Juan
de Grado, fue hombre de fuerte carácter y vida no demasiado ejemplar; tuvo una
hija, Francisca, y mereció pena de excomunión por golpear a un monje, fray
Pablo, del monasterio de Valparaíso. Nació en el concejo asturiano de Grado,
hijo del maestro Juan Alonso de Cueto; estudió en Salamanca y
Roma, fue doctor en leyes, abad del monasterio de Valparaíso y canónigo de la
catedral de Zamora. Gozó de diversos beneficios eclesiásticos que le
proporcionaron abundantes rentas.
Falleció
el 22 de octubre de 1507 y a su muerte, lo sabemos por su testamento, el
sepulcro ya estaba construido. Realizado en arenisca y alabastro,
dos pilares encuadran un arco de medio punto decorado con una orla, bolas y
caireles.
El
frente del sepulcro se muestra dividido en tres partes. En la inferior, en un zócalo
de unos 25 cms de alto aparecen representados unos putti jugueteando con perros. El situado más a la
izquierda agarra con su mano el ala de un águila; en el centro un putto azuza a
un perro para que pelee con otro.
Algunas
escenas más de este zócalo son las de unos putti caídos junto a unos perros o azuzándoles para que disputen un hueso; quizás
sean símbolos portadores de contenido moral pues la Edad Media concibió el arte
como una pedagogía. Para Ara Gil este plano inferior estaría dedicado "a las miserias de la condición humana".
Sobre el zócalo, en los extremos de una banda de arenisca de 50 cm, y bajo unos arcos escarzanos se representan a dos figuras femeninas coronadas, que los historiadores de arte que tratan del sepulcro suelen considerarlas como alegorías de las Virtudes. La Fe, situada a la derecha, sostiene un cáliz con su mano derecha y con la otra el astil de lo que fue una cruz.
Sobre el zócalo, en los extremos de una banda de arenisca de 50 cm, y bajo unos arcos escarzanos se representan a dos figuras femeninas coronadas, que los historiadores de arte que tratan del sepulcro suelen considerarlas como alegorías de las Virtudes. La Fe, situada a la derecha, sostiene un cáliz con su mano derecha y con la otra el astil de lo que fue una cruz.
La
figura femenina del lado opuesto sujeta con sus manos un manojo de espigas.
Para Yarza y para CJ Ara puede representar a la Esperanza, pues los
instrumentos de la siega se relacionan con la esperanza de los campesinos en la
buena cosecha; para Tejedor Micó y para Redondo Cantera representa a la
Caridad, y para Ramos de Castro la Eucaristía (para esta historiadora la situada a la derecha representaría a la Iglesia).
Entre
ambas imágenes femeninas se encuentra la lápida que cierra el lucillo
funerario; dos argollas metálicas servían para ser removida y poder introducir
el féretro. En ella están tallados en relieve dos escudos con las armas del
doctor Grado sostenidos por parejas de pajes tenantes: en campo de gules torre
donjonada sobre una barca flanqueada por sendos árboles; en la parte superior
de la torre una figura asoma a la ventana y en la inferior sobresale un escudo.
Para Ara Gil este plano "pertenece a
la vida terrena y social, representada por el rango y las virtudes".
La
parte superior del frontal, de unos 60 cms está realizada en alabastro. En ella
la escena se desarrolla ante un muro sobre el que dos pequeños pajes, situados
en los extremos superiores, extienden un gran tapiz; en el centro, la Virgen con el Niño flanqueada
por dos ángeles, el de la derecha ofreciéndole un lirio y el de la izquierda
tocando el laud.
A
los lados de la Virgen se muestra al doctor Grado que le es presentado por sus
dos santos patronos; a la izquierda figura San Juan Bautista.
[
cosas curiosas que no milagrosas ni simbólicas: el pie derecho del santo tiene
seis dedos o dos meñiques]
Y
a muy pequeña escala, en el ángulo inferior izquierdo del panel de alabastro,
aparecen Aristóteles y la cortesana Philis o Campaspa cabalgando sobre él,
sátira moralizadora que prevenía a los hombres sobre los peligros de la
seducción femenina.
