Sepulcro
de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal. (Cartuja de Miraflores, Burgos).
(PRIMERA PARTE)
Casi
siempre, los proyectos que calificamos de artísticos tuvieron un carácter
instrumental. Hacia 1486 la Reina Isabel la Católica encargó a Gil de Siloe el
proyecto para la realización del sepulcro de sus padres, Juan II e Isabel de
Portugal, y el de su hermano Alfonso en la Cartuja de Miraflores; suponía un
claro intento político por parte de Isabel de ensalzar la rama legítima de la
familia, -los Reyes, su hermano y ella misma-, frente a su hermanastro Enrique
IV sumiendo a este en el olvido.
El sepulcro
de los reyes es del tipo exento. Está situado bajo las gradas de la Capilla
Mayor, en medio de la nave, en el presbiterio; el material empleado es el
alabastro. El monumento llama la atención por su forma, quizás única: un prisma
con sección en estrella de ocho puntas, obtenida por la intersección de un
rectángulo con un rombo. El conjunto ha llegado a nuestros días en un estado no
muy bueno de conservación. Cuatro acontecimientos marcaron un hito devastador
en su conservación: la ocupación francesa, el Trienio Liberal (1820-1823), la
desamortización eclesiástica, y las actuaciones del conde de las Almenas.
1. LA CAMA
DEL SEPULCRO.
“Sobre
el plano del tumulo, o pedestal, en las quatro principales esquinas, están los
quatro evangelistas, y en los demás ángulos, ay doze estatuas menores y en
medio están las figuras de los reyes recostadas sobre almoadas”.
Fray Nicolás de la Iglesia, Burgos 1659.
1.1.Los
cuatro Evangelistas.
En los
cuatro vértices del rombo, sentados ante escritorios, y con sus símbolos, se
han situado esculturas exentas de los cuatro Evangelistas canónicos. Su modelo,
-como se dirá más tarde para otras partes del sepulcro-, proviene de los libros
manuscritos con miniaturas.
San Marcos,
en el vértice este de la estrella, el más próximo al altar mayor, va protegido
por su león alado; se asocia a Marcos con el león porque su Evangelio empieza
hablando del desierto y el león era considerado el rey del desierto. El libro,
que descansa sobre su rodilla, se cierra con un amplio broche; del escritorio
cuelgan un plumero, -o contenedor para la pluma-, con un adorno en forma de
corazón y su cubierta con forma de campana.
La amplia separación entre las
rodillas muestran el clásico desinterés que suscitaba en Gil de Siloe la anatomia
humana; le interesaba, sobre todo, el realismo en las cabezas y la decoración
superficial de las figuras. Sus ropas presentan numerosos y profundos pliegues.
San Marcos, al no ser discípulo de Jesucristo, según la tradición basó su
relato en las enseñanzas de San Pedro.
San Lucas,
al lado de la Reina, en el vértice norte del sepulcro, lee su libro con aire
majestuoso emulando la personalidad de un austero patriarca; según la tradición
fue discípulo de San Pablo.
A su
derecha el toro alado, -su símbolo iconográfico-, con la cabeza hacia arriba y
de cuyo cuerno roto pende el contenedor de las plumas (pieza habitual en la
pintura y escultura de entonces); el toro se asocia a Lucas porque su Evangelio
comienza hablando del sacrificio que hizo Zacarías a Dios. A su izquierda el
escritorio, tallado con tracería gótica, soporta tintero y pluma. San Lucas
viste túnica y manto, y el tocado es del estilo que se usaba en Burgos en la
época en que se talla la pieza.
San Mateo,
en el lado del Rey, en el vértice sur del sepulcro, es el más extraño en su
concepción y tratamiento; está sentado sobre sus piernas, la izquierda hacia
atrás y la otra hacia adelante, dejando ver bajo su túnica los dedos desnudos
de su pie. Su refinada boca y nariz contrastan con las arrugas de la barbilla y
la parte baja de la cabeza; tiene las manos mutiladas. Al lado, el ángel, -su
atributo iconográfico- sostiene el libro abierto; su figura, un día rota, ha
sido reconstruida. Las pintadas mejillas de San Mateo que simulan una barba
espesa, los labios rojos y las pestañas y cejas coloreadas de negro, -el traje
no tiene ningún rastro de color- plantean la duda sobre si el alabastro fue
pintado en sus inicios o lo fue con posterioridad. El tocado tubular de su
cabeza fue utilizado en toda Europa en el siglo XV; llama la atención, también,
el estrecho cinturón abrochado, los botones y ojales del cuerpo del traje, así
como el broche que sujeta el manto. Los pliegues de la falda son un revoltijo
sin sentido probablemente obra de un ayudante del maestro. En el cajón medio
abierto del pupitre asoma un rosario.
San Juan,
en el vértice oeste, -el primero que vemos cuando nos acercamos al sepulcro-
presenta un cierto aire femenino. Tiene el pelo largo, con ensortijados
bucles. La presencia de restos de color es, según los restauradores de los años 2005/6,
muy posterior a la realización de la escultura. Los pliegues de su ropa son un
enredo de jirones desatento a las exigencias anatómicas y sobre los que reposa
una pluma de ave y la filacteria. El águila, -su atributo iconográfico- con la
cabeza y pata amputada, junto a un pequeño escritorio con un libro con sus
hojas abiertas encima, presenta el plumaje tallado con esmero. El Evangelio de
San Juan era anónimo en origen, aunque la tradición cristiana más antigua
asigna el nombre de Juan a su autor casi desde el primer momento.
1.3.Otras
figuras sobre la cama sepulcral.
De las doce
estatuas menores
que decía fray Nicolás de la Iglesia que existían en 1659, Antonio Ponz, en
1783, cuenta en el tomo XII de su “Viage de España” que “Al rededor de la cama
hay nueve estatuitas en pie”, y en las fotografías, tomadas en 1905, que
presenta Wethey en su libro sólo hay seis. Ahora figuran ocho, a punto de ser
nueve. Las estatuas de unos 45 cm de altura o han desaparecido, o han cambiado
de sitio o han sido restauradas. Al ser piezas independientes se pueden
trasladar de ubicación con facilidad por lo que no es posible tener certeza del
lugar que ocuparon originalmente.
La que
presenta mejor apariencia es una reproducción fiel de la original, -conservada
esta en Nueva York en “The Cloister Collection” con el nº. 69.88 tras haber
sufrido variadas peripecias- que corresponde a Santiago el Mayor. La escultura
verdadera fue descubierta por Wethey en una colección privada americana,
procedente de una subasta realizada en USA, en 1927, de parte de los bienes de
José Mª de Palacio y Abárzuza, conde de las Almenas; en las fotografías tomadas
antes de 1915 aparecía en el sepulcro situada a la derecha de San Lucas. Aunque
algunas partes han sido retocadas el pelo, la barba, el diseño de la ropa, el
borde del manto y la cartera conservan su dorado original. Una concha sujeta su
capa, emblema que se repite en la cartera, o junto con una calabaza y dos
bastones cruzados de peregrino en el sombrero. Actualmente, 2012, la escultura,
-la copia- se expone en una capilla y algún día quizás se integre en el
sepulcro.
Junto a
Santiago, la figura mejor conservada corresponde a San Pedro. Si bien le falta
un pedazo de su cabeza y ojo derecho, el cuerpo tiene su forma genuina y su
leve movimiento hacia la derecha le dota de una cierta gracia de la que carecen
las otras piezas. Con pelo y barba corta y rizada, viste túnica y capa recogida
hasta la cintura formando profundos pliegues. En sus manos sostiene un libro
abierto, con un dedo entre las hojas, y con el brazo derecho sujeta dos grandes
llaves.
San
Esteban, que aparece ahora en el ángulo de la estrella a los pies de la figura
del Rey, no correspondía a este sepulcro sino al de don Alfonso; así figura en
fotografías antíguas, -como las que el Estado guarda del Archivo Moreno
correspondientes a la tumba del infante don Alfonso- escultura que fue traida
aquí por el conde de las Almenas para disimular la desaparición de otras (que
él se llevó) como la de Santiago el Mayor. Tiene la cabeza restaurada, -intenta
imitar, según Wethey, la del San Lucas del sepulcro del infante don Alfonso- y
con la mano derecha sujeta, entre los pliegues de la ropa, seis piedras.
