda centuria, donde se les representaban peleando, participando en ritos “dionisíacos”, jugando, etc.
El renacer de la figura del putto se atribuye normalmente a Donatello (Florencia 1420 ), pero se conocen manifestaciones más tempranas. “Putti”, cupidos y ángeles se dan tanto en el arte religioso como en el profano desde el 1420 en Italia y a finales del siglo XV en los Paises Bajos, Alemania y España;volvieron a renacer en el siglo XIX con los pintores academicistas franceses.
La iconografía de los putti no está completamente determinada, por lo que es dificil establecer la diferencia entre “putti”, cupidos, y diversas formas de ángeles. No tienen atributos específicos, atributos que les identifiquen inmediatamente, de forma que los putti pueden tener distintos significados y presentar distintos modelos de conducta en el contexto del arte.
Al usar a niños como modelos para los putti (o para los querubines) los pintores no captaban su verdadero concepto pues los niños son demasiado cándidos, por un lado, mientras que los putti son inteligentes y resueltos; probablemente fue el intento de los artistas por evitar pintar o esculpir sencillamente a niños lo que llevó a que losputti sean a veces muy distintos unos de otros, algunas acertados y muchas feos.

BIBLIOGRAFÍA.

-Agapito y Revilla, Juan, “El colegio de San Gregorio de Valladolid”, en Bol. de la Sociedad Castellana de Excursiones, nº 57- 1907, nº 107 y 108-1911, nº109-1912.
-Ara Gil, C.J., “Escultura gótica en Valladolid y su provincia”, Valladolid 1977.
-Castán Lanaspa, Javier, “Arquitectura gótica religiosa en Valladolid y su provincia (siglos XIII-XVI)”, Valladolid 1998.
-Hoyos Manuel Mª de, “Historia del colegio de San Gregorio de Valladolid”, [edita la crónica de Gonzalo de Arriaga, 1634], 1928.
-Pereda, Felipe, “La morada del salvaje. La fachada selvática del colegio de San Gregorio y sus contextos”, en “Los últimos arquitectos del Gótico”, Madrid 2010.
-García Mercadal, J (ed.), “Viajes de Extranjeros por España y Portugal. Desde los tiempos más remotos hasta fines del siglo XVI”, t.I, Junta de Castilla y León, 1999.


NOTA 1: 
De forma un tanto arbitraria no se ha considerado como marginalia, por su tamaño, a motivos como el del viejo que se mesa la bárba o al del cuadrúpedo entre la hojarasca.

(cont.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario