Retablo del Árbol de Jesé (Capilla de la Concepción,
Catedral de Burgos).
PRIMERA
PARTE.
Hace mucho tiempo en el sur
de Alemania, en Baviera, durante la Baja Edad Media en algunas de las iglesias
católicas de la región existía una costumbre que era bastante inusual; al
finalizar la misa de Pascua el sacerdote dejaba el altar, descendía entre la
gente y arrastraba a la congregación a lo que se llamó la "Risus
Paschalis" o "risa de Pascua". El sacerdote les contaba
divertidas historias y entonaba canciones cómicas hasta que en la iglesia
sonaba la risa: un testimonio tangible de la alegría que nacía de las nuevas de
ese gran día, Jesucristo vivo y entre los fieles. No encuentro una explicación
mejor para justificar las orlas de separación de las diversas secciones del
retablo de la Concepción o del Árbol de Jesé de la capilla de Santa Ana
de la catedral de Burgos que recordar la "Risus Paschalis" del sur de
Alemania.
Don Luis de Acuña fue un prelado de fuerte personalidad, activa presencia en la vida pública y destacado protagonismo en la promoción artística. Su llegada a Burgos con un séquito tan grande que no cabía en el palacio obispal del Sarmental, le dio fama de persona ostentosa; tenía más de gran señor que de hombre de iglesia; era el año de 1457.
Don Luis de Acuña fue un prelado de fuerte personalidad, activa presencia en la vida pública y destacado protagonismo en la promoción artística. Su llegada a Burgos con un séquito tan grande que no cabía en el palacio obispal del Sarmental, le dio fama de persona ostentosa; tenía más de gran señor que de hombre de iglesia; era el año de 1457.
Una actitud de gran patrono
o promotor de las artes le caracterizaba. Continuador de la trayectoria de don
Alonso de Cartagena completó la realización de las flechas sobre las torres
de la Catedral -donde está su escudo-, mandó construir el notable cimborrio que se
derrumbaría años después, las puertas del claustro o el recubrimiento de plata de la
imagen de Santa María la Mayor que presidía el retablo mayor; llevó también a cabo otras diversas obras artísticas y religiosas.
Don Luis de Acuña participó activamente en
todos los acontecimientos políticos y sociales que marcaron el reinado de
Enrique IV.
El obispo, p.e., se decantó por
el rebelde en el gran levantamiento encabezado por el adolescente infante
Alfonso contra el rey legal, Enrique IV, que ciertas familias de la nobleza
promovieron a partir de 1464; la muerte del infante en 1468 no puso fin al
proceso y don Luis permaneció del lado de Isabel. No obstante desde
el momento en que ella decide casarse con don Fernando de Aragón -futuro rey
Católico-, se produjo una reacción contraria que acabó con las buenas
relaciones.
En la guerra civil en que se
decidió quien sería la sucesora de Enrique IV, su postura a favor de la
Beltraneja -desposada con Alfonso rey de Portugal-, frente a la opinión de la
ciudad, que "era mayoritariamente
partidaria de la infanta Isabel", le ocasionó grandes problemas y
enfrentamientos. Terminada la contienda si bien obtuvo el perdón de los reyes
comenzó a desinteresarse de la política; no obstante, y como recuerdo de
aquello, en la bancada del retablo que preside su capilla funeraria figuran dos
escudos con las Armas Reales de Portugal: en campo de
plata cinco escusones de azur, puestos en cruz, cargados cada uno de cinco
bezantes de plata y una bordura de gules con siete castillos de oro.
Tuvo que retirarse a su
castillo de Rabé de las Calzadas durante unos años hasta que fue perdonado por
la reina Isabel una vez que ésta accedió al trono.
La vida de Luis de Acuña no
fue siempre ejemplar; cuando ya era clérigo - seguramente obispo-, fue padre de
dos hijos naturales, parece que habidos "en una
doncella noble", tal vez Aldonza de Guzmán, a los que reconoció: Diego Osorio y Antonio Acuña.
Quizás por esto en su presencia en el retablo se hace acompañar por San Huberto,
santo al que profesaba una especial devoción ya que el obispo pudo establecer
un paralelo en términos generales con su vida.
