MAESTROS (I).
3. Gil de Siloe. Sobre el antiguo retablo de la Capilla de los Condestables
(Catedral de Burgos).
(cont.)
3.2. LAS CLAVES.
En 1994 cuando la
restauración integral de la capilla de los Condestables de la Catedral de
Burgos pudo observarse de cerca su bóveda calada. En el centro, en su clave, se
situaba un magnífico relieve con el tema de la
Presentación de Jesús en el Templo, que hace referencia directa a la
advocación de la capilla.
Para Marta Negro Cobo,
conservadora del Museo de Burgos, se puede sospechar que no fue éste el lugar
original para el que se concibió el relieve, sino que podemos encontrarnos ante
un resto del primitivo retablo gótico que presidía el altar mayor de la capilla
atribuido a Gil de Siloe con policromía de Diego de la Cruz.
La capilla de los
Condestables fue fundada bajo la fiesta de la Purificación, festividad que
conmemora el episodio del Evangelio de San Lucas en el que se narra la primera
vez que Cristo es presentado en el Templo.
La composición se centra en
la imagen del Niño, desnudo sobre el altar. En su entorno se sitúan
distribuidos dos grupos de tres personajes, los hombres a la derecha y las
mujeres a la izquierda vestidos todos a la moda de la época. María deposita
dulcemente al recién nacido ayudada por José que tira suavemente del brazo del
Niño acercándole al anciano sacerdote, Simeón, que revestido de los atributos
obispales extiende un paño bajo su cuerpecillo.
La escena se desarrolla en
un bloque de madera de nogal con las figuras, talladas en alto-relieve,
recortadas configurando el perfil del relieve, sin tener como respaldo la
estancia que sitúe la acción espacialmente
dentro del templo.
Razones estilísticas del
relieve de la Presentación y de los Apóstoles y Evangelistas que decoran las
claves de la estrella abierta en la bóveda de la capilla llevan a atribuirlos a
Gil de Siloe y su taller. Su estrecha relación con el retablo de Jesé, en la
capilla de Santa Ana de la catedral, ayudan a su atribución.
Extraña en una pieza
situada a tanta altura la calidad de la talla y de la policromía, por lo que se
piensa se tratase de un relieve del antiguo retablo principal, recortado y
vaciado para adaptarlo a la decoración de la clave central de la bóveda, y que
se instalaría aquí cuando su desmontaje para la ubicación del nuevo retablo. No
hay que olvidar, además, que uno de los dos responsables del nuevo retablo,
Diego de Siloe, era el segundo hijo varón de maestre Gil.
Sin embargo, no todos los
historiadores de arte piensan así.
Felipe Pereda, -profesor de Historia de Arte en la Universidad de Madrid-, por ejemplo, da una interpretación a la ubicación del relieve en la clave de la que arrancan ocho rayos dorados relacionándolo con el “sol bernardino” (emblema del reformador franciscano San Bernardino) y con la devoción que los Condestables le profesaban; y no creyendo que “el retablo previsto originariamente dispusiera esta iconografía” de la Presentación pensando (al haberse fijado en tan sólo seis de los pequeños relieves en piedra con motivos historiados, en lugar de observar que como mínimo son más de ocho) que debería “haber sido entonces la resurrección”.
Felipe Pereda, -profesor de Historia de Arte en la Universidad de Madrid-, por ejemplo, da una interpretación a la ubicación del relieve en la clave de la que arrancan ocho rayos dorados relacionándolo con el “sol bernardino” (emblema del reformador franciscano San Bernardino) y con la devoción que los Condestables le profesaban; y no creyendo que “el retablo previsto originariamente dispusiera esta iconografía” de la Presentación pensando (al haberse fijado en tan sólo seis de los pequeños relieves en piedra con motivos historiados, en lugar de observar que como mínimo son más de ocho) que debería “haber sido entonces la resurrección”.
Ante las graves patologías
de xilófagos y del levantamiento de policromías se vio necesario su desmontaje
para restauración y conservación, colocándose en su lugar copias facsímiles.
