La "Predella" o "Bancada" del
retablo de San Juan Bautista (iglesia de El Salvador, Valladolid).
A finales de la Edad Media
la muerte era omnipresente en el inconsciente colectivo. No sólo la permanente
inseguridad de una población donde las epidemias periódicas, o las hambrunas,
mantenían presente la precariedad de la vida, sino razones culturales y el propio desarrollo socioeconómico la hacían
omnipresente.
Si la realidad de la muerte
era igual para todos los hombres sus moradas fueron muy distintas; el deseo de
prestigio, llevó a los hombres a la creación de un espacio privilegiado en el
interior de las iglesias para enterramiento de los poderosos y de los notables
de la sociedad, a buscarse un espacio propio que pudieran dotar y quedase como
exponente de la importancia de su linaje o de su valía personal. Surgió así, la
capilla funeraria en un lugar preeminente y visible a quienes concurriesen a
los oficios. Durante el siglo XV la burguesía se fue incorporando a los grupos
con posibilidad de tener su propia capilla funeraria, generalmente en su
parroquia; con su realización querían equipararse, en cierta manera, a lo que
en otro tiempo había sido propio de reyes, de la aristocracia o del alto clero,
al tiempo que ponían de manifiesto, con su actitud de promotores del arte, sus
gustos y sus preferencias estéticas y religiosas.
La capilla de San Juan
Bautista en la iglesia del Salvador se alza en el ángulo que forman las calles
del Salvador y de la Galera Vieja; su exterior ofrece pocas particularidades
que llamen la atención salvo quizás su altura -que sobrepasa las de las demás
capillas de la iglesia-, y una ventana semicircular de sencilla arquivolta, con
parteluz que separa dos arquillos apuntados, y con un escudo sobre el vértice,
escudo que se repite luego en la clave de la bóveda. Son escudos cuartelados,
el primero y cuarto con un castillo de tres torres con la letra tau sobre las
de los extremos, y el segundo y tercero con una cabeza de águila sangrando por
el pico a cada lado de una faja diagonal que divide al cuartel.
En el interior de la nave de
la iglesia una sencilla reja de hierro, vulgar, cierra, de ordinario, el paso a
la capilla, de planta rectangular, con esquina achaflanada. Tiene la cabecera
más elevada que el resto, puesto que aloja el emplazamiento de la pequeña
cripta para enterramiento de la familia de los fundadores; dos bóvedas, una, en
el tramo rectangular del pie de la capilla, estrellada de cuatro puntas sin
arcos diagonales y con la clave central decorada con un gran escudo con
cuarteles parecidos al del escudo exterior, y otra de más difícil descripción
cubren la capilla.
Por la imposta de arranque de las bóvedas figura una larga inscripción que comienza diciendo (según transcripción de J. Agapito y Revilla): "A gloria de dyos y de ntra señora y abocación de sant iua bautista esta capilla mando hacer el licenciado Gonçalo Gonçalez de Illescas oydor e del consejo del Rey don Fernando e de la Reyna dona Ysabel firos señores en uno con doña Marina de Estrada su mujer pa sy y pa sus heredos pietuamente ...".
Don Gonzalo González del Castillo nacido en Illescas (Toledo), más conocido por Gonzalo Gónzalez de Illescas -tocado con bonete y vestido con toga-, jurista, oidor de la Chancillería, consejero de los Reyes Católicos, testamentario del obispo fray Alonso de Burgos, fundador de la capilla de San Juan Bautista en la iglesia de El Salvador de Valladolid, figura apoyado en el alfeizar de una ventana en el que se encuentran un rosario y un libro de horas, encabezando un grupo familiar en una de las tablas de las portezuelas de cierre de la predela del políptico que mandó hacer en Amberes para presidir su capilla funeraria.