Aficionado a la montería, Huberto era un pagano que salió a cazar el día de Navidad y que, a consecuencia de un milagro, se hizo cristiano renunciando a su vida anterior; luego abrazó la carrera eclesiástica y alcanzaría a ser obispo. Acuña tuvo también una juventud mundana; no sabemos porque circunstancias, abandonó esa vida y se dedicó a su oficio religioso.
Mª Jesús Gómez Bárcena para la identificación del santo como San Huberto se apoyó, entre otras razones, en que además de ser el patrón de los cazadores destacó como protector de los perros de caza (que en el retablo aparecen en las representaciones en que figura el santo). Como ejemplo de la dificultad para concluir si el santo patrono que acompaña a don Luis de Acuña es San Huberto o San Eustaquio puede ser suficiente mostrar un fragmento de la miniatura que ilustra el capítulo sobre San Eustaquio en el ejemplar manuscrito, siglo XV, de la "Leyenda Dorada" que se conserva en la Biblioteca Municipal de Mâcon (Francia) bajo la rúbrica ms. 0003 fol. 012v (puede accederse a través de internet mediante la base de datos "Enluminures").
Al iniciarse el siglo XV existía en Castilla una cierta obsesión en constituir capillas funerarias, por parte de nobles y altas dignidades de la iglesia. Don Luis de Acuña no permaneció al margen de la costumbre.
Aficionado a la montería, Huberto era un pagano que salió a cazar el día de Navidad y que, a consecuencia de un milagro, se hizo cristiano renunciando a su vida anterior; luego abrazó la carrera eclesiástica y alcanzaría a ser obispo. Acuña tuvo también una juventud mundana; no sabemos porque circunstancias, abandonó esa vida y se dedicó a su oficio religioso.
Mª Jesús Gómez Bárcena para la identificación del santo como San Huberto se apoyó, entre otras razones, en que además de ser el patrón de los cazadores destacó como protector de los perros de caza (que en el retablo aparecen en las representaciones en que figura el santo). Como ejemplo de la dificultad para concluir si el santo patrono que acompaña a don Luis de Acuña es San Huberto o San Eustaquio puede ser suficiente mostrar un fragmento de la miniatura que ilustra el capítulo sobre San Eustaquio en el ejemplar manuscrito, siglo XV, de la "Leyenda Dorada" que se conserva en la Biblioteca Municipal de Mâcon (Francia) bajo la rúbrica ms. 0003 fol. 012v (puede accederse a través de internet mediante la base de datos "Enluminures").
Al iniciarse el siglo XV existía en Castilla una cierta obsesión en constituir capillas funerarias, por parte de nobles y altas dignidades de la iglesia. Don Luis de Acuña no permaneció al margen de la costumbre.
Fernando Díaz de
Fuentepelayo, arcediano de Burgos y hombre de confianza del obispo, fue el
portador de una carta de 25 de enero de 1477 dirigida al cabildo - casi veinte años después de jurar el cumplimiento de sus obligaciones como
prelado-, en la que el obispo solicitaba permiso para "fabricar capilla para nuestra sepoltura ...
detrás de las capillas de Santana e de Sant Antolín ... e será obra apostura e
ornato de la iglesia"; concedieron los capitulares ese espacio entre
los contrafuertes del templo, al que se añadió una especie de corral posterior
que "era como cosa perdida lo que
allí estaua e por estar tan soez no trataba alli casi gente por eso era causa
se hazían algunas deshonestidades e deseruicios de Dios". Dejaba don
Luis en manos del arcediano el control de las obras y las relaciones con el
cabildo. Juan de Colonia, entonces arquitecto de la catedral, debió ser el
autor del proyecto y el maestro de las obras entre 1477 y mayo de 1481 en que
murió; la capilla sería terminada por Simón, el hijo de Juan. Del retablo se
encargaría, entre 1483-86 Gil de Siloe, maestre Gilles.