Las imágenes de Apóstoles y
Evangelistas han perdido parte de sus volúmenes y en varias de ellas faltan los
símbolos que las identificaban. Por lo que se refiere a sus formas se advierten
entre ellas bastantes diferencias como obra de taller, a excepción de los dos
relieves que podrían haber salido de la mano de Gil de Siloe.
Los cuatro Evangelistas son fáciles de identificar por el atributo que acompaña
a cada uno: el toro a San Lucas, el león a San Marcos y el ángel a San Mateo;
San Juan Evangelista ha perdido el águila que habitualmente le identifica pero
su rostro barbilampiño ayuda en su asignación.
Solían representarse en la
bancada o predela de los retablos pues sus textos se consideraban como pilares
de la iglesia.
La identificación de los Apóstoles se presenta más problemática; tan sólo Andrés
(con la gran cruz en aspa), Bartolomé (con el demonio a sus pies sujeto por una
cadena), Santiago el menor (con el palo de batanero), Juan (joven e imberbe) y
quizás Pablo (el cabello escaso y lacio), conservan los símbolos con que se les
identificaba habitualmente.
Dos de las esculturas de los Apóstoles, la de Andrés y la de Juan (Juan y Mateo aparecen representados como Evangelistas y como Apóstoles), conservan la peana que les soportaba cuando su probable ubicación en el retablo de la capilla.
Al frente de dichas peanas figuran dos borrosos escudos que parecen los de la familia de los Condestables.
El de la derecha corresponde a los Mendoza, similar en sus cuarteles, al que se representa, bajo el basamento de las Santas Mártires sentadas, en el lateral del retablo de Santa Ana en la capilla; lleva en su primer y cuarto cuartel el correspondiente a la generación de los Marqueses de Santillana a la que pertenecía doña Mencía, y en el segundo y tercero, -cinco hojas de higuera-, el de los Figueroa, apellido del abuelo materno. El escudo de la izquierda, sin poderlo asegurar con certeza dado su mal estado, corresponde al de los Velasco tal y como figura en los retablos de San Pedro y de Santa Ana de la capilla: cuartelado de quince puntos de ajedrez de oro y veros con bordura de castillos y leones.
Dos de las esculturas de los Apóstoles, la de Andrés y la de Juan (Juan y Mateo aparecen representados como Evangelistas y como Apóstoles), conservan la peana que les soportaba cuando su probable ubicación en el retablo de la capilla.
Al frente de dichas peanas figuran dos borrosos escudos que parecen los de la familia de los Condestables.
El de la derecha corresponde a los Mendoza, similar en sus cuarteles, al que se representa, bajo el basamento de las Santas Mártires sentadas, en el lateral del retablo de Santa Ana en la capilla; lleva en su primer y cuarto cuartel el correspondiente a la generación de los Marqueses de Santillana a la que pertenecía doña Mencía, y en el segundo y tercero, -cinco hojas de higuera-, el de los Figueroa, apellido del abuelo materno. El escudo de la izquierda, sin poderlo asegurar con certeza dado su mal estado, corresponde al de los Velasco tal y como figura en los retablos de San Pedro y de Santa Ana de la capilla: cuartelado de quince puntos de ajedrez de oro y veros con bordura de castillos y leones.
La
presencia de los Apóstoles en la iconografía funeraria se justifica en función
de la posición importante que ocuparon en la salvación: “Rueguen por él todos los Santos Apóstoles a quien el Señor dio el poder
de atar y desatar” se dice en el "Oficio de difuntos".
La ley
mosaica prescribía dos ceremonias vinculadas con el nacimiento de un niño; si
era varón debía ser circuncidado, mientras que la madre, al ser considerada
impura después del parto, debía purificarse presentando a su primogénito en el
templo y recuperarlo del Señor mediante una ofrenda. La circuncisión debía
realizarse ocho días después del nacimiento, y la Purificación cuarenta días
después.