[Recordemos
la historia narrada por Henri de Valenciennes inspirada en una leyenda oriental. El emperador Alejandro, encontrándose en las
campañas de Oriente, conoció a la cortesana Philis, de la que se enamoró
perdidamente poniendo en peligro la buena marcha de la guerra. Percatado su
maestro Aristóteles, amonestó a su discípulo y le previno contra los peligros
de esta clase de gozos, persuadiéndole a romper sus relaciones con Philis. Despechada
ésta, decidió seducir al filósofo en presencia del discípulo, lográndolo una
mañana; al expresar Aristóteles estar dispuesto a hacer lo que le exigiera a
cambio de sus favores, ella le pidió que se dejara ensillar como un caballo y
la paseara por el jardin sobre sus espaldas. Alejandro, al verle de ese modo,
reprochó a su maestro el comportamiento, a lo que este le respondió: “Desconfiad del amor, que si de un viejo
filósofo puede hacer un loco, a qué extremo no puede conducir a un joven
príncipe”].
La
razón de su presencia aquí se debe, probablemente, a que el canónigo y doctor en
leyes Juan de Grado, al igual que el Aristóteles del "lai", cayó en
la tentación: sabemos que perteneciendo ya al clero tuvo, al menos, una hija de
nombre Francisca.
San
Juan Evangelista, otro de los patronos del canónigo, figura detrás de él, a la
derecha de la Virgen.
Que
hasta la llegada del Renacimiento los artistas no eran nada más que los
intérpretes del pensamiento de la iglesia puede apreciarse en las palabras de Juan
de Grado en su testamento: "... y
tomo por mis abogados para ante su gloriosa Magestad a la bien aventurada
Virgen María su madre y a los benditos santos San Juan Bautista y a San Juan
Apóstol Evangelista y al Arcángel Señor Miguel a los cuales plega presentar mi
ánima cuando de mis carnes saliese ante su divinal presencia".
Claro
que para confirmar completamente que la representación en el sepulcro obedece a
lo señalado en el testamento de Juan de Grado tenemos que pedir prestada a don
Manuel Gómez Moreno una fotografía que publicó en 1927 en su "Catálogo
monumental de España" y de la que muestro un fragmento. Lo que ya es
más difícil de averiguar es lo que pasó con el relieve del ángel que llevaba
el alma del difunto en un paño, -sin duda el arcángel San Miguel-, y que en la
fotografía del catálogo de don Manuel aparece en la cabecera del yacente.
Sobre
la cama sepulcral, a tamaño natural, en alabastro, se representa al doctor Juan
de Grado en una imagen que, por sus características, bien pudiera ser un
auténtico retrato. Apoya cabeza y espalda en dos almohadas ricamente decoradas;
los pliegues de sus vestidos caen rectos, como si estuviera de pie.
Viste
prendas litúrgicas con una estola, labrada a modo de bordado, en la que se
presenta a San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Pedro y San Felipe; la
cabeza se toca con birrete de doctor que deja al descubierto parte de su
cuidado cabello. Sujeta un cáliz ricamente ornamentado entre sus manos.
A
los pies del yacente figura un servidor que sujeta un libro cerrado. Su mano
derecha tiene muy largos y finos dedos, como en general, muchas de las
esculturas del sepulcro.
En
el borde de la cama sepulcral figura la siguiente inscripción: "SEPULTURA
DEL DOCTOR JUA DE GRADO, CANONIGO DESTA IGLIA, EL QUAL RESTAURÓ ESTA CAPILLA E
LA DOTÓ DE DOS CAPELLANES PERPETUOS".
En
el tímpano del arcosolio el tema iconográfico representado es el "Árbol de Jesé". Según Jurgis
Baltrusaitis, este árbol estaría inspirado en una leyenda oriental transmitida
a occidente por los musulmanes; trata de la existencia en una isla lejana de un
árbol extraordinario del que surgían en sus ramas las cabezas de los hijos de
Adán, y por la noche o al amanecer
difundía canciones a Dios. En este caso la representación se basa en el texto de Isaías
[Isaías 11,1] "Y brotará una vara
del tronco de Jesé, y retoñará de sus raíces un vástago".