San Simón
el Cananeo o San Judas Tadeo, identificado por un fragmento de su sierra, está
demasiado mutilado para dar una idea adecuada de su aspecto original. Viste
túnica recogida por un cinturón y manto. Simón el Cananeo y Judas Tadeo suelen
ir asociados tanto en la leyenda como en la iconografía, siendo la escasez de
datos así como alguna identificación equívoca de sus personas la causante de la
variedad iconográfica que les caracteriza. Según la tradición católica después
de discutir con magos persas derribaron sus ídolos por lo que fueron
degollados, aunque según la Leyenda Dorada San Simón fue cortado en dos con una
sierra por lo que su atributo habitual fue ésta.
La
escultura de San Pablo, -ubicada entre los Evangelistas Juan y Mateo, junto a
la cabeza del Rey- es probablemente, según Wethey, un añadido del siglo XIX que
imita el estilo de finales del siglo XV. Un resto de su espada se conserva en
la parte inferior de la derecha del santo; la cabeza guarda bastante relación
con la de San Lucas. Viste túnica sujeta por cinturón y manto recogido en su
lado izquierdo. Aparece ya en las fotografías tomadas antes de las
restauraciones de 1915.
La imagen
de un Santo dominico, -situada entre los Evangelistas Lucas y Juan, al lado de
Simón (?)- viste las ropas propias de su Orden, se puede ver en su estado
original en una fotografía publicada por Bertaux en 1911. Ha sido reconstruido
con nueva cabeza, nuevas manos y un libro; una estatua desfigurada que era
mediocre al principio según Wethey. Su cabeza recuerda mucho por su parecido a
la de San Esteban.
Un Santo
sin atributo demasiado mutilado para permitir hacernos de su aspecto original;
le faltan cabeza y manos. Podría ser otro dominico.
Santiago el
menor, -situada la imagen entre los Evangelistas Marcos y Lucas, a los pies del
Rey- viste túnica cerrada en la parte superior por dos botones y con la mano
izquierda sujeta una porra que apoya en el suelo (solía corresponder con el
símbolo iconográfico asignado a Santiago). Lleva apoyado el manto en su hombro
derecho y con esa mano sujeta un libro abierto; el manto ha caído del hombro
izquierdo.
Una escultura tallada de forma esquisita, por la pequeña estrella de su capa, según Wethey podría representar a Santo Tomás de Aquino. En las fotografías
que presentó el escritor americano en 1936, aparecía ubicada junto a San Esteban en el
sepulcro del infante Alfonso; actualmente ambas piezas figuran en el de los padres de
Isabel la Católica, ocupando tan sólo, en una de las ménsulas del sepulcro del
infante, una figura restaurada de una santa.
Desde la
restauración de los años 2005/6 pueden verse en los vértices interiores de la
estrella ocho pedestales para sostener las anteriores esculturas. Cinco de
ellas son nuevas y se han realizado siguiendo el modelo de la utilizada en el
sepulcro del infante Alfonso; en su origen, eran ménsulas adornadas con hojas y
cardinas caladas, de las que algunas no han desaparecido y permiten hacernos
una idea de como fueron todas.
1.3.Las
figuras de los reyes.
Los reyes
están uno al lado del otro en nichos consistentes en dos conjuntos de pilastras
talladas con pináculos góticos. No están interpretados como yacentes a pesar de
aparecer sobre unas ricas camas. Al incorporar doseles, sobre sus cabezas, y
repisas ,en sus pies, podrían estar situados en posición vertical como las
estatuas en las portadas de las catedrales; sólo el estar apoyadas sus cabezas
sobre cojines señalan su posición de descanso. Separados el uno de otro por una
rejilla se vuelven ambos hacia el exterior de la cama para que el espectador
pueda ver su rostro.
1.3.1. El
Rey Juan.
La cabeza
del rey para Wethey y para Gómez Bárcena es una pieza excelente.
