Sepulcro de Juan de Padilla (Monasterio de Fres del
Val, Burgos).
(SEGUNDA
PARTE Y ÚLTIMA PARTE)
El sepulcro de Juan de
Padilla en su reconstrucción actual en el Museo de Burgos presenta su cuerpo o
urna descansando directamente en el suelo; en su origen lo hacía sobre un
embasamento adornado, al menos, con una pequeña moldura con follaje y animales
(sus restos pueden verse en la fotografía que hemos recogido de cuando el
monumento se alzaba en Fresdelval), similar a la que deteriorada enmarca los
otros tres lados del frontal de la cama del sepulcro.
El lecho o arca presenta en
su frente dos escudos con los blasones de Padilla y Guzmán, tres ángeles
tenantes de los escudos y dos pajes en los extremos con las armas del difunto.
Los escudos son partidos y al primero ambos llevan tres padillas (palas de
horno) puestas con el mango hacia abajo, paralelas, en situación de faja,
acompañadas cada una de tres medias lunas; en el segundo calderas y bandas con
cuñas y cruz.
A los lados del grupo de los tres
ángeles con los escudos figuran dos pajes. El de la izquierda, la cabeza
cubierta con gorro, sostiene una pieza de la armadura y una lanza.
El de la derecha, melena
larga y tocado, sostiene una gran coraza apoyada en el suelo.
Viste la estatua del difunto
rica armadura que asoma bajo el ropón de anchas mangas que le cubre, excepto en
la cabeza y en las manos, y un agraciado gorro. Arrodillado sobre un muy
decorado cojín, la capa que lleva es de estilo similar a la del infante don
Alfonso -o a la del rey don Juan II-, en la Cartuja de Miraflores.
Sobre su pecho luce un
collar que imita cadenetas de oro unidas entre sí en forma de corazones de los
que penden adornos de pedrería. El manto -"ataviado con tan ricas preseas, doradas en gran parte"
escribía Carderera-, se decora con grandes medallones asemejándose al del rey
don Juan II de la Cartuja; las trazas de dorado que decía Carderera han
desaparecido totalmente. Tiene juntas las manos con sortijas sobre
los dedos enguantados, a la moda; las manos rotas, como se aprecia en la fotografía, ya las
conoció Wethey en 1936 restauradas.
De grandes y rasgados ojos,
nariz recta -con deteriorada punta-, labios de niña (según Wethey), el cabello
largo cae hasta los hombros enmarcando un rostro que en palabras de Gómez Bárcena
podría ser un verdadero retrato. Se toca la cabeza con una inclinada gorra
casquete con aletas recogidas por lazos.
Al igual que el infante don
Alfonso en la Cartuja se arrodilla ante un reclinatorio cubierto por un paño de
brocado sobre el que reposa un cojín con borlas
y sobre este un libro abierto.
Detrás de don Juan de
Padilla se arrodilla un paje que para Wethey es "indudablemente el trabajo de un ayudante [de Gil de Siloe]",
"un escudero con el yelmo
arrodillado" escribía Madoz. Viste ropa corta y entre sus brazos
sujeta una espada y un gran casco. Tiene la cabeza restaurada -como se aprecia
por el color más oscuro de la piedra y por su ensamble con la escultura-, y le
falta el pie derecho.
El fondo del nicho del
sepulcro figura dividido en tres secciones horizontales. La sección inferior
está decorada por tracería y limitada en su parte superior por una moldura
decorada con motivos vegetales. La sección intermedia está dividida en cuatro
compartimentos dispuestos en forma asimétrica y en palabras de Wethey "desequilibrados" y no muy
acertados; para él, " uno podría atribuir la disposición a una reconstrucción
incorrecta". La parte superior de tres de los compartimentos se coronaba con doseles interrumpidos en la parte izquierda al estar allí, entonces, situada una
lápida sujeta por dos niños y dispuesta para acoger un epitafio. "El compartimiento del medio con sus doseles
fue pensado para enmarcar la efigie, y originalmente puede haber alcanzado ese
propósito, porque sabemos que el monumento estaba situado más alto que el
espectador" escribe, el profesor americano, al respecto. La tercera
sección, que se adapta a la forma semicircular del arco que cobija el conjunto,
se adorna con una muy sencilla tracería que da la sensación de no estar
terminada.
