De la sillería de coro de la excolegiata de
Belmonte (Cuenca).
V. CORONACIÓN.
El mes de Enero solía aparecer en los
calendarios medievales encarnado en un personaje de dos caras, una mirando
hacia atrás, para recordar el tiempo transcurrido, y otra hacia delante, para
divisar el futuro, el porvenir; era la personificación del dios Jano bifronte. Cuenta
Manuel Castiñeiras que “según los
escritores antiguos, con el nombre de Ianuarius, Numa Pompilio había querido
honrar la memoria del legendario Ianus, primer rey del Lacio, venerado por los
latinos como dios de la paz y de todos los inicios. A partir de la reforma del
calendario acometida por Julio César en el año 47 a.C. dicho mes pasó a
convertirse en el primero del año”. Inicialmente al mes de enero se le representaba de pie
abriendo y cerrando las puertas de dos edificios o con una o dos llaves en sus
manos; pero las celebraciones medievales del año nuevo llevaron al viejo Jano al
interior de la casa: surgió así la ilustración de Jano en el banquete y en la
que el dios perdía parte de su carácter alegórico. Esta iconografía emerge en
Italia e Inglaterra a finales del siglo XII y pronto pasaría a España. [La
composición adjunta ilustra esta evolución]
En la literatura hispana el “Libro de Alexandre” (1200-1230) y el “Libro del Buen Amor” (1333-1340) suelen
tomarse como referencias prototípicas de la iconografía de los calendarios
medievales. En el primero al describirse la tienda de Alejandro se señala que
la parte superior estaba decorada por historias bíblicas y la inferior con
historias profanas: los meses del año, las hazañas de Hércules y la guerra de
Troya, el mapamundi y la propia vida del rey Alejandro; la caracterización de
los meses -enero como Jano bifronte en la cocina, p.e.-, apunta a una
procedencia italiana. Las coplas de los meses, en lengua romance, del “Libro de Alexandre” suponen el inicio de
una nueva etapa en la historia del calendario medieval. Casi un siglo después,
el Arcipreste de Hita compone el “Libro
del Buen Amor”, un cancionero personal en el que Juan Ruiz une distintas
composiciones escritas en diversos momentos de su vida y en el que intenta
darles una cierta cohesión; a lo largo del texto se intercalan desde fábulas y
apólogos –constituyen una colección de “exempla”-,
a composiciones líricas religiosas y profanas. La descripción de los meses –a
los que agrupa de cuatro en cuatro, por estaciones-, la hace el Arcipreste
mediante dos estrofas; para la primera parece inspirarse en el “Libro de Alexandre”, en la segunda toma
motivos de raíz popular. Esta fórmula dual de los calendarios con doble
ilustración para cada mes puesta de moda en los manuscritos iluminados sería
muy habitual y figuraría en algunos de los primeros libros impresos. Un tercer
texto, de carácter moralizador, el “Breviari
d’amor” del poeta Matfré Ermengaud, realizado en el primer cuarto del siglo
XV y poseído por bastantes nobles entre sus manuscritos fue también importante
en la iconografía de los meses. [A título de ejemplo de calendario medieval se muestra
un xilografía que decora una edición de 1485 del compendio “De proprietatibus rerum” –precursor de
la enciclopedia-, uno de los libros más populares de la Edad Media; la
representación de los meses se acompaña con los signos del Zodiaco como solía
ser habitual].
La coronación de la sillería que
ejecutara Pedro de Saceda en la catedral de Cuenca poco antes de su traslado al
centro de la iglesia perdió, al parecer, parte de sus tablas cuando se llevó a
Belmonte; si a eso unimos el cambio de ubicación, ya en la Colegiata, de las
que se conservaron hace que hoy en día el programa iconográfico de la
ornamentación de sus doseletes no sea muy coherente. Los casetones que cubren
las sillas altas están decorados en su parte inferior con relieves que
presentan una figura aislada, rodeada por tallos de vid, por repletas higueras
o por otros frutos.
Uno de los relieves que se han conservado
muestra a un hombre sentado a una mesa con viandas que evoca la iconografía con
que se representaba en los calendarios al final de la Edad Media al mes de
Enero, aquel a quien el Arcipreste de Hita definía como “A dos partes otea aqueste cabeçudo,/ Gallynas con capada comía á
menudo,/ Fazie çerrar las cubas é inchillas con enbudo,/ Echar deyuso yergos,
que guardan vino agudo”.[estrofas 1276-1277].
