De
la sillería de coro de la excolegiata de Belmonte (Cuenca).
I. MISERICORDIAS
Y OTROS ASUNTOS.
En la villa de Belmonte –en época
medieval se la denominaba “Bellomonte”
o “Belmont” a causa de las lomas que
rodean al pueblo-, existen un castillo y una iglesia que antiguamente fue
Colegiata, dedicada a San Bartolomé, en la cual se guarda una sillería de coro.
El castillo fue construido por orden de don Juan Pacheco,
primer marqués de Villena, en la segunda mitad del siglo XV; sus trazas se
piensa fueron realizadas por el maestro flamenco Hanequin de Bruselas –trabajó
también en la Colegiata-, que pocos años antes había llegado a Toledo
acompañado de un importante número de canteros y escultores flamencos entre los
que se contaban sus hermanos Egas Cueman y Antón Martínez de Bruselas. La hoy
iglesia parroquial fue instituida como Colegiata por el Papa Pío II en 1459
según Bula del Concilio de Basilea (1436); llegó a tener un Cabildo, presidido
por un Prior, y compuesto por 32 miembros entre canónigos y prebendados.
En 1754 la sillería de la catedral de
Cuenca fue trasladada a la colegiata de San Bartolomé, por lo que acostumbra a
suponerse que la sillería que ahora vemos en Belmonte es la que realizaron en
la década de 1450 –entre 1454 y julio de 1457- los hermanos Cueman (en
neerlandés “Koeman”), Egas y Hanequin. Pero probablemente no es así y tan sólo
la mayoría de las misericordias y algunos tableros de las sillas altas que
ahora vemos pertenecieron a la sillería original; en ella, en palabras de Lorne
Campdell “se aprecian notables
diferencias de diseño de estilo y técnica; y hay en ella poca o nula conexión,
estilística o iconográfica, con la escultura flamenca en madera de ese mismo
período”.
Si bien la sillería de coro de la
catedral de Cuenca realizada por Egas Coeman o Cueman estaba terminada en julio
de 1457 –fecha en que se tasa la obra y se aprueba una demasía-, pronto
empezaría a sufrir reformas y ampliaciones. Así, en octubre de 1479 el Cabildo
contrata al “carpentero entallador”
Lorenzo -en opinión de Gema Palomo probablemente “Lorençio Martines entallador”-, la ejecución de veinte sillas más
(10 estalos altos y 10 bajos) “por preçio
e quantia de seys mil quinientos maravedís cada par de sillas”, sin incluir
la madera que se la proporcionaría el canónigo obrero, terminadas mediado el
año 1481. La silla del obispo, muy diferente de las anteriores, es realizada en
1548 por Pedro de Villadiego, entallador que tamboén haría "el adobo de unas sillas de los señores canónigos"; en su taller trabajaba como oficial su cuñado Pedro de Saceda.
Por causas que se desconocen desde 1562 (1564 para Bermejo Díez) a
1578 el escultor Pedro de Saceda recibe varios y significativos pagos por “la
madera de nogal que truxo para la coronación de las sillas del Coro y los
portes della… [cuentas 1577] y …
ciento y diez mil y trescientos y setenta e quatro mrs. que parece haber pagado
a Pedro de Saceda, entallador, de la coronación del coro, … [cuentas 1578]” ; en opinión de Monedero Bermejo, los
tableros que hoy rematan la sillería debieron de ser de este autor. Dado el
aumento del número de canónigos, beneficiados y cantores de la catedral de
Cuenca en el siglo XVIII el coro se
queda pequeño y el cabildo decide hacer una sillería nueva; enterado de esto el
prior de la colegiata de Belmonte solicita se le venda el viejo coro en cuatro
mil reales: “En la Santa Iglesia de
Cuenca, … manifestó haber hablado con el Prior de Belmonte quien le había dicho
el crecido gasto que ha tenido la Colegial de desmontar y conducir el Coro y el
crecido quebranto que padece según le han informado los maestros de esta
Ciudad… y entonces el Sr. Prior ofreció dar los cuatro mil reales pagados en
tres años …”. El año 1757, según señala Andujar Ortega, se pagan 387 reales
a los carros que fueron a Cuenca a por la Sillería del Coro, y “el maestro Gines Antonio Crespo, tasa en 355
reales la madera que se ha gastado en la obra de la sillería, que es el maestro
que la ha ejecutado”.