Don Gonzalo González del Castillo nacido en Illescas (Toledo), más conocido por Gonzalo Gónzalez de Illescas -tocado con bonete y vestido con toga-, jurista, oidor de la Chancillería, consejero de los Reyes Católicos, testamentario del obispo fray Alonso de Burgos, fundador de la capilla de San Juan Bautista en la iglesia de El Salvador de Valladolid, figura apoyado en el alfeizar de una ventana en el que se encuentran un rosario y un libro de horas, encabezando un grupo familiar en una de las tablas de las portezuelas de cierre de la predela del políptico que mandó hacer en Amberes para presidir su capilla funeraria.
Y doña María de Estrada y
Septien con sus hijas Marina y Leonor, probablemente acompañadas por las
esposas de sus hijos, encabeza el grupo de las mujeres en otra de las tablas
que decoran las portezuelas de la bancada del retablo que preside la capilla de
San Juan.
La fundación de capillas
funerarias incluían los correspondientes sepulcros y el retablo sobre el altar,
siendo la personalidad de los patronos determinante en su calidad estética.
A finales del siglo XV
existía un importante comercio artístico entre Castilla y las ciudades del
Norte, en especial con los Países Bajos; se importaban una variedad de
productos para satisfacer los gustos de un parte de la sociedad que en esta
época era muy refinada. Las obras se podían adquirir en las ferias o encargarse
expresamente por los comitentes en los diferentes talleres activos y exponer
así unas exigencias concretas; en este caso toda la parte esculpida está
dedicada a un sólo santo -a san Juan Bautista-, y por su tamaño constituye una
excepción en los retablos de Amberes que han llegado hasta nosotros. Es una
buena escultura
La estructura del cuerpo
principal del retablo está dividida en tres calles, de las que la central está
dedicada a alojar la imagen de San Juan Evangelista, enmarcada por un arco
decorado con pequeños grupos escultóricos bajo doseletes, de los que tan solo
se conservan dos, y destacando sobre un paisaje con edificios y algunos
elementos típicos del más puro estilo flamenco. Las calles laterales quedan
divididas en seis encasamentos donde se representan seis momentos de la vida de
San Juan Bautista.
El banco fue añadido
posteriormente (la parte alta del retablo llega a tapar la inscripción superior
que rodea la capilla), realizado poco después de la llegada del retablo, por algún
imaginero de los talleres burgaleses; su motivo probablemente fue la de incluir
los retratos de todos los miembros de la familia del donante.
El año de construcción de la
capilla y del asentamiento del retablo nos la indica la inscripción que recorre
los muros "... dotaron esta capilla
de misas e hornamentos lo mejor que pudieron e mandaron hazer este retablo en
el qual se asento aquí en comienço del año del señor de mill e quinientos
quatro quando sus altezas acavaron de ganar el rreyno de napoles e la capilla
de canteria se acabo en abril de MCCCCXCCII
quando la destrucción de los moros destos rreynos fueron contados a una
santa fe catholica por yndustria e armas de sus altezas", es decir
1492 y 1504 respectivamente.
En los extremos del banco
dos esculturas, de las que tan sólo se conserva una, de jóvenes tenantes de
escudos con las armas de los fundadores, acompañan un conjunto de tres relieves
a fin de armonizar las dimensiones de la predela con las del retablo. El
escudo, castillo de tres torres bajo dos taus y dos cabezas de águila sangrando,
presenta algunas diferencias con el representado junto a la ventana de la capilla.
En el encasamiento central
de la bancada una talla de la Piedad con María Magdalena y San Juan
Evangelista, tallada en una sola pieza de madera, introduce a éste como segundo
santo protector emulando de esta forma a los Reyes Católicos en cuanto a su
devoción por los Santos Juanes. María aparece cubierta con un gran manto que la
oculta gran parte del rostro sosteniendo el cuerpo rígido de Jesús; éste, con
el brazo derecho caído verticalmente apoya los pies en el suelo; a sus lados,
la Magdalena y San Juan según una composición habitual en la época. Al pie de
la santa el tarro de los ungüentos, al de San Juan la corona de espinas.