La encarnación del mes de febrero, al
ser en el sur de Europa el mes más frío del año, solía concebirse mediante la figura de
un hombre sentado calentándose al fuego (en los países más al norte aludía, con
frecuencia, al mes de enero). Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Estava
don Fevrero con sus manos calentando/ oras fazie sol oras sarraçeando/ verano
de ivierno yva-los desenblando/ por que era mas chico sediesse querellando”.
[estrofa 2556].
El paso de los años transformó la
vestimenta del hombre y al esquema inicial de la figura humana junto al fuego
se le fueron añadiendo elementos ambientales como la chimenea o la habitación;
en Belmonte el hombre sostiene la copa en una mano y en la otra la jarra.
En la Edad Media la agricultura y la iconografía
del calendario estuvieron muy unidas, por lo que la imaginería de los
calendarios se denominó con frecuencia “los
trabajos de los meses”. Marzo, en
España, es el mes en el que se retoman los trabajos en el campo, pues trae las
primeras temperaturas templadas, y el tiempo de cavar las viñas o talar las
cepas. En un relieve de la sillería se muestra a un hombre cavando la tierra como
en la litografía que ilustra “De
proprietatibus rerum”. Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Março avie grant priessa de sus vinnas
lavrar/ priesas con podadores priessa de cavar/ fazie aves ¬ bestias ya en
çelos andar/ los días ¬ las noches fazie-los igualar” . [estrofa 2557].
En otro relieve del dosel de la sillería
se muestra a un personaje que corta la parte muerta de los sarmientos. El
Arcipreste de Hita escribió: “El segundo
enbiava á viñas cavadores,/ Echar muchos mugrones [injertos] los amugronadores,/ Vyd blanca fazer prieta
buenos enxiridores:/ Omes, aves é bestias mételos en amores”. [estrofa
1281]. El carácter estacional de las imágenes anteriores permitió su movilidad
produciéndose múltiples variantes según que la serie comenzase en enero o en
diciembre. Señalaba Caro Baroja que el paisaje agrícola y la imaginería del
calendario eran no sólo productos de la geografía sino también de un tipo de
mentalidad y de forma de vida.
El mes de mayo acostumbraba a representarse con un
hombre a caballo llevando un halcón y un ramo de flores en las manos; quizás
se escogió este motivo para su ilustración porque era un mes en el que apenas se
realizaban tareas agrícolas. Dado que para los poetas provenzales mayo era el
tiempo del amor cortés en lugar de escenas cinegéticas se empleaba a veces
escenas de encuentros amorosos en las que el caballero entregaba una flor o un
ramo a su dama; se dice en el “Libro de Alexandre”:
“Sedie el mes de Mayo coronado de flores/
afeytando [adornando] los campos de
diversas colores/ organeando [cantando] las
mayas, e cantando d’amores/ espigando las mieses que sembran lavradores”
[estrofas 2559]. El motivo presente en Belmonte es la de un hombre a pie con un
halcón y flores en las manos.
En la Biblioteca Nacional se conserva un
ejemplar manuscrito del “Breviari d’Amor”
(accesible por internet bajo la signatura Res/203) con texto en valenciano
antiguo del que se ha tomado las ilustraciones de los meses de febrero, marzo,
mayo y junio para ilustrar la semejanza con las del calendario de Belmonte; el
relieve que nosotros hemos considerado podía referirse a marzo en el manuscrito de
Ermengaud se asigna a junio.
Los relieves de los doseletes que aluden a los
meses siguientes –labores relacionadas con el cultivo del cereal,
probablemente-, se han perdido casi todos a causa de los cambios de sitio de la
sillería, traslados o simplemente por el paso del tiempo que suele decirse. Si
bien fracturado se conserva la representación del mes de septiembre (o de
octubre según la región).Es un mes que suele significarse, salvo escasas
excepciones, por la vendimia. Se dice en el “Libro de Alexandre”: “Setie(n)bre
traye çeras segudie las nogueras/ apretava las cubas podava las uimbreras/
vendimiava las vinnas con fuertes podaderas/ non dexava los passaros llegar a
las Figueras” [estrofas 2563], y en el “Libro
del Buen Amor”: “El segundo adoba é
aprieta carrales,/ Estercuela barbechos é sagude nogales,/ Comiença á vendimiar
uvas de sus parrales,/ Esconbra los rrestrojos é cerca los corrales”
[estrofas 1296]. Dado que la vendimia en Castilla solía comenzarse el 29 de septiembre,
festividad de San Miguel -si bien en caso de tiempo frío podía retrasarse su
inicio-, esta actividad podía caracterizar a cualquiera de estos meses
(septiembre u octubre) dependiendo del motivo que se hubiera empleado en el
relieve del mes de agosto. Llama la atención el varal terminado en escoba, que
sujeta entre sus manos el personaje, empleado a veces para labores
de encalado.