La sillería de coro que se conserva en
Belmonte está formada por un conjunto de 29 sitiales altos -11 en el
testero (cinco a cada lado de la silla
del obispo), 8 en cada lateral y 2 de esquina (otros 2 fueron reconvertidos en puertas)- y 16 bajos; el número de estalos
ejecutados por Egas Cueman debió de ser mucho mayor que el que se conserva pues
en la catedral de Cuenca en 1451 el número de Dignidades, canónigos, raciones y
medio racioneros eran al menos 44 a los que había que añadir los canónigos
extravagantes, capellanes y cantores que debían tener también sitio en el coro.
Se considera que es la sillería historiada más antigua que se atesora en
Castilla; su decoración se localiza en los tableros de los respaldos de las
sillas altas, en la cornisa del coro y en las misericordias. Muchas de estas
últimas piezas pertenecieron probablemente a la sillería original realizada por
Egas Coeman y muestran escenas inspiradas en temas satíricos, burlescos o
costumbristas pudiendo figurar entre las primeras manifestaciones profanas de
la escultura gótica española. Una de estas misericordias muestra a un
unicornio con una mano levantada y mirando hacia la izquierda; el unicornio ha representado muchas cosas a lo largo de la historia, desde ser visto como un
símbolo de Cristo a imagen de aspectos del amor romántico, de la
castidad, o de la compasión, aunque el mito del unicornio contiene algo
distinto para cada persona.
Según una tradición occidental, cuando
Dios ordenó a Adán y Eva que tenían que dar nombre a todos los animales de la
Tierra, al primero al que se nombró fue al unicornio; debido a esto, Dios le
tocó en la punta de su cuerno y le dio a esa criatura una bendición especial. En el momento de ser Adán y Eva expulsados del Jardín del Edén al unicornio se le otorgó
la opción de acompañarlos o permanecer en el Paraíso; el unicornio eligió
seguirlos en el mundo de la peste, de la guerra, del dolor y de la muerte. Por
eso el unicornio fue bendecido para siempre por su compasión, por haber elegido
por amor el difícil camino humano. Pero no todas las misericordias que
presentan figuras tomadas de los Bestiarios responden a simbolismos tan
afables, como es el caso de una de ellas que nos muestra la imagen de un
basilisco.
Si bien para Plinio el basilisco era un
serpiente, en la Edad Media es un gallo cuadrúpedo coronado, con alas espinosas
y cola de reptil, que según los Bestiarios era el resultado de la incubación
por serpientes del huevo de la gallina. Para Pierre de Beauvais, en su “Bestiario”, “este animal representa al diablo, al mismo Satanás que se escondió en
el paraíso, que engañó a Eva y a Adán, …”. Gran parte de las misericordias
de la sillería original realizada por artistas flamencos que han llegado hasta
nosotros, ahora en la parroquial de Belmonte, muestran a animales fabulosos que
por su aspecto responden a un simbolismo relacionado con los pecados o los
vicios si no es con lo demoníaco o la muerte, y comprendido así por los hombres
que vivían cuando se tallan los sitiales; su aparición en las misericordias
tenía una función tanto de advertencia como de exorcismo (en los rituales de
exorcismo se acostumbra a citar los nombres de los demonios). Algunas de estas
misericordias se presentan en la composición adjunta.