Sin
embargo, en las intervenciones del Equipo7 Restauración del 2005/6 descubrieron
que la cabeza de Juan II se movía, y que la pieza podía desencajarse con
relativa facilidad, recordando poco el ensamblaje con lo habitual en Gil de
Siloe; las diferencias entre las calidades,-en textura y tonalidad- del
alabastro de la cabeza y el resto del cuerpo, así como en el virtuosismo de la
talla parece indicar ha sido añadida con posterioridad; cómo, cuando y en qué
circunstancias son preguntas con difícil respuesta hoy en día.
Se tienen
noticias de que a principios de 1821 la cartuja sufrió el ataque y saqueo de
grupos liberales sin control; infringieron daños al sepulcro, en especial a la
estatua del rey, imagen de la realeza y quizás puesta en paralelo con Fernando
VII. Parece que atacaron y rompieron la corona y el cetro del monarca; escribía
Tarin y Juaneda en 1896 en base a las “escasas memorias de estos tiempos que
quedaron escritas en Miraflores”: “En menosprecio del poder real, rompieron la
corona y el cetro á la estatua yacente del monarca fundador…”
Si bien la
figura del rey aparece con sus atributos como tal, -corona real, cetro y manto-
se ha querido conferir a su persona un cierto carácter sagrado;así su cabeza
apoya sobre una almohada en la que se dibuja en relieve dos círculos
concéntricos que se asemejan a un nimbo.
Viste ropón
y manto minuciosamente decorados, -de un virtuosismo sobresaliente- imitando
los brocados bordados y piedras preciosas, acordes con el excesivo lujo que se dió
en aquel tiempo en la Corte. Lleva un collar compuesto por una serie de
círculos entrelazados que forman una cadena; falta el medallón del que
desconocemos a que orden correspondía pues los cronistas de la época no dicen
nada al respecto.
Con la mano
izquierda recoge el manto que cae en variados pliegues. Decía Arias Miranda en
1843: “La estatua del Rey ocupa el lugar preferente: tenía corona y centro
de ponderado trabajo antes de 1808, más en la actualidad carece de uno y otro,
y aun de la mano derecha…”, y continúa poco después: “no podemos menos de dolernos amargamente
al ver en los dos sepulcros muchas estatuas mutiladas, despedazadas algunas
labores y robadas otras, que son recuerdo triste del vandálico furor con que
las tropas invasoras de Napoleón nos hicieron la guerra impía y desoladora, …”; la mano derecha fue reparada,
¿cuando?, no así la corona de la que sólo queda un fragmento.
A los pies
del rey hay dos leones que retozan juntos; desde el siglo XIII se colocaban a
los pies de una efigie masculina aportando el significado de valor.
1.3.2. La
Reina Isabel.
Escribía
Wethey en 1936: “La cabeza de la reina es en cualquier sentido inferior a la
del rey, tanto que merece la pena hacerse la pregunta de si Gil la talló”; para
Yarza, en cambio, “la imagen de la reina es obra maestra realizada directamente
por Gil de Siloe”. Wethey y Yarza son, con Proske y Gómez Bárcena, quizás, los
mejores conocedores de la obra de Siloe.
La cabeza de la reina se cubre con velo y sobre ella una corona decorada con altos florones y motivos en forma de corazón, -bastante bien conservada- ciñe sus sienes.
La cabeza de la reina se cubre con velo y sobre ella una corona decorada con altos florones y motivos en forma de corazón, -bastante bien conservada- ciñe sus sienes.
Viste ropa
hasta los pies y sobre-túnica más corta recamada con piedras preciosas; se adorna, también, con un magnífico collar. Tiene en sus manos, cubiertas con guantes sobre
los que lleva las sortijas, un devocionario; sobre su cuerpo reposa un
contario.
Sus pies
calzan chapines, que apoyan sobre una repisa trás la que juegan un niño, un
león y un perro; el niño tira de la cola del león y el perro lame su garra.
Para Wethey quieren significar amor, valor y lealtad.
BIBLIOGRAFÍA.
-Juan Arias
de Miranda, “Apuntes históricos sobre La Cartuja de Miraflores de Burgos”,
Burgos 1843.
-Émile
Bertaux, “La Renaissance en Espagne et en Portugal”, en “Histoire de l’art”
dirigida por André Michel, t.IV, Paris 1911.