El conjunto formado por las
dieciséis imágenes de Apóstoles y Evangelistas, y el altorelieve de la
Presentación de Jesús en el Templo se exhibe en dos vitrinas mal iluminadas
sitas en el claustro de la Catedral de Burgos. Les acompaña un hermoso
altorelieve de la Circuncisión (según me indicó amablemente el canónigo
fabriquero, estaba situado en una clave de la girola a la entrada de la Capilla
de los Condestables) también imputable por razones estilisticas a Gil de Siloe
o a su taller. Louis Reau
señala que “entre los judíos la circuncisión era el equivalente de lo que
llegaría a ser el bautismo para los cristianos… era … una especie de sacramento
y a la vez un acto de registro en la comunidad familiar y religiosa a través de
la imposición de un nombre …, su nombre
de circuncisión, que entre los cristianos se llamaría nombre de pila”. Es en esta ocasión cuando el Redentor recibe el
nombre de Jesús ya anunciado por el ángel; de ahí la importancia que los
teólogos atribuyen a este acontecimiento.
Según el Antiguo
Testamento, Abraham, -el primer judío-, y su familia fueron los primeros
circuncidados desde el momento en que Dios se le apareció y le indicó las
condiciones de su alianza con el pueblo judío: "He aquí mi pacto contigo: serás
padre de una muchedumbre de pueblos, …y saldrán de ti reyes…. Tú, de tu parte,
guarda mi pacto, tú y tu descendencia después de ti, … circuncidad todo varón.
Circuncidareis la carne de vuestro prepucio y ésa será la señal del pacto entre
mí y vosotros. A los ocho días de nacido, todo varón será circuncidado en
vuestras generaciones; los siervos, ya los nacidos en casa, ya los comprados,
serán circuncidados" (Génesis,
XVII).
En el Nuevo Testamento sólo Lucas
(2:21) nombra de forma clara la circuncisión de Cristo.
La mayoría de los judíos,
fieles a la tradición de los hebreos, continuaron practicando la circuncisión
al octavo día después del nacimiento del niño; en hebreo la circuncisión se
dice milah, aunque la expresión
completa es brit milah, cuya primera
palabra significa “alianza”, pues esta circuncisión se practica para recordar
el pacto establecido entre Yavé y Abraham.
El hombre que lleva a cabo el brit es llamada “Mohel”; un maestro cirujano con experiencia especial en el ritual judío de la circuncisión.
El hombre que lleva a cabo el brit es llamada “Mohel”; un maestro cirujano con experiencia especial en el ritual judío de la circuncisión.
Los gentiles que habían
culminado su preparación con vistas a su ingreso en la familia judía, y que
había sido aprobada por un tribunal competente compuesto por tres rabinos,
bet-din, debían necesariamente realizar tres pasos ceremoniales (dictados por
la halakha): Circuncisión, Inmersión
en pileta ritual y Ofrenda en el Templo. Este ritual nos hace sospechar la
falta de un tercer relieve que sería el del Baño ritual por inmersión
(Bautismo).
Una interpretación sobre la
constitución del primitivo retablo mayor de la capilla de los Condestables
basada en la hipótesis anterior podría ser que estuvo constituido por los tres
relieves en madera de la Circuncisión, Bautismo y Presentación, por los
Evangelistas y por los Apóstoles; todo ello rodeado por un marco exterior de
piedra con al menos ocho o diez motivos historiados que presentarían la Pasión
y muerte de Cristo.
El retablo estaría coronado por un Crucifijo de madera a cuyos pies figurarían dos esculturas en piedra, de la Virgen y San Juan, encuadrados en una arcada del triforio con decoración de putti portadores de emblemas de la Pasión. Y quizás el mismo contenido del retablo, en aquellos años de luchas religiosas tras la expulsión de los judíos y la guerra de las Comunidades, fue la causa de su temprana sustitución. De realizarla se encargaría don Íñigo Fernández de Mendoza, VIII Condestable de Castilla; pero esta sería otra historia.