La utilización de animales reales o
imaginarios en la ornamentación de los estalos a lo largo del siglo XV fue algo
bastante habitual no tan sólo por sus aspectos decorativos sino por la
familiaridad del hombre medieval con ellos y por el conocimiento de su
simbolismo a través de los Bestiarios. Tampoco debe olvidarse que
algunas veces los autores de las tallas de animales fantásticos con aspecto
maléfico no eran los mejores oficiales del taller que realizaba la sillería. Además, algunas de las misericordias que actualmente vemos en Belmonte no fueron de las pertenecientes a la sillería construida por el taller de Egas Coeman sino realizadas posteriormente a medida que se añadieron o se repararon estalos en el siglo siguiente por los de Villadiego o Saceda.
El animal fantástico más repetido en la
sillería de la antigua colegiata es sin duda el centauro: cinco imágenes,
aunque una o quizás dos son un poco especiales. En las “Etimologías” San Isidoro escribe que “tiene medio cuerpo de hombre y medio de caballo. Algunos dicen que
éstos eran los soldados a caballo de Tesalia, que correrían en la guerra
veloces, como formando un solo cuerpo, y de aquí se fingió la existencia del
centauro”, pero el contexto de guerra contra el Islam que se vivía en la
Península en los años en que se realiza la sillería lleva a pensar que su
abundante presencia esté más relacionada con el carácter de violencia ciega –y
“el carácter de sensual fogosidad” en
palabras de Louis Réau- que le atribuía la mitología griega al centauro bien
conocida por muchos de los clérigos que utilizaban los estalos. Tres de los
representados en Belmonte van armados con escudo y lanza o maza; para Isabel
Mateo son imágenes de centauros demoníacos.
Más significativo para el entallador o
los entalladores que realizaron las misericordias es lo que figura en el “Physiologus” griego: “…, los centauros tienen la parte superior
como la de un hombre, y desde el pecho hacia abajo la forma de un caballo. Así
tiene cada hombre dos almas, y es indeciso en sus obras. Muchos hay en la
iglesia mostrando una conducta divina, mientras que constantemente están
negando su influencia. En la iglesia son como hombres, pero una vez que han
salido de ella, se convierten en muertos. Son, como las sirenas y los
centauros, herejes hipócritas y de voluntad doble …”. Dos de los centauros
que figuran en las misericordias de la colegiata de Belmonte giran su cabeza
hacia atrás, llevan barba, y uno agarra su rabo a manera de un arco y el otro,
que realmente le sujeta entre sus manos, viste hábito de monje; dado que a los
centauros se les consideraba como símbolo de la violencia y de la sensualidad
probablemente respondan a una crítica hacia la vida de los clérigos no muy
ejemplar entonces en muchos de ellos.
De presencia frecuente en la decoración
marginal de los manuscritos iluminados medievales –fuente de inspiración de las
escenas labradas en las misericordias-, el mono figura tallado en tres de estas
pequeñas consolas de la sillería de coro de la colegiata; su utilización parodiando
las acciones humanas como espejo y crítica del comportamiento de los hombres
justificó, en general, sus abundantes apariciones. Una de ellas muestra a un simio
sentado junto a una piedra de afilar con un pie sobre el pedal que la hace
girar y con un cuchillo en la mano: “Non
son synón como monicas: quanto ven, tanto quieren faser”, escribía el
Arcipreste de Talavera en “El Corbacho”.
En su representación en las misericordias
los monos suelen manifestarse como un elemento de travesura o malicia; su aspecto
humano y su capacidad de imitación permitió un uso didáctico de su imagen en
las sillerías de coro. H. W. Janson señala que en la Antigüedad cuando
analizaban su inteligencia se la medía con la de los seres humanos por lo que
en vez de considerarle como uno de los animales más inteligentes se pensaba era
el más estúpido. En los manuscritos iluminados la condena de la música profana
se expresaba en el medievo cristiano mediante los animales músicos entre los
que destacaba el mono dado que se cuestionaba la ignorancia bestial del músico
iletrado y la sensualidad de la música profana. Una misericordia de la sillería
de Belmonte muestra a un mono con las manos sobre un teclado de un órgano portátil
mientras otro actúa sobre los fuelles para activarle.