Aunque las escenas anteriores que
representan a los meses se caracterizan por referirse a las “ocupaciones” habituales del hombre dedicado a ciertas actividades
agrícolas existía otra imaginería de los calendarios que se singularizaba por
las “personificaciones” con un fuerte
carácter alegórico. Curiosamente en Belmonte la ornamentación del doselete que puede apuntar al mes
de diciembre parece obedecer a esta última tipología; no es frecuente la mezcla
de estos dos tipos de fórmulas, no obstante cuando tiene lugar solían sugerir meses carentes de unas marcadas labores agrícola. Una imagen de notable
simbolismo es la de un hombre con dos llaves en sus manos, una para cerrar el
año que termina y la otra para abrir el año que comienza; probablemente deriva
de una imagen antigua que aludía a “Janus
Ianitor” (portero).
Dado el número de estalos altos que
debieron constituir la sillería de coro cuando estuvo situada en la nave de la
catedral de Cuenca puede ser normal preguntarse que otro programa iconográfico,
además del calendario (decoraría a lo sumo doce o veinticuatro doseles si se
empleaban dos para representar cada mes), ornaba esta parte de la coronación
ahora carente de ella.
Existen otros tres relieves que embellecen los
doseletes de Belmonte y que probablemente no se referían a ningún mes del año. Uno de
ellos, recompuesto con fragmentos de algún otro ahora desaparecido, presenta a un “putto” –motivo ornamental consistente en figuras de niños
desnudos-, entre hojas y flores. La composición adjunta presenta el relieve en
su posición normal y girado para observar mejor la no muy cuidada restauración.
Un relieve al que no hemos sido capaces
de considerar como representativo de ningún mes muestra a un hombre con aspecto de
campesino con una lanza en la mano y en la otra dos tarjetones; un ceñidor del
que cuelga un recipiente con forma de pequeña calabaza le ajusta la vestimenta.
Para Luis Andújar este relieve alude al mes de abril; pero por desgracia no
explica su razonamiento.
En el último de los relieves conservados
que decoran los doseletes un hombre con larga túnica parece orar con un rosario
entre las manos; si bien su fisonomía difiere bastante de las anteriores su vestimenta recuerda la del hombre con el halcón en la mano; desconocemos totalmente su simbolismo y las razones por las que Luis Andújar,
antiguo párroco de la iglesia de San Bartolomé, le asignaba como representativo
del mes de octubre.
La coronación de la sillería que ahora
vemos en Belmonte fue realizada por el taller de Pedro de Saceda
como lo sugieren diferentes partidas de las cuentas de Fábrica de la Catedral de Cuenca, años
1577-1578, recogidas por Jesús Bermejo. “Item
se le pasan en quenta ciento ciento y diez mil y trescientos y setenta e quatro
mrs. que parece haber pagado a Pedro de Saceda, entallador, de la coronación
del Coro, por libramiento de su señoría y de los ss. Deaán y Cabildo como
pareció por siete partidas y siete cartas de pago la fecha de la última carta
de pago en primero de octubre de setenta y ocho” [fol. 201 v.].
Los frisos con ornamentación renacentista
que decoran la coronación de la sillería fueron ejecutados por el mismo autor que si no hizo
complementó los relieves que contienen el ciclo de la Pasión. Todos ellos responden
a motivos decorativos ampliamente divulgados en el Renacimiento por xilografías o por grabados cuyo dibujo se ejecutó sobre matriz metálica.
Sus composiciones, no excesivamente
originales, responden a las empleadas en la época. Una incógnita para
la que no se han aventurado hipótesis es la razón por la que se rehízo
completamente la coronación de la sillería. Se acostumbra a señalar lo recogido
en uno de los primeros apuntes del Libro de Fábrica relativos a los estalos para justificar la intervención sobre ellos –pensaban algunos capitulares que “la
madera que estaba para ellas estaba verde… les paresçia porque la dicha obra
non se confonda que devia dexar secar la madera porque non abra e ensangoste”-, pero no debe olvidarse tampoco que el
aumento del número de participantes en los trabajos del coro exigía de nuevas
sillas y que el traslado al centro de la nave de la catedral llevó también a
ciertas modificaciones.
Otro motivo decorativo algo diferente centra la
composición de la parte alta de la sillería; son una serie de máscaras o
mascarones cuya inspiración es probable derivase de las utilizadas en
algunas representaciones teatrales y muy empleadas también en la ornamentación
de fuentes.