Jesé,
padre de David, es representado, con la mano derecha junto a su cabeza cubierta
por un gorro, y con larga y rizada barba,
acostado en un lecho cubierto por una colcha; de su costado izquierdo
afloran las raíces del árbol. ¿Porqué se le representa dormido?; escribía en
1860 el abad Corblet: "¿No sería por analogía con Adán que dormía cuando
Dios sacó a Eva de su costado?. Una nueva Eva reparadora de las faltas de la
primera, debe salir de la raza de Jessé...", interpretación muy acorde con
las ideas místicas de la Edad Media.
Las
ramas del árbol terminan en flores de las que surgen los Doce Reyes de Judá,
todos ellos con corona y cetro, excepto David que lleva un arpa o una cítara en
la mano. Desde la Alta Edad Media en los Beatos y en las Biblias españolas esta
genealogía se representaba por medio de una cadena de círculos que contenían
los nombres de los antecesores de Jesús unidos entre sí por líneas, del mismo
modo que, según Plinio, lo hacían los patricios romanos en sus tablas
genealógicas que situaban en los atrios de sus casas; a partir del siglo XI los
nombres se sustituyeron o complementaron con las imágenes de los antepasados de
Jesús y hacia mediados del siglo XII los miniaturistas de Borgoña transformaron
las uniones entre los retratos en ramas que formaban un árbol.
Están
ordenados en tres filas, representándose cinco reyes en las dos primeras y dos
en la última que son los que flanquean a la Virgen con el Niño que emerge de la
flor más alta. Son figuras de medio cuerpo sin ningún signo que les identifique
con la excepción de David; de esta forma evita plegarse a la genealogía
proporcionada por el evangelista Mateo (que además trata de la línea que
conduce a José, no a María).
La
rosca externa del arcosolio está adornada con una cenefa trabajada a trépano con
motivos vegetales entre los que se contorsionan animales o putti. El intradós
del arco lleva motivos flamígeros acairelados de los que cuelgan dos ángeles
con los instrumentos de la Pasión, los clavos y el martillo.
En
la jamba de la derecha se personifica a San Pedro, de abundante y rizada barba,
con las llaves pendientes de su costado; lleva un libro abierto en sus manos de
dedos muy largos. Conviene recordar que al artista medieval no le estaba
permitido ignorar el tipo tradicional de los personajes que representaba; San
Pedro debía tener los cabellos ensortijados, la barba tupida y corta, y en la
parte superior de la cabeza una tonsura, San Pablo en cambio, calva la frente,
el pelo y la barba larga.
Bajo
la peana que le sostiene e iniciando una orla que llegaba hasta el zócalo se
representa a "Sansón desquijarando
al león", una sirena, un ave y un niño.
La
escena se basa en un pasaje del Libro de los Jueces [Jueces 14, 5-7]:
"Bajó Sansón a Timna, cuando al llegar a los olivares de Timna le salió al
encuentro un joven león rugiendo. Apoderóse de Sansón el espíritu de Yavé; y
sin tener nada a mano, destrozó al león como se destroza un cabrito. No dijo
nada a su padre ni a su madre de lo que había hecho. Bajó y habló a la mujer
que le había gustado". Sansón, considerado como precursor de Jesucristo,
se muestra como vencedor del pecado encarnado en el león.
A
la misma altura, en la jamba de la izquierda, se representa a San Pablo con su
característico atributo y su larga barba y cabellera. Llaman la atención sus
manos; con la izquierda sostiene un libro abierto y con la derecha sujeta la
espada desnuda, con la que sería decapitado, al tiempo que aferra el manto. Pedro
y Pablo solían estar presentes por su carácter de columnas de la Iglesia.
Bajo
la peana, dos niños desnudos se disponen a ahorcar al diablo, -se ha querido
ver, a veces, como representación del castigo del avaro, como velada alusión al
difunto cuya fortuna se basó en gran parte en la concesión de préstamos-,y en
la continuación de la orla tres niños entre ramas uno de ellos abriendo las
fauces a un dragón. Las dos representaciones bajo las peanas de los santos
podrían ser representaciones simbólicas de la victoria del bien sobre el mal o
ilustración de la derrota y castigo del pecado, pues en la edad media se
concebía el arte como una pedagogía.