La cornamusa o la gaita
eran en la Edad Media como la trompeta –utensilios musicales empleados al aire libre y para el baile-
menos valorados que otros aparatos más refinados, aunque no hay que
confundir el estatus de los instrumentistas y de los instrumentos. Señala Jean
Wirth que “el único instrumento que
parece más o menos indisociable del simbolismo sexual es la cornamusa cuya
forma no podría ser más sugestiva. Es por excelencia el instrumento del
vagabundo y del mono [en los manuscritos iluminados], …”; el convencimiento
habitual de que la música aparece representada en los márgenes de los manuscritos
para simbolizar el pecado es sin duda el origen del interés de los
investigadores por descifrar el simbolismo de los animales músicos. En una
misericordia de Belmonte figura un mono que sentado entre las ramas de un árbol
toca la gaita o la cornamusa; para Isabel Mateo “el mono tocando instrumentos musicales, sobre todo el laúd y la gaita,
se asocia con los placeres amorosos y las intrigas galantes”.
Señala la misma historiadora que en
general “es muy difícil precisar la
especie de las aves que aparecen esculpidas en las sillerías si no muestran
alguna característica especial que las distinga”. Es este el caso en una
serie de misericordias de los estalos de la sillería que presentan una serie de
animales que tan sólo pueden identificarse como aves malignas y por tanto con
una significación de malos presagios o con un simbolismo inequívoco en la época
de pecados o vicios.
Entre las aves talladas en Belmonte una
de ellas podría identificarse quizás con un cuervo. El antropólogo Lévi-Strauss
ha sugerido que estas aves tenían un estatus mítico porque se las consideraba
como mediadoras entre la vida y la muerte; parte de su simbolismo deriva de su
comportamiento cuando el “Diluvio Universal” tal y como se señala en el Génesis [8:6-13]: “Pasados cuarenta días más, abrió Noé la ventana que
había hecho en el arca, y para ver cuanto habían menguado las aguas soltó
un cuervo, que volando iba y venía mientras se secaban las aguas se secaron de
sobre la tierra. Siete días después, …,soltó una paloma, que como no
hallase donde posar el pie, se volvió a Noé, al arca, porque las aguas cubrían
todavía la superficie de la tierra. Sacó él la mano y cogiéndola la metió en el
arca. Esperó otros siete días, y al cabo de ellos soltó otra vez la paloma
que volvió a él a la tarde, trayendo en el pico una ramita verde de olivo. Conoció por esto
Noé que las aguas no cubrían ya la tierra…”. En la mitología nórdica Hugin
y Munin son dos cuervos que eran enviados al amanecer alrededor del mundo para
recoger información que luego susurraban por las tardes en los oídos del dios
Odín; Hugin representaba la reflexión, el pensamiento, y Munin la memoria. En
Alemania representan las almas de los condenados y en la mitología irlandesa
los cuervos se asociaban con la guerra.
Un hombre con un enorme saco en la
espalda cabalga sobre un pequeño animal que podría ser un burro; lleva atado al
cuello una soga. Una misericordia de la sillería de coro realizada para la que
fue la Colegiata de Talavera de la Reina muestra una escena similar. La talla
de la pequeña consola podría aludir a una vieja fábula o a una pequeña historia
popular que cuenta que si el jinete llevaba el saco sobre su espalda
disminuiría la carga sobre el animal.
En una misericordia de Belmonte, ahora
muy dañada, un hombre se encuentra ante un caracol que emerge de su concha;
entre sus manos parece sujetar el pomo de algo que podría ser una espada. El
tema, muy frecuente en la decoración marginal de los manuscritos iluminados
medievales, aparece también tallado en una misericordia de la sillería de coro que
perteneció a la Colegiata de Talavera de la Reina. Lilian Randall en un estudio
ya clásico sobre el tema considera que es una alusión a los cobardes o una
ridiculización de los aldeanos que entraban entonces “en la carrera de las armas”. [En la composición adjunta se muestra
una comparación con la talla de Talavera de la Reina].