-Agustín
Ceán Bermúdez, “Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las
bellas artes en España”, IV, Madrid 1800.
-Mª Jesús
Gomez Bárcena, “Escultura gótica funeraria en Burgos”, Burgos 1988.
-Fray
Nicolás de la Iglesia, prior de la Cartuja, “Flores de Miraflores,
Hieroglificos sagrados, verdades figuradas, sombras verdaderas del Mysterio de
la Inmaculada Concepcion de la Virgen, y Madre de Dios María Señora nuestra”,
Burgos 1659.
-Mª José
Martínez Ruiz, “Las aventuradas labores de restauración del Conde de las
Almenas en la Cartuja de Miraflores”, revista Goya, nº. 313-314, 2006.
-Antonio
Ponz, “Viage de España en que se da noticia de las cosas mas apreciables, y
dignas de saberse, que hay en ella”, t. XII, Madrid 1783.
-Beatrice
Gilman Proske, “Castilian sculpture. Gothic to Renaissance”, New York 1951.
-Juan de
Dios de la Rada y Delgado, “Sepulcro de don Juan II en la Cartuja de
Miraflores, de Burgos” en “Museo español de Antiguedades”, Madrid 1874.
- M.J.
Redondo Cantera, “El sepulcro en España en el siglo XVI. Tipología e
iconografía”, Madrid 1987
-F. Tarín
Juaneda, “La Real Cartuja de Miraflores”, Burgos 1896
-H.E.
Wethey, “Gil de Siloé and his school”, Cambridge (USA) 1956.
-Joaquín Yarza Luaces, "Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía", Madrid 1993.
-Joaquín Yarza Luaces, "Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía", Madrid 1993.
-Joaquín
Yarza Luaces, “Los sepulcros reales de la Cartuja de Miraflores”, Madrid 2007.
NOTAS.
-En abril del 2013 aprovecho un viaje a Nueva York y me acerco a saludar a la escultura de "Santiago peregrino" -la que robó y subastó en Nueva York el conde de las Almenas-, actualmente en The Cloister la sección medieval del Metropolitan Museum; afortunadamente está bien atendido y en buena compañía.
NOTAS.
-En abril del 2013 aprovecho un viaje a Nueva York y me acerco a saludar a la escultura de "Santiago peregrino" -la que robó y subastó en Nueva York el conde de las Almenas-, actualmente en The Cloister la sección medieval del Metropolitan Museum; afortunadamente está bien atendido y en buena compañía.
A mi
regreso a España un amigo me regala un recorte de una fotografía antigua de
principios del siglo XX: Santiago en su antigua casa, sobre el sepulcro de Juan
II e Isabel de Portugal en la Cartuja.
(junio
2013)
(cont.)
Hola, Luis Planas.
ResponderEliminarPrimero de todo, mil gracias por tu post sobre la escultura del sepulcro de la Cartuja de Miraflores. Me ha gustado muchísimo. Soy una verdadera apasionada de ese lugar mágico y de sus obras de arte (por no decir de la pacífica vida que llevan los hermanos cartujos, gente sin duda excelente).
Seguiré enganchada a tu blog. Me gusta mucho la escultura, soy castellana y profana en la materia. Ver mi tierra (Palencia) tratada con tanto mimo, me produce una emoción enorme.
No me gusta hacer publicidad y menos egotrips, pero si quieres echarle un vistazo a mi entrada de Miraflores estaré encantada. Y si ves alguna imprecisión, por favor, no dudes en hacérmelo saber, si quieres, claro.
De nuevo gracias. Recibe un fuerte abrazo.
Cal.
Muchas gracias.
EliminarEspero te guste la continuación.
Yo me uno a Cal. ella ya sabe que ambos somos unos apasionados en el tema... Y también aprovecho para invitarte a nuestro foro en el que te estamos haciendo publicidad del blog:
ResponderEliminarhttp://enterramientosreales.forogratis.es/index.html
Muchas gracias.
ResponderEliminarNo soy ni un apasionado ni un experto en el tema pero el foro
http://enterramientosreales.forogratis.es/index.html
me parece magnífico.
Un saludo