Apoyados
en repisas decoradas a la altura de las enjutas, sobre los dos contrafuertes en
pináculo que enmarcan el arcosolio, se presentan a cuatro profetas, bajo
doseletes, dos de los cuales llevan un libro abierto en la mano y los otros dos
filacterias. Al representar a los profetas los artistas medievales trataron de expresar que eran los apóstoles del Antiguo Testamento y que
anunciaron las mismas cosas casi en la misma forma; son imágenes poco
características al considerarles como sombras de los apóstoles.
En las peanas aparecen un hombrecillo enlazando los brazos con las piernas y un hombre acurrucado apretando lo que parece una gaita.
En las peanas aparecen un hombrecillo enlazando los brazos con las piernas y un hombre acurrucado apretando lo que parece una gaita.
Los otros dos profetas, situados en el lado derecho del sepulcro, se ubican sobre repisas decoradas con dos niños en posiciones
forzadas con libros abiertos en sus manos. Se considera que el breve
tratado "De ortu et obitu Patrum",
-especie de diccionario biográfico en el que se mezcla la historia y la
leyenda-, atribuido a San Isidoro de Sevilla, constituyó la fuente principal de
cuanto la Edad Media refería de los profetas. En las filacterias que los
artistas ponían en sus manos escribían algunos versículos tomados de sus
libros; la palabra profética adquiría así más importancia que el profeta mismo,
expresando de este modo el artista que no eran sino bocas por las que había hablado
Dios.
En
la parte superior del arco se presenta "El Calvario", pues se
consideraba el instrumento cumbre de la Redención. Entre un cielo con nubes,
-decoración en forma de escamas que recuerda las utilizadas por Simón de
Colonia en sus obras-, se presenta a Cristo entre los dos ladrones; a la
izquierda figura la Virgen con las manos cruzadas sobre el pecho, -sobre una
repisa con dos dragones de cuellos entrelazados-, y a la derecha san Juan
Evangelista con las manos juntas en oración, sobre otra repisa con dos niños
afrontados.
El
crucifijo se eleva sobre la calavera de Adán que simboliza la roca del Gólgota;
debajo de la ménsula que lo soporta un perro parece huir, que se ha
interpretado como símbolo de la derrota de los judíos .
Los
dos ladrones, con los cuerpos contorsionados, están atados con cuerdas a
troncos de árboles. Dimas, el buen ladrón según los Evangelios apócrifos, mirando
hacia Cristo le recuerda la promesa relatada por el Evangelista Lucas [Lc 23,
43-44] "El le dijo: En verdad te
digo, hoy serás conmigo en el paraíso. Era ya como la hora de sexta, y las
tinieblas cubrieron toda la tierra hasta la hora de nona".
Bajo
los ladrones dos ángeles recogen en cálices que llevan entre sus manos la
sangre que brota del cuerpo de Cristo en alusión al sacramento de la
Eucaristía.
Sobre
el Calvario y a modo de remate del conjunto figura una orla en que se presenta
una carrera o una batalla de jinetes con lanzas. Para Guadalupe Ramos de Castro
aluden a la inmortalidad, para Tejedor Micó no tienen un significado especial
siendo su función decorativa.
Se
desconoce quien fue el autor o autores que realizaron el sepulcro. Para Yarza
"el sepulcro es una obra religiosa y una manifestación de su deseo de
perduración y de que quedara memoria de él en el futuro ... Las obras que más
se le aproximan se encuentran en Burgos. Sobre todo en lo que afecta al
desarrollo de la ornamentación y figuración".
[Para
mí los parentescos compositivos y estilísticos nos llevan a Burgos; y en
particular a alguno de los oficiales del antiguo taller de Gil de Siloe: ¿el "Maestro
de las Manos Grandes" del retablo del Árbol de Jessé?.]
BIBLIOGRAFÍA.
-
Clementina Julia Ara Gil, "El Aire, ficha 16. Capilla de San Juan
Evangelista o Capilla del Dr. Grado". Cat Remembranza, Las Edades del
Hombre, Zamora 2001.
-Jurgis
Baltrusaitis, "La Edad Media fantástica", Madrid 1994.
-Cesàreo
Fernández Duro, "Memorias históricas de la ciudad de Zamora, su provincia
y obispado", t.II, Madrid 1882.