En una de las pequeñas consolas de
Belmonte un hombre o un niño encapuchado, con las piernas cruzadas, cabalga
sobre un pájaro; recuerda a la imagen que figura en unos chapiteles de la sala capitular de la catedral
de Saint Lazare en Autun (Francia), en una vidriera de la catedral de Bourges o en una misericordia del coro de la abadía de Brou. Podría ser una alusión a las
“geranomaquias “ o luchas en las que
sobresale la paradoja tragicómica del tamaño demasiado reducido de los
personajes humanos frente a las dimensiones exageradas de los animales: Gerana,
reina de los pigmeos y mujer de gran belleza, habría sido venerada igual que
una diosa por su pueblo, por lo que Hera para castigarla la transformó en una
grulla que cuando intentó volver a casa con los suyos asustados la cazaron. La leyenda
de “los Pigmeos y las grullas”, ya
está presente en la Ilíada de Homero. Según algunos autores este pueblo mitológico
vivía a las orillas del Ganges, y tenían con las grullas una rivalidad a
muerte, pues estas aves debido a su pequeño tamaño no les respetaban, les
herían, destrozaban sus sembrados y les tomaban sus alimentos; los pigmeos,
como defensa, antes de que los huevos de las aves eclosionasen los destrozaban.
Aristóteles señalaba que vivían en las orillas del Nilo y otros autores les
situaban en África o incluso en Europa; su apariencia fue transformándose desde
la época clásica a enanos dotados de una gran cabeza.
La leyenda de los Pigmeos, su reina
Gerena y las grullas –puede encuadrarse también dentro de las historias del
mundo al revés-, sirvió no sólo para explicar el origen y el daño de las plagas
agrícolas anuales, mediante una intervención sobrenatural, sino también como
advertencia sobre las consecuencias de aquellos que intentan igualarse con los
dioses. “La grulla y los pigmeos “se
representó en la decoración marginal no sólo en los manuscritos iluminados, en
las vidrieras o en las misericordias sino que figura también en España en el
cuadro de hacia 1490 -actualmente en el
Museo del Prado-, conocido como la “Virgen
de los Reyes Católicos” en los bordes del trono en que está sentada la
Virgen. [En varios mosaicos de Itálica (en la “casa de los Pájaros”, o en el “edificio de la Exedra”) también aparecen
algunos pigmeos cabalgando sobre grullas].
Quizás como medio
de moralizar a los clérigos una misericordia de la sillería de Belmonte muestra
a dos hombres con largos vestidos que tiran de las patas de un pellejo de vino.
Escribía el Arcipreste de Hita en el “Libro
del Buen Amor” que “Ca do mucho vino
es,/ luego es la loxuria é todo mal después”; si bien fueron las órdenes
mendicantes al comienzo de la Edad Media las que comenzaron a utilizar los “exempla” –amenos relatos moralizantes-
como medio de animación de sus sermones las imágenes talladas en las
misericordias de las sillerías de coro españolas de la segunda mitad del siglo
XV fueron empleadas con el mismo fin pero en este caso destinadas a los
clérigos que eran sus usuarios. Uno de los relatos incluido en el “Libro de los Enxemplos”, EBRIETAS PLURA
VITIA INDUCIT (“Qui escoge ser embriago,/
cay en todo pecado”) termina con esta enseñanza: “E ansí por este pecado de la embriaguez cayó en pecado de la carne que
ante aborreciera, é cometió pecado de homicidio”.
La imagen de los dos hombres disputando
por el pellejo de vino debió difundirse por Centroeuropa en alguna estampa pues
a comienzos del siglo XVI Juan de
Bruxelas volvió a emplearla en una
misericordia de la sillería de coro de la catedral de Zamora.
