miércoles, 23 de mayo de 2012

RETABLOS (V)

Retablo mayor de la iglesia de la Asunción de Gumiel de Izán.


Las oraciones del Rosario, eran la liturgia del pobre; los Hermanos conversos, los legos, y los religiosos que no sabían leer ni escribir, tomaron la costumbre, a partir del siglo XIII, de testimoniar su devoción recitando tres grupos de Padrenuestros y Avemarías para reemplazar el rezo del Salterio (los 150 Salmos de la Biblia que los religiosos tenían que rezar cada semana).
A finales del siglo XV los libros eran muy caros, por lo que difícilmente  cada monje, o las personas piadosas, podían ser dueños de un libro de oraciones y menos aún de una Biblia; ello facilitó la popularidad de las estampas.
Uno de los grabados más conocidos fue el de la "Virgen del Rosario", firmado y fechado por fray Francesc Domènec en 1488. Es calcográfico, en talla dulce, técnica entonces bastante inusual; la matriz, comprada en Valencia, se guarda ahora en la Bibliothèque Royale de Belgique en Bruselas. La fotografía anterior corresponde a la de una de las pruebas que el comprador, Henri Hymans mandó tirar en papel antiguo y envió a Valentín Carderera; fue publicada en el Museo Español de Antiguedades en 1873 acompañada por un artículo de Isidoro Rosell y Torres.
El retablo mayor de la iglesia parroquial de la Asunción en Gumiel de Izán es uno de los grandes retablos tardogóticos en la transición hacia el renacimiento de la antigua Corona de Castilla que han llegado hasta nosotros. Según Ainaud de Lasarte y Durán Senpere en ellos "se acentuó al máximo la tendencia narrativa e iconográfica, constituyendo así el factor de compensación del ornamentalismo en que se sumió la escultura pétrea de fachadas e interiores...".
El retablo formado por banco, tres cuerpos de cinco calles y un Calvario en el remate, en la actualidad está compuesto por 15 relieves, que se corresponden bastante con los Misterios del Rosario y dos grupos de tallas que representan a los evangelistas. En la pulsera, que en su parte superior toma la forma de un arco conopial trilobulado, hay diez esculturas exentas, y en las pilastras de la arquitectura una veintena de figurillas que pueden asimilarse a profetas o a santos.
En el remate del retablo, a la derecha, bajo la imagen de San Juan, enmarcado por una guirnalda y bajo capelo episcopal se ve el escudo del obispo don Alonso Enríquez -hijo de don Fadrique Enríquez Almirante de Castilla-, que gobernó la diócesis de Osma entre 1506 y 1523. Sus armas, el mantelado de los Enrique. Es probable que nos indique la finalización del retablo bajo su episcopado, o el haber costeado sus últimos pagos; el retablo se realizaría, por tanto, según Martínez González, entre 1505-1515.
Bajo la figura de María, a la izquierda del espectador, en el ático del retablo, figura un escudo bajo capelo episcopal enmarcado por una guirnalda: en campo de oro cinco rosas de azur y bordura de azur con cinco flores de lis de oro. El escudo parece retocado, y, además, dista mucho de corresponderse con las tradicionales descripciones de las armas del obispo de Osma don Alonso de Fonseca (1493-1505), -en campo de oro cinco estrellas de gules puestas en sotuer y timbre episcopal-, prelado anterior en la diócesis a don Alonso Enriquez. ¿Pequeño misterio a descubrir el de su pertenencia?. En el Libro de Fábrica del año 1692 se documenta un trabajo de pintado del retablo, con un coste de más de 1.100 reales; pudo ser cuando se transformaron las armas si las originales eran las de don Alfonso Ulloa de Fonseca Quijada.
