Retablo de Santiago, iglesia
de Santa María la Real, Sasamón (Burgos).
Las ideas que motivaban a los patronos que encargaban una
escultura religiosa al final de la Edad Media en España obedecían generalmente
a un interés devocional, a una necesidad litúrgica dentro del templo o a una
idea de prestigio propio; lo que predominaba en el gusto de los mecenas de la
primera mitad del siglo XVI castellano era la idea de suntuosidad -procedente
del mundo borgoñón-, frente a un concepto más estético de buscar lo creativo o
una idea personal. Los conceptos de
devoción, sacralización y lujo iban unidos;
lo que pretendía el mecenas del momento era que el lujo quedase
expresado por la decoración abigarrada y por la luz del oro de los ensamblajes.
Felipe Vigarny fue ante todo un empresario en el ramo del arte. Su vida viajera
le obligó a mantener al mismo tiempo diversos talleres abiertos en los que
trabajaba oficiales de confianza que interpretaban sus ideas y trazas; algunos se independizaron como
maestros repitiendo unos tipos similares en muchas de sus producciones, aunque
en general con una técnica media muy elevada que reflejaba su pericia
artesanal.
En la iglesia de Santa María la Real de Sasamón existe un retablo plateresco, con una estructura
de bastante calidad, dedicado a Santiago, con la escena central mostrándole
como "matamoros" y las
otras tomadas de su leyenda. Los temas de su iconografía probablemente fueron
impuestos por el comitente pero su autor, actualmente desconocido, parece
claro, se inspiró en los modelos establecidos por maestre Felipe dotándolos de
una tendencia a lo anecdótico muy del gusto popular.
La predela del retablo está construida con tres bajorelieves
que presentan figuras femeninas medio flamencas. El banco se halla presidido
por la Virgen con el Niño -al que ofrece una pera-, flanqueados por dos ángeles
con instrumentos musicales de cuerda.
El bajorelieve de la izquierda muestra a María Magdalena,
con el pomo de los ungüentos, y a Santa Catalina de Alejandría, que aunque no
figure con la tradicional rueda dentada de su suplicio con la que suele
presentarse si aparece con la corona real -Santiago de la Vorágine en su Leyenda Dorada la retrataba como una
princesa pagana dedicada al estudio de la filosofía-, el libro alusivo a su
saber, la palma de mártir y la espada de su decapitación.
En el bajorelieve de la derecha del banco se representa a
Santa Bárbara -reconocible por la torre de su encierro, aunque se ve que el
artista no estaba muy versado en el tema y no puso a la torre las tres ventanas
que simbolizaban la Trinidad y que provocarían que su padre, un rey sátrapa, quisiera matarla al enterarse del significado de su simbolismo-, junto a Santa Marina de Antioquía (para griegos y
coptos) o Santa Margarita (para los latinos) acompañada por la cabeza de su enamorado el prefecto romano Olybrius (otras veces es un dragón o un diablillo). Santa
Catalina, Santa Bárbara y Santa Margarita -a las que se añadía a veces a la
Virgen-, eran las tres santas femeninas que figuraban en el grupo conocido como
"santos auxiliadores o intercesores"
(culto de origen germánico conocido como "vierzehn Nothelfer" que
conoció una gran expansión europea), grupo de catorce santos célebres en época
medieval por ser especialmente eficaces al responder a las invocaciones que les
dirigían los fieles
El retablo de Santiago
de la iglesia de Santa María la Real de Sasamón consta de tres calles
separadas por cuatro grandes pilastras corintias decoradas con ornamentación a
candelieri, capiteles, y conchas de peregrinos. Se remata con tres veneras
ornamentadas con dos pináculos.
En el centro del retablo descuella la figura del Apóstol
Santiago, blandiendo la espada, montado sobre caballo blanco; en palabras de
Narciso Sentenach "en el centro se
destaca Santiago a caballo matando moros". Según la leyenda, el rey
Ramiro I se negó a conceder el "Tributo
de las Cien Doncellas" -entrega anual a los moros de 100 jóvenes
mujeres cristianas a cambio de la paz-, a Abderramán III por lo que se renovó
la contienda siendo el rey Ramiro derrotado en un primer momento y teniéndose
que refugiarse en Clavijo; allí se le apareció Santiago advirtiéndole que él
mismo estaría en el campo de batalla, en un caballo blanco, con una espada en
ristre y vestido con una túnica blanca, luchando a favor de los cristianos. Al
día siguiente apareció Santiago decapitando a más de setenta mil moros y
convirtiéndose desde entonces en Santiago Matamoros.
Como agradecimiento de la ayuda prestada en la batalla de
Clavijo el rey Ramiro I instauró en el año 844 el "Voto de Santiago"
por el que se concedió a la iglesia de Santiago de Compostela un impuesto
procedente de todas las regiones españolas que comprendía tanto cosechas como
botines de guerra y el compromiso de peregrinar a Compostela llevando ofrendas.
La peregrinación se difundió rápidamente y miles de peregrinos comenzaron el
camino, bien por devoción bien por penitencia, convirtiéndose el trayecto en
una senda de intercambio cultural, económico e ideológico. En 1812 las Cortes
de Cádiz abolieron el "Voto de Santiago" y a finales del pasado siglo
la iconografía de Santiago matamoros -en Sasamón más parece "mata
romanos"-, fue considerada políticamente incorrecta y marginada; la batalla de Clavijo, estimada durante siglos como el enfrentamiento más famoso de la reconquista, nunca se produjo, y es juzgada en la actualidad como una batalla legendaria incluida en las crónicas medievales por el poderoso arzobispo de Toledo don Rodrigo Jiménez de Rada.