Aunque don Luis de Acuña en su testamento hace promesas de humildad respecto a su sepultura: "... mando que no hagan sino una piedra en que esté figurado mi bulto y sea tan alto como un palmo y no más", quiso figurar de manera ostensible en el retablo realizado a sus instancias para presidir su capilla funeraria. Aparece en una actitud que se usó mucho en la imagen de donante o promotor en la pintura flamenca e hispana y produce el efecto de ser un antecedente de la escultura del príncipe Alfonso en Miraflores. La riqueza de su vestimenta está inspirada en la del yacente obispo Alonso de Cartagena en la capilla, también en la catedral de Burgos, de la Visitación.
Aunque don Luis de Acuña en su testamento hace promesas de humildad respecto a su sepultura: "... mando que no hagan sino una piedra en que esté figurado mi bulto y sea tan alto como un palmo y no más", quiso figurar de manera ostensible en el retablo realizado a sus instancias para presidir su capilla funeraria. Aparece en una actitud que se usó mucho en la imagen de donante o promotor en la pintura flamenca e hispana y produce el efecto de ser un antecedente de la escultura del príncipe Alfonso en Miraflores. La riqueza de su vestimenta está inspirada en la del yacente obispo Alonso de Cartagena en la capilla, también en la catedral de Burgos, de la Visitación.
Simétrico con el relieve en
que figura como donante don Luis de Acuña, y constituyendo con él un programa
ajeno al principal, figura en el retablo el relieve historiado de San Huberto.
Arrodillado en una paisaje frondoso ante el taumatúrgico ciervo se ve a un
caballero con su espada y cuerno de caza colgados en la cintura. Cerca un
servidor sujeta por las bridas el caballo y en la parte superior figura la
ciudad de donde procedían.
Era el patrón de los cazadores y se le conocía por la leyenda -probablemente tomada de San Eustaquio mártir romano del siglo II-, según la cual persiguiendo un venado en un día de caza llegó hasta un ciervo que le mostraba una cruz entre las astas y que le decía: "Huberto, si no vuelves al Señor y llevas una vida santa, irás al infierno"; al oirlo se produjo su conversión y su renuncia a la vida mundana. La cruz que vemos ahora entre los cuernos del venado no es la original.
Los pilares que articulan las tres calles del retablo están poblados por un conjunto de figuras de pequeño o mediano tamaño que representan a "Profetas", Patriarcas o Jueces de Israel. Son 34, la mayoría sin identificación. En general fueron realizadas por oficiales del taller de Gil de Siloe; a uno de estos oficiales Yarza le denomina como el Maestro de las Manos Grandes (autor, p.e., de la figura que se identifica en la filacteria como Balaam, situado a la izquierda en la fotografía).
Era el patrón de los cazadores y se le conocía por la leyenda -probablemente tomada de San Eustaquio mártir romano del siglo II-, según la cual persiguiendo un venado en un día de caza llegó hasta un ciervo que le mostraba una cruz entre las astas y que le decía: "Huberto, si no vuelves al Señor y llevas una vida santa, irás al infierno"; al oirlo se produjo su conversión y su renuncia a la vida mundana. La cruz que vemos ahora entre los cuernos del venado no es la original.
Los pilares que articulan las tres calles del retablo están poblados por un conjunto de figuras de pequeño o mediano tamaño que representan a "Profetas", Patriarcas o Jueces de Israel. Son 34, la mayoría sin identificación. En general fueron realizadas por oficiales del taller de Gil de Siloe; a uno de estos oficiales Yarza le denomina como el Maestro de las Manos Grandes (autor, p.e., de la figura que se identifica en la filacteria como Balaam, situado a la izquierda en la fotografía).
Conviene, quizás, hacer aquí un
pequeño inciso.
Es a dos libros de los
siglos XIII y XIV, la "Biblia
Pauperum" (o Biblia de los Pobres) y el "Speculum Humanae Salvationis", a los que los artistas de los siglos
XV y XVI debían su conocimiento sobre los significados de los antiguos simbolismos;
aunque lo normal era que sencillamente copiaran los dibujos rejuveneciéndoles. Si bien no se hicieron
populares, y no fueron adoptados por la mayoría de los artistas hasta que la
aparición de una edición xilográfica multiplicó los ejemplares. Gil de Siloe,
amante de los manuscritos iluminados, debió de emplear algunos de ellos cuando
la realización del retablo del Árbol de Jesé.