En la escena representada a
su derecha Cristo arrodillado lava los pies de Pedro, que sentado, sumido en
oración, tiene los pies metidos en una tina. En segundo término los demás Apóstoles;
Santiago el Mayor es el único cubierto con gorra; otro Apóstol, quizás Mateo,
lleva un libro entre las manos. Es un episodio que tan sólo lo relata san Juan
Evangelista [Jn 13, 1-15] y que en la representación de la predela aparece algo
confuso pues o bien falta Judas -cuya traición se realizaría sin embargo
después de este acto-, o si suponemos, como Agapito y Revilla, que Judas es el
Apóstol situado más a la izquierda, y que aparta su rostro de la escena con
desdén, faltaría otro de los Apóstoles; además, y al contrario que en las
escenas del cuerpo del retablo donde no se olvidan los pequeños detalles, en esta
no son muy tenidos en cuenta: "Jesús
... se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla, se la
ciñó; luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los
discípulos y a enjuagárselos con la toalla que tenía ceñida ..."
Para Miguel A. Zalama, como
para Agapito y Revilla, la talla es de menor calidad que las importadas,
existiendo una cierta repetición de las figuras con evidente isocefalia, y con
un fondo arquitectónico de los paneles reducido a una leve indicación mientras
que en los encasamientos realizados en Amberes cobra gran importancia al
dotarles además de una mayor sensación de profundidad. Para G. Nieto Gallo, por
el contrario, "los grupos del banco
revelan mano distinta y superior".
En la escena de la derecha
de la Piedad se representa la Última Cena. Jesús, al fondo y en el centro,
bendice el pan con la mano derecha en alto; los Apóstoles, alrededor de la mesa
permanecen atentos algo asombrados. Los dibujos del suelo copian los de algunas
escenas de la parte superior del retablo, y de las cuatro sillas visibles,
todas diferentes y características del antiguo mobiliario, una presenta un
respaldo que es la prolongación de la pata y que termina en un pequeño
travesaño para apoyar los hombros.
Algo un tanto sorprendente
es que al igual que en el caso del Lavatorio no se cuentan más que once
Apóstoles, y en este caso Judas está presente con seguridad ya que es fácil su
identificación al sujetar con su mano izquierda la bolsa que oculta de los
demás.
Si comparamos con un cierto
detenimiento las figuras del cuerpo del retablo -con excepción de San Juan-, con
las de la bancada observaremos que están ataviadas con vestidos utilizados
entonces en Flandes mientras que las figuras del banco visten túnicas clásicas.
El "canon" es además completamente distinto. Las figuras de la
predela son, a pesar de su rigidez, esbeltas y de caras alargadas; las del cuerpo
del retablo son de cara cuadrada y algo achaparradas y presentan todos los
caracteres por los que se distinguen las obras flamencas de finales del siglo
XV.
[A la izquierda de la cama
donde está sentada Santa Isabel figura, dando cabezadas, San Zacarías; es una
figura de una ternura impresionante]
En opinión de G. Nieto Gallo
el plegado de las telas -una de las características que suele variar con el
cambio de los estilos-, en las figuras de las escenas de la vida de San Juan
Bautista está bastante limitado por líneas rectas angulosas, y el pelo de las figuras masculinas suele
aparecer como pequeños mechones en la frente, mientras que el plegado de los
paños es más natural en los relieves del banco, y el pelo de las figuras revela
cierta libertad y naturalidad.
Una de las diferencias entre
las figuras de la predela y las que componen las escenas de los encasamiento
superiores reside en que estas últimas están talladas por separado, siendo
alguna incluso totalmente exenta, lo que permite variaciones en su colocación;
las que ocupan el banco, por el contrario, están talladas en una sola pieza de
madera.
Las diferencias en la
arquitectura que enmarcan las representaciones son también muy notables.
Mientras que en las representaciones realizadas en Amberes están enmarcadas por
columnillas sobre las que apoyan arcos lobulados y de cuyas arquivoltas penden
finos calados (diferentes según el piso en que se ubican en el retablo), las
representaciones de la bancada lo están, en la parte superior, por la imposta
que corre a lo largo de toda ella, compuesta por una moldura y una orla calada
con estilizadas hojas y pájaros intercalados (gran parte de la orla actual es
nueva).