[Nota sobre asuntos medievales: Existe en la provincia de Salamanca un hotel con encanto denominado "Castillo del Buen Amor". Originariamente fue una fortaleza y la leyenda le denominó como Castillo del Buen Amor, de Villanueva de Cañedo o Castillo de Fonseca. Don Alfonso de Fonseca Quijada obispo de Cuenca, Ávila y Osma lo adquirió en 1477 de Alfonso de Valencia, a quien los Reyes Católicos lo habían donado un año antes. El obispo Fonseca transformó el castillo en su palacio donde convivió con ,su amante, doña Teresa de las Cuevas, con quien tuvo cuatro hijos]
El retablo está dedicado a la Virgen como demuestran las escenas principales en la calle central - Nacimiento, Asunción y Coronación por la Santísima Trinidad-, pero los principales asuntos representados en él hace que debamos relacionarlos con los misterios del Rosario.
Es indudable la deuda de su anónimo autor con los grabados en circulación común en la época. Pero no debe pensarse que en los tiempos en que se realizó el retablo era esto algo anormal. Así, p.e., en "The Metropolitan Museum of Art" de Nueva York, se expone, habitualmente en la Gallery 626 [pero puede verse en internet en las páginas del Museo], el siguiente cuadro
titulado "Los quince Misterios y la Virgen del Rosario", datado en ca. 1515-20, y atribuido a Goswijn van der Weyden, nieto de Rogier van der Weyden. Las quince representaciones de la parte superior del cuadro, alusivas a los quince misterios del rosario, -gozo, dolor y gloria-, presentan una iconografía muy similar a la del grabado de 1488 de Francisco Domènec, lo que pudo ser fruto de una influencia directa, -lo más probable en este caso-, o en que ambas se basasen en una obra anterior más antigua y hoy no identificada.
El ciclo iconográfico del retablo presenta una secuencia narrativa que se inicia, de izquierda a derecha, en el cuerpo superior con las escenas de la Anunciación, Nacimiento, Adoración de los Reyes y Presentación del Niño en el templo. Corresponderían a la representación de cuatro de los misterios Gozosos del Rosario.
El primer relieve, el de la Anunciación, presenta la composición habitual del tema, con la Virgen arrodillada en su reclinatorio recibiendo la visita del arcángel San Gabriel (representado de pie como en el cuadro de Weyden, y al que probablemente le falte el ramo de azucenas en su mano derecha). En una ventanita aparece Dios Padre -frecuente en esta representación en el siglo XV-, queriendo subrayar que al mismo tiempo se produce la Encarnación.
El siguiente relieve es el del Nacimiento. Arrodillados la Virgen y San José en actitud de adoración, con el Niño en el centro en el pesebre; este tipo de iconografía aparece en el siglo XV pues hasta entonces la representación clásica era la relatada en los Evangelios Apócrifos, por lo que solía presentarse a la Virgen en la cama acompañada por las comadronas.
En el tercer cuerpo se presenta la Adoración de los Magos. La Virgen sostiene al Niño que juega con las monedas que le ofrece uno de los Magos en una copa; completan la escena San José y los otros dos Reyes (uno de ellos ya es negro) con uno de sus pajes. Aparecen en el Evangelio de Mateo [Mt 2-11] "y entrados en la casa, vieron al niño con María, su madre, y de hinojos le adoraron, y abriendo sus alforjas, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra"; Mateo no indica ni su número ni el nombre, y sería a partir de los "Evangelios Apócrifos" que se irían añadiendo detalles por los artistas en sus representaciones.
El último relieve del tercer cuerpo del retablo corresponde a la Presentación del Niño en el templo. El anciano Simenón se halla en el centro, detrás de un altar en el que se sitúa al Niño; en primer término la Virgen y San José, en segundo término una criada con una cesta con unas tórtolas para el sacrificio y la profetisa Ana ayudante de Simeón. Por asociación de simbolismos se considera que la escena presenta el momento de la Purificación de María tras el parto según la ley mosaica.
En el segundo cuerpo sigue la narración con las escenas de Jesús entre los Doctores, la Última Cena, el Prendimiento y Jesús camino del Calvario.
