Tres
sepulcros relacionados.
3.
El sepulcro de don Gonzalo Díez de Lerma, canónigo (Catedral de Burgos).
“…
lo que principalmente llama la atención, es el sepulcro del fundador, cuyo
bulto se dice que es verdadero retrato: y aunque esto se cuenta de otras muchas
efigies sepulcrales, en el caso presente es cosa probable, por ser el fundador
muy conocido al artista, maestre Felipe, con quien hizo personalmente el
contrato, …”, escribía Martínez Sanz al hablar de
la capilla de la Presentación o de la Consolación de la Catedral de Burgos.
E Isabel del Río contaba en su tesis
doctoral que “el protonotario apostólico,
el anciano canónigo Lerma, era temido por su fuerte temperamento, y a la vez
porque, como hombre recto, acostumbraba a enfrentarse con ciertas costumbres
viciadas de algunos de sus compañeros”. Y así la expresión del rostro del
yacente parece reflejar las huellas del carácter, del dolor y de la vejez del
canónigo.
Para Mª José Redondo Cantera el sepulcro
del canónigo “es una excelente muestra de
cómo aún pervivía en su autor, Felipe Bigarny, su formación en el gótico tardío
borgoñón y su propensión al realismo, … aparecen las profundas arrugas y la
flacidez del rostro, propios de la vejez, …”.
Las primeras noticias que se tienen del
doctor don Gonzalo de Lerma son las de su estancia en Roma al menos desde 1484
hasta 1487; en 1486 había sido nombrado canónigo de la catedral de Burgos por
la autoridad de la Santa Sede, canonjía que sería recibida, en su nombre y ante
su ausencia, por su hermano Fernando regidor entonces de la ciudad. López Mata
relata que antes de finalizar 1487 “el
humor irritable de don Gonzalo hizo explosión en pleno coro, a propósito de un
altercado con el sochantre Sancho Sánchez de Frías, al que denostó, …, con
irreverente dureza: “Vos don bellaco amenguays aquí a los buenos…”. Tal
descomedimiento valió al doctor ser encerrado en la mesa del Comunal (prisión
de clérigos), lo que probablemente le impulsó a volver lo mas pronto posible a
Roma”; en 1490 estaba de nuevo en la ciudad eterna aunque esta vez como
representante del Cabildo burgalés en el Estado Pontificio. En 1506 vivía en
Burgos y en 1519 consiguió licencia del Obispo Fonseca para levantar su capilla
funeraria; en 1524 concierta con Felipe Bigarny por un precio de 200 ducados la
construcción de su sepulcro de “muy buen
alabastro blanco e limpio, con todo lo que se requiere al ornato della…”. Muere
en enero de 1527.
La posición de las manos en un gesto de
oración –que se perpetuará en el alabastro a lo largo de los siglos-, suele
considerarse como símbolo de la esperanza del cristiano en su participación de
la comunión de los santos; es un ademán que aparece en los yacentes de
los sepulcros de damas o de eclesiásticos. Las manos del arcediano de Lerma no se tocan, sino que sujetan un fino paño entre ellas. Señala el contrato que “… el cuerpo [del difunto debe ir] vestido de Presbítero según que está en la
muestra…”, y apunta Redondo Cantera que “por la indumentaria se expresaba el individualismo del personaje” y
el estamento al que perteneció o su situación social.
Y que “ha de tener de alto cuatro palmos de cuatro en vara y medio palmo mas,
y de largo en lo alto de la mesa del cuerpo seis pies y medio, contando á tres
pies por vara; y abajo junto al suelo ocho pies de largo de los mismos, y de
ancho por la mesa de lo alto donde está el cuerpo tres pies y por bajo cinco
pies de ancho junto al suelo; …”; lo que en resumen se traduce en una mayor
altura en los lienzos de la cama que la dada por Siloe.
Felipe Bigarny conocía los tres sepulcros
con cama troncopiramidal existentes entonces en España – el del príncipe don Juan en
Ávila, el de los Reyes Católicos en Granada, y el del obispo Luis de Acuña en
Burgos-, al comenzar en 1524 la ejecución del de Gonzalo Diez de Lerma; su
aportación a la tipología nacional, en la decoración de los lienzos laterales de la cama del monumento, fue el uso de tres tondos
circulares–siguiendo quizás una tradición francesa-, separados por elementos
vegetales.
En cuatro de los medallones se representa a las Virtudes - dos Teologales y dos Cardinales-, y en los
otros dos a San Jerónimo y a San Francisco de Asís.
San Jerónimo aparece representado como
asceta y penitente de larga barba; su otro tipo iconográfico, como cardenal y/o escribiendo -alusión a su autoría de la Vulgata-,
también es muy frecuente en las representaciones funerarias.
En el medallón central del costado
derecho de la cama del canónigo es San Francisco de Asís el representado. Viste
el hábito de la orden y sostiene un crucifijo entre sus manos; era frecuente
acudir a los monjes de la orden que él fundó para acompañar a los difuntos
durante sus exequias.
Los otros cuatro tondos que decoran los
lienzos laterales de la cama muestran la representación de dos Virtudes
teologales – Fe y Esperanza -, y dos cardinales –Prudencia y Justicia -
personalizadas mediante alegorías femeninas (en un tratado litúrgico del siglo
XIII sobre el sentido simbólico del ritual cristiano, escrito por Guillermo
Durando el Viejo –“Rationale divinorum officiorum”-, se recoje según señala Mª
José Redondo: “Virtutes in mulieris specie depiguntur quia mulcent et nutriunt”,
es decir, “porque amamantan y nutren”).