-Manuel
Gómez Moreno, "Catálogo monumental de España. Provincia de Zamora",
Madrid 1927.
-Emile
Mâle, "L'art religieux du XIIIe siècle en France", Paris 1958.
-José
Mª Quadrado, "Valladolid, Palencia y Zamora", Colección "España.
Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia", Barcelona 1885.
-Guadalupe
Ramos de Castro, "La catedral de Zamora", Zamora 1982.
-José
Ángel Rivera de las Heras, "La catedral de Zamora", Zamora 2001.
-Gregorio
J. Tejedor Micó, "Escultura funeraria. El sepulcro del doctor Grado en la
catedral de Zamora", BMICA LIII, Zaragoza 1993.
-Joaquín
Yarza Luaces, "La portada occidental de la colegiata de Toro y el sepulcro
del doctor Grado, dos obras significativas del gótico zamorano", en
"Arte medieval en Zamora", Stvdia Zamorensia 1988-9.
NOTAS.
-La
capilla está situada a los pies de la nave de la epístola de la catedral; se inició
su construcción a raíz del acceso al episcopado de Zamora de don Suero Pérez en
1255 para enterramiento propio. Fue conocida también como capilla del Tesoro
porque se guardaban allí las reliquias de la catedral. Renovada
completamente en torno al año 1500, cuando se hizo cargo de ella el doctor
Grado para construir su sepulcro se la conoce desde entonces como capilla de
San Juan Evangelista o del doctor Grado; en la clave de la bóveda están
talladas sus armas.
Sobre
la puerta de acceso a la capilla, desde la nave de la catedral, figura una
escultura de San Juan atribuida también al escultor del sepulcro. Es una talla
gótica de finales del siglo XV apoyada sobre una ménsula en la que se reconoce
a un niño que estrangula a dos dragones, probablemente relacionados con el tema
de la infancia de Hércules.
San
Juan sujeta con su mano izquierda la copa emponzoñada, atributo con el que se
le identifica como apóstol, y a sus pies aparece el águila con el tintero
colgado del pico atributo que le corresponde como evangelista.
-Cuando
los trabajos de preparación de la exposición, de 2001, de Las Edades del Hombre
se descubrieron en su interior dos arcosolios funerarios del siglo XIII que
habían permanecido ocultos bajo tabique de ladrillo. En la pared de los nichos
se encontraron un grupo de tallas de piedra que parecen haber pertenecido a un
retablo de la época en que se realizó el sepulcro de Juan de Grado. Una de las
piezas presenta el grupo de la Anunciación siguiendo un esquema iconográfico
que procede de la pintura de los primitivos flamencos.
La Virgen, ante su pupitre sobre el que reposa un libro abierto en el tablero y una vela encendida en el estante (alusión a Cristo), de rodillas sobre un cojín, recibe al Ángel que sostiene en la mano izquierda un cetro con una filacteria en donde estarían escritas las palabras de saludo. Entre ambos se sitúa una mesa con la vasija gallonada con el ramo de azucenas símbolo de María; a los pies del pupitre un perrillo.
La Virgen, ante su pupitre sobre el que reposa un libro abierto en el tablero y una vela encendida en el estante (alusión a Cristo), de rodillas sobre un cojín, recibe al Ángel que sostiene en la mano izquierda un cetro con una filacteria en donde estarían escritas las palabras de saludo. Entre ambos se sitúa una mesa con la vasija gallonada con el ramo de azucenas símbolo de María; a los pies del pupitre un perrillo.
En otra de las tallas, en un estilo algo distinto a lo que es frecuente, se representa a San Juan Bautista
sedente en un trono con dosel; si bien iconograficamente el santo suele
aparecer de pie, en un cuadro de la época del "maestro de Portillo "figura también como aquí sentado.
Las
otras dos piezas corresponden a los Evangelistas. San Marcos va protegido por
su león alado que sostiene en una de sus manos el contenedor para la pluma; en
el brazo del sillón se apoya el tablero sobre el que escribe.
San
Lucas, junto al toro su símbolo iconográfico, alza su cabeza en busca de
inspiración. Viste túnica y manto sujeto por un broche.
completa y bella descripción. gracias
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