Es probable que Gil de Siloe
muriese antes de terminar el sepulcro; fallos como los de la decoración
interior del nicho parecen inexplicables cuando se tiene en cuenta la habilidad
que mostró en la Cartuja de Miraflores para integrar los innumerables detalles
allí presentes. Lo anterior parece corroborarlo el incompleto epitafio
consistente en una línea que dice: "EN LOS XX AÑOS DE SU " seguida de
dos letras incompletas que parecen ser una L y una E, que podría querer
significar "En su vigésimo año" (en la línea siguiente la letra F
indicaría el inicio de "Fallesció").
[Quizás convenga observar
que en el montaje actual del sepulcro en el Museo de Burgos la ubicación del
epitafio ha cambiado de lugar pasando a estar situado al lado derecho; así
mismo se ha reordenado la tracería y los doseles de la segunda sección]
Bajo la lápida con el
epitafio figura ahora un relieve con la representación de la Piedad. Casi todos los
escritores que lo han hecho sobre esta imagen consideran que difiere considerablemente
de otros trabajos de Gil de Siloe y su escuela. Así para Harold Wethey "el
fino tratamiento del desnudo se puede explicar solamente por un seguro contacto
con el Renacimiento". El paño de pureza de Cristo y la toca de la
Magdalena están tratados de igual forma. Para Mª Jesús Gómez Bárcena
"posiblemente Gil de Siloé proporcionaría el diseño de la obra pero es
dudoso que él la ejecutase". No obstante, ambos autores señalan que el
paisaje del fondo del relieve ya fue utilizado en el retablo del Árbol de Jessé
y en el de la Cartuja de Miraflores o en las Puertas de paso al claustro de la
catedral de Burgos.
La rosca del arco del nicho
se adorna con una pequeña moldura con decoración vegetal con algún animal y
algún niño.; y la que forma el trasdós remata en conopial.
Un trozo de piedra
prismático carente de decoración a pesar del "horror vacui"
característico de Siloe figura en el espacio triangular del conopio y que
podría ser otro indicio de sepulcro sin terminar. Como remate del canopio un
grumo con ménsula que se termina en un adorno vegetal.
Por encima del arco una
sección rectangular adornada con tracería y dos trozos de moldura decorada a modo de soporte de algunas posibles
estatuillas. La sección, y hoy en día el monumento, se acaba con una moldura decorada
con cardina.
El conjunto del sepulcro, se enmarca con dos pilares rematados en pináculos y adornados con estatuas bajo doseles; las situadas a la
altura de la mitad del nicho representan a cuatro Apóstoles, dos a cada lado.
Se fusionan con la arquitectura, al modo del Románico, de tal modo que las
líneas verticales se mantienen intactas. Pedro y Pablo, en el pilar izquierdo,
son figuras esbeltas, de canon alto.
Pedro, quizás la escultura más floja en cuanto a ejecución, presenta su tradicional iconografía con las llaves en su mano izquierda y un libro en la derecha. En opinión de Proske sería obra de un ayudante de Gil.
Pedro, quizás la escultura más floja en cuanto a ejecución, presenta su tradicional iconografía con las llaves en su mano izquierda y un libro en la derecha. En opinión de Proske sería obra de un ayudante de Gil.
Pablo, sujeta un libro
abierto con su mano izquierda y con la derecha la espada; se adorna con su
característica barba puntiaguda. Para Wethey pudo ser tallada por el mismo
oficial que hizo las ahora desaparecidas tallas de san Lucas y san Marcos de la
predella del retablo de Santa Eugenia en la iglesia del mismo nombre de
Astudillo (Palencia).
A la derecha se representa a Santiago el Mayor
con su característica iconografía de peregrino. Su rostro, con grandes barbas
rizadas aparece con las características técnicas de Siloe de líneas poco
profundas y cortos arañazos alrededor de los ojos y en el entrecejo.
Forma pareja con Santiago la imagen de San Andrés Apóstol con enrollados y torcidos rizos en el pelo. Gasta gafas y su
perilla a la moda ha sido dañada. Sostiene con su mano derecha la cruz y con la
izquierda un libro abierto.