La "Biblia de los pobres" es una
recopilación de imágenes que ponen en relación escenas de la vida de Jesús con
dos hechos del Antiguo Testamento, (según la tradición cristiana eran
anticipaciones de la vida de Cristo); al mismo tiempo, cuatro profetas, figuran
dispuestos en medallones. Las imágenes
de la "Biblia de los Pobres" tienen o no un breve texto que suele
figurar en filacterias. Habitualmente constaba de cuarenta o cincuenta páginas, lo que a cuatro Profetas por página resultan muchos profetas; la solución era o
bien su repetición o el añadir en su lugar Patriarcas o Jueces.
La imagen central de la
"Biblia de los pobres" representaba una escena de la vida de Jesús,
en orden cronológico. El artista contaba la vida de Jesucristo a la manera del
siglo XIII, es decir desarrollando ampliamente la Infancia y la Pasión, y
suprimiendo, o casi, la Vida Pública; la obra solía terminarse con el Juicio Final.
Eran una simplificación de las "Biblias moralizantes" -que tenían más
texto-, y, en general, estuvieron escritas en lengua vernácula en lugar de en
latín.
[Las dos imágenes anteriores
corresponden a fragmentos de manuscritos conservados en la Biblioteca de la
Universidad de Heildeberg; pertenecen a los codificados con los números 148 y 438
. Por internet pueden accederse a una serie de magníficos manuscritos
digitalizados en dicha biblioteca entre los que se encuentran -a veces
intercalados en otros- diversos ejemplares de la "Biblia Pauperum".]
Según el "Diccionario de la Lengua Española" (RAE 22 ed.) Profeta es "Hombre que ... predice acontecimientos futuros" o en su tercera acepción "Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios", lo que se corrresponde más con su significado etimológico (en griego "pro- phêtès" significa el que habla en lugar de otro). Los profetas judíos eran la voz de Dios y del pueblo.
[En la escultura que figura en la foto, recién restaurado, podía leerse en la filacteria EL PROFETA JERMIA. Es una pieza de tamaño mediano con la alusión al profeta Jeremías].
Según el "Diccionario de la Lengua Española" (RAE 22 ed.) Profeta es "Hombre que ... predice acontecimientos futuros" o en su tercera acepción "Hombre que habla en nombre y por inspiración de Dios", lo que se corrresponde más con su significado etimológico (en griego "pro- phêtès" significa el que habla en lugar de otro). Los profetas judíos eran la voz de Dios y del pueblo.
[En la escultura que figura en la foto, recién restaurado, podía leerse en la filacteria EL PROFETA JERMIA. Es una pieza de tamaño mediano con la alusión al profeta Jeremías].
Los profetas, en hebreo
llamados "Nebim" (plural de
"nabi") -los inspirados-eran los principales representantes de la
Antigua Ley. En la teología cristiana también se les considera como
"Prefiguraciones de los Apóstoles"; de aquí procede su utilización en
la escultura monumental de las portadas de las catedrales o en los programas
iconográficos de la decoración principal de las sillerías de coro. Y también
por eso su número suele fijarse en dieciséis: los doce Apóstoles y los cuatro
Evangelistas reunidos.
Los 34 "Profetas" representados en el retablo del Arbol de Jesé los agrupa Siloe de dos en dos -y son de tamaño medio-, cuando aparecen en la zona inferior de los pilares que configuran las calles del retablo; y de tres en tres -realizados a pequeño tamaño-, cuando los sitúa en el nivel medio. Las diez figuras de mayor tamaño son las ubicados en los dos pilares que separan el retablo de la pared de la iglesia.
Los 34 "Profetas" representados en el retablo del Arbol de Jesé los agrupa Siloe de dos en dos -y son de tamaño medio-, cuando aparecen en la zona inferior de los pilares que configuran las calles del retablo; y de tres en tres -realizados a pequeño tamaño-, cuando los sitúa en el nivel medio. Las diez figuras de mayor tamaño son las ubicados en los dos pilares que separan el retablo de la pared de la iglesia.