A la Prudencia –en el costado izquierdo del monumento-, se la presenta con un
cuerpo femenino y una cabeza de dos caras. Una de ellas es la de un hombre maduro
–conociendo el pasado-, y la otra de
una mujer joven –se puede prever el
futuro -; la muchacha sostiene entre sus manos un espejo como alusión a que
la persona prudente debe empezar por conocerse a sí misma.
La otra alegoría de una Virtud
que figura en el lienzo izquierdo del sepulcro alude a la Esperanza. Su
representación iconográfica es la de una mujer con las manos juntas, en
oración, y la mirada dirigida hacia arriba.
En las esquinas del sepulcro Bigarny emplea
la garra de león y como borde follaje terminado en la parte superior en una
voluta similar a la utilizada por Diego de Siloe en el mausoleo del obispo
Acuña; las garras mantienen pequeños restos de la policromía que en un tiempo
debió decorar al menos parte del sepulcro. En Francia, donde se hicieron con frecuencia, las esculturas medievales esculpidas sobre alabastro se coloreaban una vez terminadas.
Si bien la presencia de las Virtudes en
la decoración de los sepulcros para unos aludía a las cualidades del difunto y
para otros en cambio no eran sino normas que debía cumplir el buen cristiano, señala
Mª José Redondo Cantera que en muchos casos se les añadía “una significación trascendente,
pues su práctica contribuía al alcance de la vida eterna y de la
felicidad. Por ello a menudo llevan una corona sobre su cabeza”; es el caso
de la representación en el sepulcro del canónigo Gonzalo Díez de Lerma de la Fe
donde la alegoría femenina, portadora de los atributos identificadores más
frecuentes de esta Virtud –la cruz y el cáliz del que sobresale la Sagrada
Forma-, figura coronada (a veces se considera también que la razón de su corona se debe
a ocupar el primer lugar en la jerarquía de las Virtudes).
En el mismo lienzo lateral del monumento
se representa a la Justicia con la espada como atributo en su mano izquierda
símbolo de su poder ejecutivo. Señala Isabel del Río que el arte de Bigarny "se define por la capacidad para recrear cosas nuevas, combinar elementos tradicionales renovados y mezclarlos con los del momento, renacentistas".
Los distintos medallones de los lienzos
laterales del sepulcro se separan por elementos vegetales.
En el testero correspondiente a la cabeza
de la efigie –al contrario de lo señalado en el contrato: “… las armas de dicho señor Doctor a los pies con su capello…”-, se muestra el blasón del protonotario don Gonzalo.
Sabemos de la existencia de un texto
escrito o epitafio por el texto del contrato: “… y el letrero á la cabezera según que el dicho señor Doctor se le dará
por escripto; y que tengan … el letrero otros dos [niños] que sean angélicos…”,
aunque ahora ha desaparecido manteniéndose tan sólo la huella de su presencia.
Dado que conocemos el Testamento de don
Gonzalo Díez de Lerma –fue publicado por Demetrio Mansilla Reoyo- espigamos
arbitrariamente algunos párrafos para terminar: “… elijo por mi sepultura y es mi voluntad que mi cuerpo sea sepultado
en la iglesia de Nuestra Señora Santa María la Mayor de esta ciudad de Burgos,
iglesia Catedral dentro de la mi capilla, que yo el dicho protonotario he
hecho, dotado y edificado en medio de ella, delante el principal altar de la
dicha capilla, cuya institución e invocación de la dicha capilla se llama de la Consolación y Presentación o
Nacimiento de Nuestra Señora, según que se llama una iglesia que está debajo
del capitolio en Roma, …, en la sepultura que se me hace … y que me hagan hacer
un ataúd de madera en que vaya mi cuerpo y se ponga dentro de una piedra grande
que yo tengo señalada”.
“Mando
que el día que yo muriere, que den de vestir a doce pobres, los cuales, al
tiempo que sacaren el cuerpo de mi casa, lleva cada uno su antorcha de cera
encendida, dando a cada pobre una vestidura a la usança en la ciudad de Burgos
y sean los pobres cuales mi cabeçaleros nombraren y en las antorcha en cada una
vayan pintadas las armas de mí el dicho protonotario …”
“…
conviene hacerse en las dichas capillas unas rejas de hierro que respondan a la
obra de la dicha capilla y ornato de ella que no lo dejando yo avenido, mando
que se hagan ambos arcos y se puedan gastar y gasten en ellos mil y quinientos
ducados …”
“… e si yo no dejare comprado y hecho un paño
de seda para sobre mi sepultura, mando que se compre y se haga hacer de seda de
terciopelo negro con sus borlas o alpanabazes alrededor y su cruz de seda
colorada en medio del paño, como pareciere a mis cabeçaleros.”
BIBLIOGRAFÍA.
-Rodrigo Amador de los Ríos, “Burgos”, en
“España. Sus monumentos y artes. Su naturaleza e historia”, Barcelona 1888.
-Teófilo López Mata, “La catedral de
Burgos”, Burgos 1958.
-Demetrio Mansilla Reoyo, "Testamento del protonotario don Gonzalo Díez de Lerma"; BIFG 4ºT, Burgos 1958.
-Manuel Martínez y Sanz, “Historia del
templo Catedral de Burgos, escrita con arreglo à documentos de su archivo”,
Burgos 1866 [ed. facsímil: Burgos 1997].
-María José Redondo Cantera, “El sepulcro
en España en el siglo XVI. Tipología e iconografía”, Madrid 1987.
-Isabel del Río de la Hoz, “El escultor
Felipe Bigarny (h. 1470-1542)”, Salamanca 2001.
NOTAS.
-Que
pasen ustedes unos felices –y probablemente calurosos- días.
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