Los cuatro relieves que, junto a la imagen de Santiago,
constituyen el cuerpo del retablo presentan imágenes de la vida del Apóstol. El
primero, situado en la caja superior de la calle del lado del Evangelio,
muestra al apóstol cuando es decapitado en Jerusalén el año 44 por orden de
Herodes Agripa I; si bien "Los Hechos de los Apóstoles" nada dicen de las circunstancias de su muerte si figura en las fuentes clásicas como en la "Historia eclesiástica" de Eusebio de Caesarea (ca. 275-339). Santiago, hijo de Salomé y Zebedeo, hermano mayor del
evangelista san Juan, nacido en Betsaida (Galilea), aparece situado en España cuando tras el
reparto para la predicación entre los apóstoles, el año 33, del mundo conocido se le atribuye Hispania.
Desde Palestina se dirigirá a la costa andaluza llegando a Iría (el apelativo de Flavia lo adquirió más tarde con Vespasiano), en
Galicia, donde comenzará una fracasada predicación. La escasa fama que obtuvo se limitó a nueve discípulos -dos de los cuales se quedarán con tareas de predicación en Hispania-, marchándose con los otros siete con destino a
Judea. No obstante la mayoría de los trabajos modernos sobre la evangelización de Santiago en España cuestionan el hecho.
En la caja inferior
del retablo, calle del Evangelio, se presenta el trasvase del cuerpo a la nave
que le trasladará desde Palestina a las costas gallegas. Serán dos de sus
discípulos, Atanasio y Teodosio -según el "Codex calixtinux"-, los que embarcarán los restos de su maestro en
Jaffa (Jerusalén) y, en siete días, arrastrados por las olas y guiados por un ángel, volverán de nuevo con él a Iria Flavia (Galicia)
El relieve de la caja inferior de la calle del lado de la
Epístola del retablo muestra la conducción del cuerpo en una carreta desde Iría
Flavia a Compostela. Ya en tierra firme, Atanasio y Teodosio, solicitarán la
ayuda de una dama pagana o de una reina llamada Lupa, dueña del trozo de tierra
donde será enterrado Santiago. De forma perversa Lupa les regala unos bueyes
indómitos que imagina nunca serán uncidos; la llegada de las bestias con el
cuerpo del apóstol hasta la tierra señalada para el enterramiento provocará la
conversión de Lupa y la donación de su palacio para erigir la iglesia. En el
relieve, en una ventana de lo que quiere representar un castillo o un palacio, dos
damas acompañando a la reina Lupa se asoman al paso del cadáver.
La caja superior de la calle del lado de la Epístola del
retablo muestran el depósito de los restos de Santiago en el sepulcro o primera
capilla de Compostela. Las escenas de la vida del Apóstol que ilustra el retablo terminan aquí.Para Beatrice Gilman Proske "las cabezas de los hombres con sus pequeños detalles, los pómulos
prominentes, y las cejas rugosas bajo los blandos ovillos o bucles de pelo son
similares a los del retablo de la Adoración de los Reyes Magos en la iglesia de
San Gil en Burgos".
En la Iglesia de Santa María la Real de Sasamón hay un retablo plateresco dedicado a Santiago,
con la escena central mostrándole como mata moros y las otras tomadas de su
leyenda [Proske]. Sobre un fondo blanco destacan con gran efecto todas sus labores
doradas [Sentenach]; todo muy del gusto popular con tendencia a lo anecdótico [Ibáñez]. Esto es lo
que han escrito de él nuestros contemporáneos; pero para unos fieles en los que
la mayoría no sabía leer y gustaban de escuchar las fabulosas vidas de santos
que conocemos por el nombre de "La
leyenda dorada" que conectaba con el alma popular mediante la fusión
de historia y leyenda, de espiritualidad y materialidad, escrita deleitándose
por el detalle visible y palpable, el retablo de Santiago no era sino un
fragmento de la historia sagrada tal como se la concebía entonces.
BIBLIOGRAFÍA.
-Alberto C. Ibañez, "Escultura del siglo XVI en
Burgos", en "El arte del renacimiento en el territorio
burgalés", Burgos 2008.
-José Mª Parrado del Olmo, "Talleres escultóricos del
siglo XVI en Castilla y León"; Valladolid 2002.
-Beatrice Gilman Proske, "Castilian Sculpture. Gothic
to Renaissance", New York 1951.
-Juan Ruiz Carcedo, "Sasamón", Burgos 1997.
- Isaac Rilova Pérez y Jesús Simón Rey, "Sasamón:
historia y guía artística", Burgos 2005.
-Louis Réau, "Iconografía de los santos (A-F)",
Barcelona 1997
-Isabel del Río de la Hoz, "El escultor Felipe Bigarny
(h. 1470-1542)", Salamanca 2001.
-Narciso Sentenach, "Catálogo Monumental y Artístico de
la Provincia de Burgos", t.5, diciembre 1924.
-Santiago de la Vorágine, "La leyenda dorada",
t.1, Madrid 2008.
NOTAS.
-La historia de Santiago el Mayor contada en "La Leyenda dorada" iguala a las
novelas de aventuras más ingeniosas (y Santiago de la Vorágine no trata del
episodio como "matamoros"
que es puramente español). No es de extrañar que su relato encantase a un
pueblo infantil. Incluso en la Edad Media, la Iglesia tenía como sospechosos
algunos milagros de la "Leyenda
dorada", pero el pueblo los aceptaba todos; desde el concilio de
Trento se mostró severa con estos relatos pues no quería que la vida de los
santos se convirtiera en motivo de escándalo para los espíritus formados en la
crítica de los protestantes.
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