En el primer relieve del segundo cuerpo se presenta a Jesús, aún niño, hablando mientras cuenta con los dedos sus argumentaciones; a su alrededor los doctores, uno de ellos con lentes, muestran gestos de asombro. Es el pasaje conocido como Jesús entre los doctores dado a un texto del Evangelio de Lucas [Lc2, 41-50]; constituye el último de los relatos de la infancia de Jesucristo en los Evangelios. Conviene notar la presencia de la Virgen al fondo como corresponde a la representación de los misterios gozosos del Rosario.
Con el segundo relieve del segundo cuerpo, donde se representa la Última Cena, comienza el ciclo de la Pasión en el retablo de Gumiel. En torno a una mesa se sitúan con Jesús los doce apóstoles; Judas lleva como atributo identificativo la bolsa de las monedas que cobró por la traición y San Juan aparece reclinando su cabeza sobre el pecho de Cristo (pervivencia de la representación en época románica). La escena litúrgicamente es importante pues quiere significar la institución del sacramento de la Eucaristía.
El tercer relieve del segundo cuerpo, aunque reúne varias escenas en la misma composición, caracteriza el Prendimiento.  En la parte inferior izquierda se presenta la escena de Pedro cortando la oreja de Maldo (un sirviente del sumo sacerdote Caifás) caído; por otra parte, Judas besa en la mejilla a Jesús como gesto de su traición, y por la parte derecha del relieve aparecen los soldados uno de los cuales sujeta ya a Jesús.
El último relieve del segundo cuerpo presenta a Jesús llevando la cruz hasta el Gólgota ayudado por Simón el Cireneo; un soldado le encamina atado con una cuerda. Es la escena conocida como Jesús camino del Calvario; la representación, ahora habitual de Jesús cargando la cruz completa sobre uno de sus hombros, más antigua que se conoce es de c.a. 430 d.C.. Los romanos obligaban al condenado a cargar con el travesaño, una viga de unos 2 m. llamada "patibulum", sobre ambos hombros; la viga solía utilizarse luego como la parte transversal de la cruz.
En el cuerpo inferior las escenas representadas son la Crucifixión, el Llanto sobre Cristo muerto, el Santo Entierro y la Resurrección.
En el relieve de la Crucifixión aparecen San Juan sujetando a la Virgen, la Magdalena de espaldas y otros dos personajes. Conviene mencionar que fue a partir del siglo IX que esta escena se presentó con frecuencia en Occidente, y sería durante cierto tiempo la única evocación del drama de la Pasión.
En el relieve que en el retablo de Gumiel se muestra la escena conocida como el Llanto sobre Cristo muerto la Virgen aparece sosteniendo a Jesús muerto acompañada por San Juan y la Magdalena; detrás las Santas Mujeres. La composición recuerda la del retablo del deán Zapata del convento de San Pablo de Palencia, aunque aquí no figuran Nicodemo ni José de Arimatea. Esta escena carece de referencia evangélica y parece surgió a principios del siglo XIV en el centro de Europa; es dificil distinguirla, a veces, del Enterramiento.
En el relieve del Enterramiento de Cristo José de Arimatea y Nicodemo colocan a Cristo en el sepulcro; al fondo la Virgen , la Magdalena, dos Santas Mujeres y San Juan. Esta escena con estos siete personajes, habituales en la iconografía de finales del siglo XV, no siempre se representó así; la Virgen y San Juan, p.e., aparecen en ella tras la difusión en el siglo IV del apócrifo de Nicodemo, que menciona su participación en la ceremonia fúnebre. Fue el recuerdo del "epicedio" griego -poema que lamentaba el fallecimiento de una persona en su presencia-, lo que debió inspirar a los artistas bizantinos para que figurasen alrededor del cuerpo de Cristo una asamblea de fieles testimoniando su dolor.
