viernes, 25 de noviembre de 2011

SILLERÍAS DE CORO (II)


Sillería de la Capilla del Colegio de San Gregorio, Valladolid (II).
(SEGUNDA PARTE)


La curiosísima escultura, -que decía el Padre Arriaga- de la sillería de coro de la Capilla del Colegio de San Gregorio, se sitúa en los apoyamanos; no conozco de la existencia de algún intento de descripción, por lo que el texto que sigue es tan sólo una hipótesis, un pequeño juego detectivesco. En uno de los grupos de sitiales hay un claro predominio de cabezas humanas; en el otro por el contrario la mayoria son animales fabulosos con tan sólo una talla de un hombre.

Una muestra del deseo de perpetuar su imagen nos la dió Fray Alonso de Burgos en el sepulcro que encargó a Simón de Colonia. 
Antonio de Lalaing, con motivo del “primer viaje de Felipe el Hermoso a España en 1501” escribió:
Allí construyó dicho obispo [Fray Alonso] una capilla donde está enterrado en sepulcro de alabastro, sobre el cual hay siete u ocho personajes de alabastro retratados del natural, como el rey, la reina, la princesa de Castilla, hermana del Archiduque, el príncipe don Juan su marido, el comendador mayor y encima está sentado un obispo de pontifical”.

El autor de la sillería debió utilizar para inspirarse monedas y alguna estampa o grabado; así, la representación del rey Fernando de Aragón recuerda a su iconografía en el "doble excelente", -moneda entonces acuñada por varias cecas- o a la del cuadro de Diego de la Cruz conocido como "La Virgen de la Merced con la familia de los Reyes Católicos". La de la reina Isabel se parece al retrato que la hizo Juan de Flandes.

Tenemos, de esta manera, probablemente identificados las imágenes de cuatro de los relieves de los  primeros estalos de la sillería; su autor parece incidir en una dirección iconográfica similar a la del sepulcro:
-la princesa de Castilla, Margarita de Austria, hermana del Archiduque y mujer de Juan de Aragón y Castilla, único hijo varón de los Reyes Católicos,
-el principe Juan,
-la reina Isabel la Católica,
-el rey Católico Fernando de Aragón.

La ubicación de los motivos ornamentales, las tallas colocadas en los apoyamanos, parecen obedecer a una cierta intencionalidad; posiblemente se buscase una finalidad estética y simbólica en los motivos que los decoran. A señalar las oposiciones que se observan entre medallones de un mismo apoyamanos.

Así, en el de separación entre los estalos de los Reyes Católicos, y enfrentados a sus imágenes figuran la representación simbólica de Fray Alonso: su escudo, -flor de lis en campo sinople, a la que se añade bordura de plata con cruces dominicanas-, y su recuerdo como perseguidor de herejes asociado al alboraique. Su inclusión entre los reyes trata de hacerle aparecer como hombre de confianza y como figura clave en el nuevo orden implantado por aquellos.

Dos cabezas masculinas con sombreros con beca (tocado consistente en una copa encajada en una rosca, adornado con una tira de tela muy larga y más o menos ancha) representan a los escolares, clérigos, del colegio. En el Diccionario de Covarrubias de 1611 se define la “beca” como “cierto ornamento que usaban los clérigos constituidos en dignidad”, y en el Diccionario de Autoridades de 1726, entre otras acepciones de esta voz, se recoge la de “una insignia de diversos colores que usan los clérigos … y es como una faja o lista de una cuarta de ancho y de cuatro varas de largo; se cruza sobre el pecho y, subiendo por los hombros, desciende por las espaldas”.
El águila, con plumaje tallado con minuciosidad, se apoya sobre un tronco. Tiene habitualmente un significado positivo, aunque en ocasiones presenta un significado negativo alusivo a la soberbia, al orgullo y al poder mundano.
Se dice en el Fisiólogo en la versión atribuida a San Epifanio: “El águila, reina de las aves, recibe el nombre de su muy dilatada vida, ya que llega a vivir un centenar de años. Cuando envejece se le curva el pico y los ojos se le nublan, de modo que ni puede ver no tomar aliento. De ahí que vuela hacia lo alto y se lanza contra una escarpada roca, en la que golpea su pico; se sumerge en las frías aguas y se expone a los rayos del sol. Entonces caen de sus ojos las legañas y de nuevo se rejuvenece. Tú, pues, hombre espiritual, cuando te veas bajo el peso de la multitud de los pecados, sube a lo alto -esto es, a la propia conciencia de ti mismo- y arrójate contra la piedra -es decir, la ortodoxia de la fe-; llora la multitud de tus pecados y, tras lavarte en las aguas perpétuas -es decir, las lágrimas-, caliéntate con los rayos del Sol -esto es, acércate al calor de la penitencia en la comunidad de los fieles y en el Santo Espíritu-; arroja las legañas -esto es, los pecados-; enseguida se renovará tu juventud, como la del águila, y serás llamado justo en la presencia de Dios”.
[Alboraique: “corcel que el Arcángel Gabriel regaló a Mahoma sin una forma definida, sin ser caballo ni mula, macho ni hembra”, para trasladarle de Jerusalen a La Meca en una noche.]
Mas problemáticas de interpretar parecen otras tallas de la primera bancada.
La figura masculina con perilla y con terminación puntiaguda del tocado con que cubre su cabeza podría ser algún personaje de la familia real pero me inclino por la posibilidad de que se trate de un profeta. A veces, se utilizaba este tipo de tocados para denotar procedencia oriental, representándose de este modo a los Profetas del Antiguo Testamento. Su ubicación, -opuesto  a la imagen de la reina en el mismo apoyamanos-, le identificaría, desde el punto de vista físico y moral, como la antesala y sostén de los acontecimientos venideros.

La referencia a animales y la utilización de alegorías para facilitar la comprensión de ideas complejas y ayudar en su recuerdo fue muy utilizado en las homilías. El arte se concebía como una enseñanza religiosa, y los animales constituían símbolos a descifrar. Las criaturas fabulosas eran obra de Dios como cualquier otro animal; sin embargo eran inferiores a los hombres porque no tenían inteligencia, tan sólo les guiaban los instintos.
En la Edad Media fueron numerosos los textos en que aparecía el infiel o el hereje descrito como una bestia o monstruo, fuese para simbolizar su maldad fuese para explicar su poca inteligencia.
Decía el Padre Arriaga en el siglo XVII que adornaba el coro de la capilla del Colegio de San Gregorio una sillería de nogal de curiosísima escultura. Hoy podemos sospechar que la dirección iconográfica de la primera bancada es la de una figuración en la que se buscaba presentar la unión entre la Monarquía y Fray Alonso al tiempo que se canta su victoria sobre la herejía.


BIBLIOGRAFÍA.

-“Escultura gótica en Valladolid y su provincia”, Clementina Julia Ara Gil, Valladolid 1977.
-“Aportaciones al estudio del legado artístico de Fray Alonso de Burgos”, José Ignacio Hernández Redondo, Bellaterra 2001.
-“Historia del Colegio de San Gregorio de Valladolid”, Gonzalo de Arriaga, editado por Manuel Mª Hoyos, Valladolid 1928-40.
-“Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos”, Carmen Bernis, Madrid 1978 y 1979.
-“Viajes de extranjeros por España y Portugal”, J. García Mercadal, Junta de Castilla y León, Salamanca 1999
-“Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de coro”, Isabel Mateo Gómez, Madrid 1979.
-“Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance”, Beatrice G. Proske, Nueva York 1951.
-““El Fisiólogo” atribuido a San Epifanio”, Santiago Sebastián (Ed.), Madrid 1986.

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