El retablo estaría coronado por un Crucifijo de madera a cuyos pies figurarían dos esculturas en piedra, de la Virgen y San Juan, encuadrados en una arcada del triforio con decoración de putti portadores de emblemas de la Pasión. Y quizás el mismo contenido del retablo, en aquellos años de luchas religiosas tras la expulsión de los judíos y la guerra de las Comunidades, fue la causa de su temprana sustitución. De realizarla se encargaría don Íñigo Fernández de Mendoza, VIII Condestable de Castilla; pero esta sería otra historia.
Se discute a veces si Gil
de Siloe concluyó o no el retablo mayor de la Capilla. Entre los motivos existentes para
formarse una opinión afirmativa uno de ellos puede ser la gran cantidad de actos religiosos
que se celebraron en la Capilla a partir de 1.945.
En los primeros días de
1.492 fallecía el primer Condestable del linaje Velasco: “Fallesció este condestable en Burgos a seis de enero, día de los Reyes,
año de mil cuatrocientos noventa y dos”. El cadáver fue colocado
provisionalmente en el coro de la Catedral “fasta
que fuese acabada la capilla la qual creyesen que se daría tan gran priesa que
se acabaría antes de tres años…”[A.C.B. Registro 29-385]; en 1.494 se terminaba la bóveda
calada por Simón de Colonia, y ya en 1495 se produciría el traslado del cadáver
a la Capilla. No parece lógico que esto se realizase sin que estuviera concluida la
mesa del altar y el retablo, máxime cuando en las Actas Capitulares se señalan la
gran cantidad de maravedises que supusieron la ejecución de determinadas
“memorias”[ en uno de los documentos se indica incluso “E otro dia
lunes han de decir vna misa cantada de réquiem
en la dicha capilla con diaconos e subdiáconos,…” (ACB. RR-29 fol.
2-3v] .
A don Pedro en 1.495 se le enterró en una pequeña cripta al pie del altar a fin de que su alma se pudiera beneficiar de cada misa que se celebrara allí, constituyéndose el retablo mayor como el centro de referencia de las ceremonias que se celebraban junto a él.
A don Pedro en 1.495 se le enterró en una pequeña cripta al pie del altar a fin de que su alma se pudiera beneficiar de cada misa que se celebrara allí, constituyéndose el retablo mayor como el centro de referencia de las ceremonias que se celebraban junto a él.
Existe otra hipótesis sobre
la composición del retablo basada más en razones formales y estilísticas que
las consideradas anteriormente.
“Acabada la obra
fundamental de la capilla, -señala López Mata-, aún quedaban, en 1499,
andamiajes ante la entrada de ella, seguramente para la ejecución de la
estatuaria de los pilares de ingreso, porque en 5 de abril escribían a la
condesa rogándola “desembarazar su
capilla porque pertuba la luz del trascoro …”[A.C.B. RR-32 fol.220v-223].
El arco de entrada,
apoyado en pilares, está plagado de esculturas de la escuela de Simón de
Colonia, con dos grandes relieves, Natividad del Señor y Purificación, por la
parte exterior y la Anunciación por el interior.
La
escena de la Anunciación es un tema que gozó de gran predilección en las
representaciones existentes en las capillas funerarias al significar el momento en que comenzó la vida humana de Cristo y por tanto ser
considerada como el preludio de la Redención.
Los tres relieves figuran como grabados grandes en el Libro de Horas impreso por Pigouchet en 1498 [ o en 1491 por Pierre Le Rouge para el librero Vincent Commin (con algunos ejemplares con los grabados coloreados), o en 1495 por Jean du Pré] que pudo haber utilizado Gil de Siloe como inspiración para sus escenas en madera en el altar mayor de la Capilla.
En la iconografía del relieve de la Natividad del taller de Simón de Colonia se introduce la variante de finales del siglo XV de los ángeles niños junto al recién nacido con las manos juntas en gesto de adoración.