Los seis santos, agrupados
de tres en tres, y situados bajo los correspondientes doseles en la parte
superior de los pilares han sufrido algunos daños y mutilaciones. Aluden a las virtudes que caracterizaban al difunto o a cuestiones devocionales y otros factores. A la derecha
figuran San Martin, con su capa partida por haberla compartido con un pobre, el arcángel San Miguel, principal enemigo de Satanás o arcángel de los ángeles caidos y un santo vestido con armadura que para Wethey podría ser San
Sebastián.
En el pilar de la izquierda
figuran un santo sin identificar que para Gómez Bárcena podría ser San Simón
pero que Wethey duda sea un Apóstol al estar agrupado con santos guerreros y
monásticos. A su lado, en el centro, San Jorge -propio de las sepulturas de los combatientes contra el Islam-, decapitado, con el dragón a sus
pies, y un santo con el rostro totalmente destruido reconocible como San Francisco por su hábito y por su mano extendida para exhibir el estigma.
Para Wethey los seis santos
son de la misma mano que hizo los profetas situados en los alojamientos de la
base del sepulcro de Juan II en la Cartuja de Miraflores, e indica -en
base al dibujo de Assas-,que los dos grupos fueron intercambiados al erigir el
sepulcro en el Museo de Burgos.
Durán Sanpere escribía que
"La tumba de Juan de Padilla, ...,
está considerada como la obra maestra de Gil Siloee. Muy parecida a la [del
Infante Alfonso en Miraflores]...,
ofrece, ..., una mayor contención ornamental, llevando así a una etapa cásica
el exuberante gótico florido". Y Mª Jesús Gómez Bárcena compartía la
atribución del orante Juan de Padilla a Gil de Siloe pensando que "el resto del conjunto pudo ser obra de
ayudantes que también colaboraron en las grandes obras de la Cartuja".
BIBLIOGRAFÍA.
-Manuel de Assas,
"Monasterio de Fres del Val", en "Monumentos Arquitectónicos de
España", Madrid 1878.
-Valentín Carderera y
Solano, "Iconografía española", t.II,
Madrid 1855.
-Agustin
Durán Sanpere y Juan Ainaud, "Escultura gótica" en "Ars
Hispaniae", Madrid 1956.
-Mª
Ángela Franco Mata, "Tres esculturas góticas procedentes del Monasterio de
Fresdelval (Burgos) en el Museo Arqueológico Nacional", Rev. Arch. Bibl.
Mus., Madrid 1978.
-María
Jesús Gómez Bárcena, "Escultura gótica funeraria en Burgos", Burgos
1988.
-María
Jesús Gómez Bárcena, "Un Santo Tomás de Gil de Siloe"; AEA nº.249,
Madrid 1990.
-Pascual Madoz, Diccionario
Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar",
t. IV, Madrid 1846.
-Augusto
L. Mayer, "El estilo gótico en España", Madrid 1960.
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-Beatrice
Gilman Proske, "Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York
1951.
-María
José Redondo Cantera, "El sepulcro en España en el siglo XVI. Tipología e
iconografía", Madrid 1987.
-Jesús Saenz de Miera, "Estatua funeraria de Juan de Padilla", ficha nº. 4 en cat. exp. "Reyes y Mecenas", Toledo 1992.
-Jesús Saenz de Miera, "Estatua funeraria de Juan de Padilla", ficha nº. 4 en cat. exp. "Reyes y Mecenas", Toledo 1992.
-Enrique
Serrano Fatigati, "Monasterio de Fresdelval" en "Notas
Arqueológicas", Madrid 1903.
-Harold
E. Wethey, "Gil de Siloe and his school. A study of late gothic sculpture
in Burgos", Massachusetts 1936.
-Joaquín
Yarza Luaces, "La imagen del rey y la imagen del noble en el siglo XV
castellano", en "Realidad e imágenes del poder: España a fines de la
Edad Media", Ámbito, Valladolid 1988.
-Joaquín
Yarza, "Gil de Silóe", Historia 16, Madrid 1991.
NOTAS.
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