La alusión al pecado de la gula no sólo
se realiza en la sillería en la misericordia anterior sino también con otra que
presenta a un hombre que lleva su vientre en una carretilla de una rueda para
poder caminar. Para Isabel Mateo “que
esta hinchazón del vientre sea la obesidad debida al mucho comer, o la ascitis
o hidropesía del vientre producida por el mucho beber, no se puede asegurar en
principio, aunque si que ambas posibilidades están relacionadas con la gula”.
De la pervivencia de ciertos modelos empleados en las misericordias nos habla un grabado realizado por Pieter Brueghel el Viejo perteneciente a la serie de “Los siete pecados capitales” (1556-1557), el correspondiente a la gula, rotulado como EBRIETAS EST VITANDA INGLUVIESQUE CIBORUM donde figura un personaje similar al representado en Belmonte.
De la pervivencia de ciertos modelos empleados en las misericordias nos habla un grabado realizado por Pieter Brueghel el Viejo perteneciente a la serie de “Los siete pecados capitales” (1556-1557), el correspondiente a la gula, rotulado como EBRIETAS EST VITANDA INGLUVIESQUE CIBORUM donde figura un personaje similar al representado en Belmonte.
No muy diferente es un relieve de la
sillería de coro de León, aunque en este caso para el doctor López-Ríos es
claramente la representación de la hidropesía o ascitis, encarnando quizás más
la gula la escena de Belmonte.
En una misericordia muy dañada –falta la
mitad de la talla-, un hombre sentado en un carrito lleva un odre de vino por
encima del hombro y se sirve de él con un tazón. Para Isabel Mateo es una
representación de los bebedores y por tanto se enmarca en la crítica de la
gula. Elaine C. Block, por el contrario, la relaciona con la Pereza aludiendo
al grabado de Brueghel, SEGNITIES ROBUR FRANGIT, LONGA OCIA NERVOS, sobre la
Pereza o Acedia.
Un hombre que sujeta una especie de
cuchillo –difícil de identificar por estar ligeramente dañado-, figura en una
misericordia de Belmonte junto a un fraile cubierto con capucha que se abre el
hábito para dejar el sexo al descubierto. Para el doctor López-Ríos el fraile
presenta una hernia escrotal voluminosa y recuerda que “en la Edad Media la operación de hernia iba siempre acompañada de la
castración, por cuyo motivo los cirujanos hábiles no se atrevían a practicarla
y la abandonaban juntamente con la talla y la catarata a los charlatanes y
herniarios ambulantes”; y su acompañante –vestido con casaca corta-, un
sanador de los conocidos como hernista o potrero de los que señala un texto de
V. Escribano “carentes de ilustración, aunque provistos de una carta de aptitud,
mediante un examen y un tributo, conforme a la pragmática de los Reyes
Católicos, de 1477, abundaban en España, como en otras naciones, mereciendo
duras críticas de los tratadistas del siglo, tanto por su escasa competencia
como por su baja índole moral. De esta manera estaban desconceptuados estos
infelices curanderos de hernias, que la profesión llegó a estimarse deshonrosa,
equiparándola a la de bañero, barbero, callista y otras cuyos familiares eran
repudiados en ciertos países, incluso para ingresar en los gremios de
diferentes oficios mejor reputados”. Isabel Mateo señala que tal vez en la
Edad Media se considerase la enfermedad como consecuencia de la excesiva
lujuria por desconocimiento científico de la enfermedad pues con frecuencia se valoraba el sexo como causa de males.
Si bien en muchas misericordias de las
sillerías de coros medievales se muestran escenas alusivas a la relajación de
la vida de los monjes y clérigos de la época también figuran representaciones
de frailes o de religiosos haciendo
oración, predicando o leyendo libros sagrados; es el caso de una misericordia
en Belmonte en la que figura un monje con capucha enfrascado en la lectura de
un libro.
BIBLIOGRAFÍA.