Finalmente en el tercer cuerpo el último relieve presenta la escena de la Resurrección. Cristo en el centro, bendice con la mano derecha, y con la izquierda debía sostener una cruz ahora desaparecida; sus guardianes, adormecidos, se disponen alrededor junto a un sepulcro abierto.
La calle central está dedicada a la Virgen. Situado en el centro del cuerpo inferior se presenta el relieve sobre el Nacimiento de María, escena narrada de los Evangelios Apócrifos. En primer término una mujer faja a la Virgen recién nacida, junto a otra mujer que calienta la ropa ante un fuego; Santa Ana -una mujer bastante mayor-, recostada, es asistida por dos mujeres, mientras San Joaquín observa a los pies de la cama.
También en la calle central, en el segundo cuerpo, se muestra la imagen, ya no un relieve, de la Asunción de la Virgen, que da nombre al templo de Gumiel. Coronada, sobre la media luna, la acompañan seis ángeles; tema inspirado en los Evangelios Apócrifos, fue un tema habitual a finales de la Edad Media.
En la calle central, en el último cuerpo, figura la escena de la Coronación de la Virgen. María, con las manos juntas, es acompañada por Dios Padre, con la bola del mundo en su mano derecha mientras la corona con la izquierda, y por Dios Hijo.
En el ático, como suele ser habitual en los retablos, el Calvario con la Virgen, San Juan y Cristo crucificado.
La bancada, como también suele ser habitual en la época, nos presenta a los cuatro Evangelistas; San Lucas y San Juan a un lado.  En la fotografía puede verse también una imagen de bulto redondo del rey David de 80 cm de altura; con su mano izquierda sujeta un arpa que guarda dentro de una funda. Fue un personaje muy representado pues además de músico fue considerado durante mucho tiempo como autor del Salterio; muy invocado por los pecadores, pues fueron muy conocidos sus numerosos pecados.
San Mateo y San Marcos se presentan al otro lado de la calle central. A los Evangelistas se les solía situar en la predela o base de los retablos porque, como redactores de los Evangelios, se consideran la base doctrinal de la iglesia.
En el centro de la bancada, actualmente, se presenta, en una nueva hornacina con dosel de cedro, una talla de Santa María de finales del siglo XIII con policromía similar a la del resto de las Vírgenes del retablo. Dado que la hornacina central en su origen era de pequeño tamaño los restauradores que trabajaron en 1997-98, inicialmente para corregir el desequilibrio estructural que tenía el retablo, pensaron que quizás nunca se talló una imagen para esta hornacina de la bancada, -pues ya existía la pequeña talla de la Virgen del siglo XIII y entonces, además, era objeto de gran devoción-, por lo que volvió a salir de la sacristía donde se guardaba y a presidir el retablo.
Para Julia Ara "la ejecución de este retablo se debe a un taller que sobre la base de una fuerte tradición gótica, incorpora nuevos convencionalismos derivados de la influencia renacentista, que se manifiesta principalmente en el tratamiento redondeado de las formas. Se ha relacionado con los talleres burgaleses de principios del XVI, particularmente con el que intervino en la portada de Santa María de Aranda de Duero, realizada también bajo el patrocinio de Alonso Enríquez". En la policromía se han encontrado semejanzas con los repertorios de León Picardo.
En cuanto al estilo de la escultura, para Patricia Andrés "nos encontramos con cierta variedad, pues debieron intervenir diferentes manos. En general son composiciones abigarradas y densas, superponiéndose los planos sin apenas perspectiva. Las posturas resultan rígidas, con un tratamiento todavía tardogótico. En los rostros se ve clara la diversidad, con figuras de rasgos dulces y naturalistas, frente a otros desproporcionados".
A mí, muchos de los relieves me recuerdan los del marco exterior de piedra del antiguo retablo mayor de la Capilla de los Condestables (catedral de Burgos) realizados por Gil de Siloe y su taller [pueden verse algunos en MAESTROS (I). 3]

BIBLIOGRAFÍA.