El Concilio de Trento terminaría eliminando el buey y el asno tan familiar de finales de la Edad Media al reprocharles, según Réau, tanto su condición de apócrifos (de su presencia es tradición consignada en el siglo VI en el Evangelio apócrifo del “Pseudo Mateo”) como su falta de nobleza. El relieve incorpora en su parte superior derecha la escena del “Anuncio a los pastores”: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño. Se les presentó un ángel…” [Lucas 2, 8-15].
Los tres relieves figuran como grabados grandes en el Libro de Horas impreso por Pigouchet en 1498 [ o en 1491 por Pierre Le Rouge para el librero Vincent Commin (con algunos ejemplares con los grabados coloreados), o en 1495 por Jean du Pré] que pudo haber utilizado Gil de Siloe como inspiración para sus escenas en madera en el altar mayor de la Capilla.
En la iconografía del relieve de la Natividad del taller de Simón de Colonia se introduce la variante de finales del siglo XV de los ángeles niños junto al recién nacido con las manos juntas en gesto de adoración.
El Concilio de Trento terminaría eliminando el buey y el asno tan familiar de finales de la Edad Media al reprocharles, según Réau, tanto su condición de apócrifos (de su presencia es tradición consignada en el siglo VI en el Evangelio apócrifo del “Pseudo Mateo”) como su falta de nobleza. El relieve incorpora en su parte superior derecha la escena del “Anuncio a los pastores”: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño. Se les presentó un ángel…” [Lucas 2, 8-15].
Dada la fecha en que se
realizan los relieves situados a la entrada y al incluirse entre ellos el de la “Presentación en el templo”
es muy probable aludan a las imágenes del retablo principal de la capilla pues
toda la decoración del interior de esta fue pensada dentro de un programa
unitario en donde arquitectura y escultura crearan un ámbito suntuoso lleno de
majestuosidad.
Por otra parte, cuando años más tarde se
termina el amueblamiento de la capilla [yacentes, retablos laterales, sillería
y órgano] y se rehace el retablo mayor se mantienen los motivos de las escenas
con excepción de la relativa a la Circuncisión que es sustituida por la
Visitación de la Virgen a su prima. Su causa obedece a que en el momento de la
realización del retablo han surgido dos temas fuertes reflejados en los Libros
de Horas impresos (como ecos de la sociedad): las representaciones ligadas a la
Inmaculada Concepción y las inspiradas en el teatro religioso de los
“Misterios”; la cuestión era saber si Dios había decidido salvar a la humanidad
en el momento de la Concepción de la Virgen o en el momento de la Encarnación
de Cristo. Gil de Siloe trató el primer tema –el de la Inmaculada- en la
capilla de Santa Ana o de la Concepción de la Catedral con el retablo del Árbol de Jessé y el
Abrazo ante la Puerta dorada; ahora su hijo Diego, quizás por eso, introduce en
el nuevo retablo, el segundo, con la Visitación.
De ser las hipótesis
anteriores certeras el retablo estaría compuesto por 4 o 5 escenas en madera
sujetas directamente sobre el lienzo de pared de la capilla en las que la
Virgen hubiese tenido un papel importante enmarcadas en una orla con relieves
en piedra relativos a la Pasión de NS Jesucristo. En la predela se situarían
los cuatro evangelistas junto adornos de tracerías góticas en piedra. Los
Apóstoles enmarcarían el retablo, muchos de ellos situados sobre pedestales con
los escudos de los Condestables. La estructura sería similar a la del retablo
de Jessé de la capilla de Santa Ana de la catedral, y al igual que aquel sin
ensamblaje o armazón de madera.
Al menos este es mi sentimiento cuando entro en la capilla funeraria que mandaron construir la familia Velasco/Mendoza, los Condestables, por el deseo de ser recordados a través de los tiempos –mediante una imagen que daba solidez a un linaje y a dos individuos concretos de él-, sin abominar de valores netamente cristianos .