A los cuatro Profetas
considerados como prefiguraciones de los cuatro Evangelistas -Daniel, Ezequiel,
Isaías y Jeremías-, se les conoce como "Profetas Mayores". Lo de
mayores o menores no se basa en la importancia relativa de sus profecías sino
en la mayor longitud de los textos que se les atribuye. Son los que, en
general, más aparecen en la "Biblia de los pobres"; en el retablo del
Árbol de Jesé las inscripciones que portan a veces en filacterias, salvo
excepciones, no les identifican. Por eso probablemente representen a aquellos
que en un momento excepcional se les reconoció por parte de los escrituristas
cristianos el don de la profecía; de esta forma puede incluirse entre ellos a
Balaam o David (como todos son hombres no se incluyen a las
"sibilas").
Los doce "Profetas
Menores" engloban a Abdías, Ageo, Amós, Habacuc, Joel, Jonás, Malaquías,
Miqueas, Nahúm, Oseas, Sofonías y Zacarías. En el retablo alguno aparece
identificado. Quizás habría que tener también en cuenta que en el canon de la
Biblia sólo se tiene en cuenta a los profetas escritores; pero también hubo
aquellos que no dejaron escrito alguno, como Elías, san Juan Bautista o Eliseo.
El punto de vista más razonable al tratar de los Profetas sea quizás el de
adoptar un compromiso entre la Biblia y la tradición; quizás fue lo que hizo
maestre Gil.
Entre las piezas que
claramente no representan Profetas a pesar de figurar entre ellos está la del
Patriarca Abraham. En la filacteria que sostiene con su mano izquierda se lee
"ABREHAM", lo que la identifica como representación del patriarca
judío. El aire musulmán que le aporta el turbante que lleva no supone ningún
significado especial.
En el retablo, como soporte
de las esculturas de los profetas, existen pequeñas ménsulas esculpidas .
Algunas presentan extrañas figuras; otras incluyen un "hombrecito"
contorsionado para caber en los pequeños espacios de que disponen; las cabezas
son grandes, de jóvenes o de ancianos; algunos llevan un libro o una
filacteria.
Una de ellas, la de un
anciano de pelo blanco, esboza una sonrisa burlona; en la filacteria, en letras
claras, se lee CACA. Volvemos quizás a la "risus paschalis"; no sólo
el sacerdote -puede que pensasen maestre Gil o Diego de la Cruz-, estaba
autorizado a sorprender a sus feligreses con bromas de sal gruesa, o gestos y
palabras grotescas u obscenas, o términos escatológicos, sino también, ¿por qué
no?, los maestros artesanos que realizaban el retablo
A veces se considera que un
retablo no es sino la traducción a escultura de una composición arquitectónica.
En estas, y en especial entonces, abundaban elementos salientes como las
gárgolas o piezas de adorno; en el retablo -Gil de Siloe era muy aficionado al
empleo de estos ingredientes-, también existen, como son el caso de animales
fantásticos .
En Gil de Siloe, en palabras
de Julia Ara, "No sólo hay que
valorar en él su gran habilidad con la gubia, sino el haber creado
composiciones perfectamente adecuadas al mensaje ideológico que se proponía
transmitir. Por ello sus retablos son variados en su estructura y se adaptan a
la exigencia intelectual o cultural del comitente". Pero también "Hay que atribuir a su gran genialidad la
elaboración de unos diseños originales y complejos".
Aquella costumbre, quizás un
tanto desconcertante, llamada "risus paschalis" fue un fenómeno
arraigado en las costumbres eclesiásticas; la masa del pueblo, con pocas
excepciones, apreciaba ese comportamiento, se aceptaba sin crítica, y nadie se
planteaba su origen que escapaba al recuerdo.
El "risus paschalis" era una risa descarada, provocada por el predicador bien mediante bromas y guasas como imitar el grito de los animales, imitar a personajes grotescos, hacer que un laico se fingiese sacerdote, contar chascarrillos o palabras sin sentido, hacer gestos o contar historias irreverentes, o incluso autenticas obscenidades como palabras lascivas o imitaciones del acto sexual.
El "risus paschalis" era una risa descarada, provocada por el predicador bien mediante bromas y guasas como imitar el grito de los animales, imitar a personajes grotescos, hacer que un laico se fingiese sacerdote, contar chascarrillos o palabras sin sentido, hacer gestos o contar historias irreverentes, o incluso autenticas obscenidades como palabras lascivas o imitaciones del acto sexual.