En las cuentas de Fábrica de 1576 se dice
“… se pagaron a Pedro de Saceda quarenta
y dos mil e novecientos e treinta y seis mrs. de la madera y jornales que gastó
en aderezar las sillas bajas del coro”. Es presumible que los estalos bajos
que ahora vemos en Belmonte tampoco fueron los realizados por el taller de Egas
Coeman, pues su estructura y ornato se emparenta claramente con la coronación
de la sillería (aunque si es muy posible se reutilizasen algunos elementos como
las misericordias).
Escribió Lorne Campbell “las sillas que hoy vemos en Belmonte son
probablemente piezas nuevas que reemplazaron a las originales durante ese
período [finales del siglo XV o durante la primera mitad del XVI]”. Quizás
la opinión del estudioso de Rogier van der Weyden es un poco radical, pero con
excepción a lo relativo a las misericordias y a los tableros de las sillas
altas con relieves inspirados en el Antiguo Testamento su opinión no debe estar
muy desencaminada; aunque no por eso la visita al coro de la antigua Colegiata
de San Bartolomé en Belmonte deja de ser interesante.
BIBLIOGRAFÍA.
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Andujar Ortega, “Belmonte cuna de Fray Luis de León. Su Colegiata”, Mota del
Cuervo (Cuenca) 1986 [ 2ª ed. 1995].
-Anónimo,
“Libro de Alexandre” (ed. Francisco Marcos Marín), Madrid 1987 (ed. Internet,
Bibl. Virtual Miguel de Cervantes).
-Arcipreste
de Hita (Juan Ruiz), “Libro de Buen Amor”, Madrid 1913 (ed. internet).
-Jesús
Bermejo Diez, “La Catedral de Cuenca”, Cuenca 1977.
-Lorne
Campbell, “Rogier van der Weyden y los reinos ibéricos”, en Cat. Exp. Rogier
van der Weyden Museo del Prado, Madrid 2015.
-Manuel
Antonio Castiñeiras González, “El calendario medieval hispano”, Valladolid
1996.
-Ángela
Franco Mata, “El Génesis y el Éxodo en la cerca exterior del coro de la
Catedral de Toledo”, Toledo 1987.
-Isabel
Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de
coro”, Madrid 1979.
-Miguel
Ángel Monedero Bermejo, “El coro de la Colegiata de Belmonte”, Cuenca 1976.
-Eloíno
Nacar y Alberto Colunga (traduc.), “Sagrada Biblia”, Madrid 1963.
-Gema
Palomo Fernández, “Nuevos datos documentales sobre la sillería de coro gótica
de la catedral de Cuenca: de Egas de Bruselas a Lorenzo Martínez”, AEA
Valladolid 1994.
-María
González Sánchez-Gabriel, “La Sillería de coro de la Colegiata de Belmonte. Los
hermanos Egas, de Bruselas, en Cuenca”, B.S.E.A.A. 1936-39 Valladolid.
NOTAS.
-La
composición fotográfica relativa a la iconografía del mes de enero está
realizada con un detalle del calendario que figura en el Panteón de la
Colegiata de San Isidoro de León, con una miniatura del “Breviari d’Amor” que se conserva en la
B.N.E. bajo el código res. 203 (accesible por internet) y una miniatura del
folio 5r del Libro de Horas para uso en Tournai que bajo la signatura Ms Raw
liturh e 14 se conserva en la Bodleian Library (accesible también por internet
en el buscador Luna de la biblioteca).
-La
fotografía con el Calendario acompañado con los signos del Zodiaco está tomado
de una copia del libro “De
proprietatibus rerum”. Existen bastantes ejemplares accesibles por internet;
los mas sencillos de ojear pueden ser los de la Biblioteca Nacional de España o
los de la “Bibliothèque Nationale de France”.
-La
composición fotográfica que ilustra el mes de febrero se ha realizado con
miniaturas de los manuscritos “Breviari d’Amor” (Ms res. 203 en la BNE), Angers
BM SA 3390 fol 09v, MS Add. 18850 fol 2r de la British Library, y Ms LIS 449 de
la biblioteca de la University Pennsylnania (USA); todos ellos pueden verse por
internet.
Interesante entrada y muy detallada información la cual agradezco y valoro ya que no dispongo de conocimientos sobre el tema pero me fascinan las obras en madera quizás por los sentimientos que trasmiten sus rasgos y pliegues tan primorosamente realizados. Muchas gracias por iluminar al que no sabe y compartir sus conocimientos.
ResponderEliminarSaludos cordiales y reitero mi agradecimiento.
Muchas gracias por su comentario.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Luis
De nada, es un placer el instruirse leyendo su entrada. Recuerdo cuando visité está sillería que gracias a usted hoy he comprendido mejor.
EliminarUn cordial saludo.