-Juan Ainaud de Lasarte y Agustín Durán Sanpere, "Escultura gótica", "Ars Hispaniae", Madrid 1956.
-Clementina Julia Ara Gil, "Los retablos de talla góticos en el territorio burgalés", en "El arte gótico en el territorio burgalés", Burgos 2006.
-Patricia Andrés González, "En torno a la iconografía gótica en la Ribera del Duero: iconografía gomellense a fines del medievo", Aranda de Duero 2002/3.
-Patricia Andrés González, ficha nº. 196 "Isabel la Católica. La magnificencia de un reinado", JCyL Valladolid 2004.
-Rafael Martínez González, fichas "5. La última cena", "7. El Prendimiento de Jesús" y " 1. El planto sobre Cristo muerto" en "El árbol de la vida", Las Edades del Hombre, Segovia 2003.
-Guadalupe Mendoza y Antonio Mayoral, "Retablo Mayor de la iglesia de la Asunción, Gumiel de Hizán, Burgos", en "Restauración &Rehabilitación" nº. 27 abril 1999.
-Pedro Ontoria Oquillas, "La iglesia de Santa María de Gumiel de Izán", BIFG, nº. 205 Burgos 1985/2.
-Francisco Palacios, "Breve descripción de la Iglesia de Santa María, de la Villa de Gumiel de Izán", BIFG v CPMHAB nº. 100 Burgos 1947/3.
-Isidoro Rosell y Torres, "Estampa española del siglo XV grabada por Fray Francisco Doménech", Museo Español de Antiguedades, II, 1873.
-Santiago de la Vorágine, "La leyenda dorada", t.II, Alianza Forma, Madrid 2008.

NOTAS.
- El lugar donde se aloja la Virgen del siglo XIII que preside ahora el retablo ha pasado por muchas vicisitudes alguna de las cuales estuvo a punto de llevar al retablo a la ruina.
En fecha desconocida, aunque probablemente a finales del siglo XVII, fueron cortadas las dos vigas que soportan el retablo para alojar un sagrario provocando se desnivelase la estructura. Ontoria Oquillas recoge la noticia de una restauración de la predela del retablo en la década de 1950, así como la inclusión de un relieve de la Venida del Espíritu Santo o Pentecostés en el espacio central de la bancada en sustitución de un ostensorio barroco.
Para Patricia Andrés González  en el banco debería ir este relieve, "pues se trata de un episodio narrado en los "Hechos de los Apóstoles [2, 1-41], que supone el final del ciclo de la glorificación de Cristo, dando paso al de la Virgen". Los restauradores de 1997-98 -Ábside Restauraciones, S.L.-, no pensaron así retirando a la sacristía el relieve de los Apóstoles por considerar que no correspondía a este retablo y situando la pequeña talla del siglo XIII de Santa María.
-En la pulsera o guardapolvos que rodea el retablo aparecen numerosas figurillas de santos y profetas. Se sabe que en una restauración realizada en los años sesenta el restaurador Cruz Solís talló algunas piezas pues faltaban muchas. Como además tampoco he podido observarlas de cerca, y la cosa se alarga, mejor dejarlo.
-La impresionante fachada de la iglesia de Gumiel -más fachada de un catedral que de una parroquia-, fue realizada en 1627 con estilo renacentista; la escalera principal lo fue en 1757 para salvar lo que se llamaba la "cuesta de la iglesia". Lo casi milagroso fue que la "moda" no se llevase por delante el retablo; sí se intentó con la policromía -se repintaron las imágenes y relieves ocultando la policromía original de las carnaciones, se llenaron los rostros de lágrimas, se ocultaron los escotes y alhajas en las figuras de María  y de la Magdalena, se añadió más sangre sobre el cuerpo de Cristo y a "los malos" se les dotó de bigotes, barbas y cejas pronunciadas -, pero afortunadamente su vuelta al estado original ha sido posible.

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