El "risus
paschalis", según Caterina Jacobelli, tenía "tres objetivos: lograr
que la gente asista a la misa pascual, alegrar el auditorio con cualquier
medio, mantener despiertos a los fieles durante el sermón". Entonces
¿porque no incluir esta idea en la realización del retablo?.
BIBLIOGRAFIA.
-
Salvador Andrés Ordax, "El otoño de la Edad Media. La Catedral de Burgos
en el siglo XV", Burgos 2008.
-Clementina Julia Ara Gil,
"Los retablos de talla góticos en el territorio burgalés", Burgos
2006.
-Mª Jesús Gómez Bárcena,
"¿San Eustaquio o San Huberto?. Un santo cazador en el retablo del Arbol
de Jesé en la capilla del obispo Acuña de la catedral de Burgos", Madrid
1994.
-Mª Caterina Jacobelli,
"Risus Paschalis", Barcelona 1991.
-Teófilo López Mata,
"La Catedral de Burgos", Burgos 1950.
-Emile Mâle, "L'art
religieux de la fin du Moyen Age en France. Êtude sur l'iconographie du Moyen
Age et sur ses sources d'inspiration", Paris 1922.
-Beatrice
G. Proske, "Castilian Sculpture. Gothic to Renaissance", New York
1951.
-Louis
Réau, "Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia- Antiguo
Testamento", t. I, vol. I, Barcelona 2007.
-Harold Wethey, "Gil de
Siloe and his school. A study of late gothic sculpture in Burgos",
Cambridge, USA 1936.
-Joaquín Yarza Luaces,
"Gil de Siloe", Madrid 1991.
-Joaquín Yarza Luaces,
"Gil Siloe. El Retablo de la Concepción en la capilla del obispo
Acuña", Burgos 2000.
-Joaquín Yarza Luaces,
"Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía", Madrid
1993.
NOTAS
-Johannes Geiler, quizás el
mayor predicador popular en lengua alemana en la segunda mitad del siglo XV fue
un hombre de enorme cultura y de gran honestidad de costumbres. "Un hombre de ese nivel cultural y de
costumbres tan intachables" -escribe Jacobelli-, "contaba a su auditorio historietas cómicas,
aunque quizás no fuesen obscenas". En la catedral de Estrasburgo,
junto al púlpito, todavía hoy se puede ver la pequeña estatua de un perro, en
recuerdo del perrito que acompañaba a Johannes Geiler siempre a la iglesia y se
tumbaba a su lado hasta que terminaba la prédica.
-La costumbre de hacer reir
a los fieles se produjo también durante mucho tiempo con ocasión de las
vigilias de diversas fiestas litúrgicas tales como Navidad, Pentecostés, Todos
los Santos, y cuando el encuentro con la muerte, fuese en el funeral, o fuese
en la celebración de una misa en recuerdo del difunto.
- La ceremonia de la
"Risa Paschalis" dio lugar a grandes abusos por lo que fue prohibida
por Clemente X (1670-1676) y en el siglo XVIII por Maximiliano III y por los
obispos de Baviera.
-Por internet es posible ver
diversos ejemplares digitalizados de la "Biblia Pauperum" o de Speculum
Humanae Salvationis". Interesantes son los casos de las conservadas en
la Biblioteca de la Universidad de Heidelberg, en la Biblioteca Nacional de
Francia BNF o en la Bayerische StaatsBibliothek .
Hello and congratulations for your site I discovered after a visit to Burgos. I am French and I dedicate my blog Heritage Britain. Want to see my article on the Tree of Jesse Burgos, I wrote with help of your blog? http://www.lavieb-aile.com/article-l-arbre-de-jesse-de-la-cathedrale-de-burgos-117748982.html
ResponderEliminarMerçi pour votre amabilité.
ResponderEliminarVotre blog est vraiment intéressant. Félicitations!.
Muchas gracias por tan valiosa información, como portugués me intrigaba la presencia del escudo de armas de Portugal en tan magna capilla; y he aquí que usted tan claramente lo explica! Muito obrigado!
ResponderEliminarMe alegro te haya resultado interesante el post.
ResponderEliminarUn saludo