-Luis Andujar Ortega, “Belmonte cuna de
Fray Luis de León. Su Colegiata”, Mota del Cuervo (Cuenca) 1986 [ 2ª ed. 1995].
-José Mª de Azcárate, “El maestro
Hanequín de Bruselas”, A.E.A. 1948.
-Jesús Bermejo Diez, “La Catedral de
Cuenca”, Cuenca 1977.
-Elaine C. Block, “Corpus of Medieval
Misericords. Iberia”, Turnhout (Bélgica) 2004.
-Lorne Campbell, “Rogier van der Weyden y
los reinos ibéricos”, en Cat. Exp. Rogier van der Weyden Museo del Prado,
Madrid 2015.
-Véronique Dasen, “D’un monde à l’autre.
La chase des pygmées dans l’iconographie impériale”, Rennes 2009.
-María González Sánchez-Gabriel, “La
Sillería de coro de la Colegiata de Belmonte. Los hermanos Egas, de Bruselas,
en Cuenca”, B.S.E.A.A. 1936-39 Valladolid.
-H.W. Janson (Horst Waldemar), “Apes and
Ape Lore in the Middle Ages and the Renaissance”, Londres 1952.
-Fernando López-Ríos Fernández, “Arte y
medicina en las misericordias de los coros españoles”, Salamanca 1991.
-Ignacio Malaxecheverría (ed.),
“Bestiario medieval”, Madrid 1989.
-Isabel Mateo Gómez, “Temas profanos en
la escultura gótica spañola. Las sillerías de coro”, Madrid 1979.
-Miguel Ángel Monedero Bermejo, “El coro
de la Colegiata de Belmonte”, Cuenca 1976.
-Gema Palomo Fernández, “Nuevos datos
documentales sobre la sillería de coro gótica de la catedral de Cuenca: de Egas
de Bruselas a Lorenzo Martinez”, AEA Valladolid 1994.
-Beatrice Gilman Proske, “Castilian
Sculpture. Gothic to Renaissance”, New York 1951.
-Louis Réau, “Iconografía del arte
cristiano. Introducción general”, Barcelona 2008.
-Jean Wirth, “Les marges à drôleries des manuscrits
gothiques”, Ginebra 2008.
NOTAS.
-Algunos estalos de la sillería, han
perdido su misericordia o han sido sustituidas por pequeñas consolas sin
prácticamente talla alguna.
-Una reproducción completa del cuadro de
“La Virgen de los Reyes Católicos”, así como un vídeo explicativo, puede verse
por internet en las páginas del Museo del Prado.
(cont.)
(cont.)
¡Muy Interesante la información expuesta! Hacía tiempo que no curioseaba por su blog ya que el tiempo que dispongo no es mucho y una intenta repartirlo como puede. Recientemente he visitado una sillería preciosa en la catedral de Barbastro de la cual tome fotografías con la intención de publicarlas pero acompañadas de información y lo cierto que en la web no hay mucha sobre este tipo de arte que a mí personalmente me fascina la minuciosidad y primor del mismo. Muchas gracias por compartir sus conocimientos ya que así nos cultivamos todos.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Muchas gracias; me alegro le guste el blog.
ResponderEliminar¡Anímese a publicar las fotografías sobre la sillería de coro de Barbastro!.
Un cordial saludo
Juro que este blog siempre me ha parecido el trabajo de un orfebre. Enhorabuena don Luis, muy curiosas las observaciones sobre la gula. Ya me veo con la cámara por los rincones del coro...menuda aventura.
ResponderEliminarHe accedido también a los blogs de 'Canela', son preciosos. Lo mismo le digo: ¡ anímese a publicar sobre el coro de Barbastro!
Pero miren qué bien suenan las jotas en el Templo...un banquete!!. Ya me imagino la tripa sobre una carretilla jaja
Un cordial saludo desde La Rioja.
También a mí me parecen magníficos los blogs de "Canela", tiene unas fotos preciosas.
ResponderEliminarUn saludo