Al menos este es mi sentimiento cuando entro en la capilla funeraria que mandaron construir la familia Velasco/Mendoza, los Condestables, por el deseo de ser recordados a través de los tiempos –mediante una imagen que daba solidez a un linaje y a dos individuos concretos de él-, sin abominar de valores netamente cristianos .
BIBLIOGRAFÍA.
-Cristobal Antón, Luis: “Tratamiento de la imaginería de la capilla del Condestable y de la
figura del Santísimo Cristo de Burgos”, en “Cursos sobre el Patrimonio
Histórico 2”, Reinosa 1998.
-Cadiñanos, Inocencio: “Felipe Bigarny, Alonso Berruguete y los
sepulcros de los Condestables en Burgos”, AEA t.56, 1983.
-Estella, Margarita: “La imaginería de los retablos de la Capilla
del Condestable”, Asociación Amigos de la Catedral, Burgos 1995.
-López Mata, Teófilo: “La catedral de Burgos”, Burgos 1950.
-Negro Cobo, Marta: ficha
nº 9 del Catálogo de la exposición “Isabel
la Católica. La magnificencia de un reinado”, Quinto centenario de Isabel
la Católica 1504-2004, Valladolid 2004.
-Negro Cobo, Marta: ficha
nº 52 del Catálogo de “Las Edades del
hombre. Catedral de Ciudad Rodrigo. Kyrios”, 2006.
-Pereda, Felipe y Gutierrez de Ceballos, Alfonso: “Coeli enarrant gloriam Dei”, Arquitectura,
iconografía y liturgia en la Capilla de los Condestables en la Catedral de
Burgos”, en Annali di Architettura. Rivista del Centro Internazionale di
studi di Architettura Andrea Palladio, nº9, Vicenza 1997.
-Porras Gil, Mª Concepción:
“La Capilla de la Purificación en la
Catedral de Burgos. Mirar desde el humanismo, ver la Antigüedad desde la forma”,
BSAA LXXIV, Valladolid 2.008.
-Porras Gil, Mª Concepción:
“El concepto de la muerte a finales de la
Edad Media”, B.I.F.G. t.LXV, Burgos 1993.
-Réau, Louis: “Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia/Nuevo Testamento”, Barcelona 2.008.
-Réau, Louis: “Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia/Nuevo Testamento”, Barcelona 2.008.
-Joaquin Yarza, “Gil
de Siloe”, Madrid 1991.
-VV.AA., “Actas
del Congreso Internacional sobre Gil de Siloe y la Escultura de su época”,
Burgos 2001.
NOTAS.
-En la página web de la
Catedral de Burgos con la pestaña Archivo puede accederse al catálogo de las secciones “Registros”
(Actas Capitulares), “Libros” y “Volúmenes” del Archivo Histórico de la
Catedral.
-Señala Mª Concepción
Porras que a finales de la Edad Media
“una de las formas para no morir en el recuerdo de
la historia, era dejar una vida fecunda de hechos de armas, es decir, alcanzar
una categoría de héroe, de tal forma, que el pueblo cantara las victorias
conseguidas, yendo éstas de
boca en boca. Otra de las formas de inmortalidad terrena, era dejar una obra
escrita, pero ésta obtenía una menor difusión con respecto a lo anterior, por
ser la mayor parte de la población analfabeta. Por último, la mejor forma de
expresar la grandeza obtenida en la tierra perpetuándola, era la construcción
de obras de arte que vencieran el paso de los siglos. No había mejor forma para
recordar a un difunto, que ver el lugar donde reposaban sus restos, y por otra
parte, no había mayor seguridad de descanso eterno, que poseer una tumba o
capilla funeraria en un lugar sagrado, sobre la que pudiesen oficiar
determinados actos religiosos.”
-Para no ser demasiado
injustos y dejarlos olvidados en el disco duro del ordenador he aquí a los
otros dos Apóstoles que figuran en las claves de la bóveda en la Capilla de los
Condestables.
(rehecho sept-2018)
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