Las representaciones de la
bancada están separadas por pilares con
pináculos que servían de doseletes a
unos nichos que contenían figuritas que desaparecieron hace ya mucho tiempo;
quizás fueron similares a las figuras de santas que decoran la escena superior correspondiente
al Bautismo de Cristo. En este caso son, a la izquierda, Santa Catalina de
fácil identificación por la rueda y la espada en el lado derecho, y un busto de
hombre con turbante bajo sus pies, y, a la derecha, una santa que podría ser
santa Bárbara si es una torre lo que lleva en su mano.
En los techos de las
hornacinas del retablo hay bóvedas de crucería colgante y los fondos se adornan
con mazonería gótica formando grandes ventanales, mientras que en la bancada
son planos o han desaparecido.
Sabemos que el retablo fue
realizado en Amberes, aparte de por su estilo inconfundible, porque G. Nieto
Gallo encontró en las figuras del retablo unas marcas hechas a punzón con la
forma de dos manos, marcas que aplicaban en
los retablos realizados en Amberes un jurado para indicar que reunía las
condiciones exigidas de calidad; los grupos de la predela carecen de ellas.
Una inferior, bancada o
predela de 3,28 m de ancho por 1 de alto realizada en nogal, que se cierra por
dos puertas pintadas por las dos caras atribuidas a un pintor seguidor de Pedro Berruguete; el interior se divide en
cinco encasamientos.
El cuerpo del retablo, realizado
en madera de cedro, de 3,16 metros de ancho por 2,85 de altura, se subdivide en
tres calles, siendo la central la que aloja una figura de grandes dimensiones
de San Juan Bautista que dá nombre a la capilla. Las puertas de este cuerpo,
fueron las causantes de la fama que gozó en su día el retablo al ser atribuidas
a Quintín Metsys (ahora a un seguidor
suyo, el Maestro del Tríptico Morrison).
El cuerpo superior o ático,
un cuadrado de un metro de lado (105x106 cm), desde hace tiempo sin portezuelas, conserva
las bisagras que un día las soportaron.
De mayo a septiembre de 1988
fue restaurado por encargo de la Junta de Castilla y León.
BIBLIOGRAFÍA.
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"Del Valladolid artístico y monumental. La capilla de San Juan Bautista en
la parroquia del Salvador (un retablo flamenco con pinturas de Metsys)",
B.S.C.E. t. V, Valladolid 1911-12 y 1913-14.
-Clementina Ara Gil,
"Escultura gótica en Valladolid y su provincia". Diputación
Provincial, Valladolid 1977.
-Clementina Julia Ara Gil,
"Retablo de San Juan Bautista. Escultura", ficha 94 en cat. exp.
""El arte en la Iglesia de Castilla y León. Las Edades del
Hombre", Salamanca 1988.
-Elisa Bermejo,
"Retablo de San Juan Bautista. Pintura", en cat. "El arte en la Iglesia de Castilla y
León. Las Edades del Hombre", Salamanca 1988.
-A. de Bosque, "El
retablo flamenco de la iglesia del Salvador de Valladolid, "Archivo
Español de Arte"nº. 185, 1974.
-R. Didier "L'art
Hispano-Flamand.Reflexions critiques. Considerations concernant des sculptures
espagnoles et brabançonnes", en "Actas del Congreso Internacional
sobre Gil de Siloe y la escultura de su época", Burgos 2001.
-Mª José Gómez Bárcena,
"Los retablos flamencos en España", Madrid 1992.
-José Ignacio Hernández
Redondo, "Retablo de la vida de San Juan Bautista", en "La Pieza
del Mes 2000-2010" Fundación Museo de las Ferias de Medina del Campo,
Valladolid 2011.
-Gratiniano Nieto Gallo,
"El retablo de San Juan Bautista en la iglesia del Salvador de
Valladolid", en B.S.E.A.A.,1936-39.
-Beatrice Gilman Proske,
"Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York 1951.
-Miguel Ángel Zalama Rodríguez,
"Lavatorio de los pies" ficha Cat. exp. "Passio", "Las
Edades del Hombre", Medina de Rioseco 2011.
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