Sobre la
Sillería de coro de la Catedral de Zamora. (II)
(SEGUNDA
PARTE)
3. ESCENAS
DE LA VIDA DIARIA.
a) Trabajos
en el campo.
Un
campesino regresa del trabajo a horcajadas sobre un buey cuando encuentra a un
perro que le ladra, o que se asusta al ver a un lobo dispuesto a atacarle. Una
talla en bulto redondo, en lo alto de la barandilla de las escaleras que
acceden a los estalos altos, nos habla de la vida diaria en los pueblos o en
las pequeñas ciudades de finales del siglo XV.
También en
una misericordia de las sillas altas figura un caballo al trote con un arado,
sujeto a uno de sus lados, y un anciano campesino trás de él.
Y en otra se representa a un aldeano llevando a un buey con un ronzal.
En la mayor
parte de las escenas que veremos en este artículo no encontramos ningún matiz
moralizador, sino que constituyen documentos gráficos de costumbres. Son fieles
retratos de la vida vulgar en los pueblos, las pequeñas ciudades, y entre gente
sencilla.
b)
Relaciones humanas.
En una
misericordia de las sillas bajas se representa a dos hombres, en el interior de
una taberna, hablando mientras comen de unas escudillas, sentados alrededor de
una mesa en la que reposan una jarra y dos panes
Y en otra
misericordia de las sillas bajas figura un hombre partiendo el pan mientras una
mujer le observa. A la izquierda, sobre una mesa, una jarra, unos cuchillos y
algún alimento.
También, en las sillas altas, un hombre y una mujer están sentados en
torno a unas brasas sobre las que pende un gran caldero. Mientras el hombre
calienta sus pies en el fuego, la mujer parece arrojar a la marmita grandes
trozos de carne, en una rudimentaria manera de cocinar.
Estas
representaciones pueden quizás representar la felicidad del hogar según dice F.
Bond; incluso es frecuente hallar entre las misericordias de matrimonios
infelices el contraste con las de matrimonios felices, y en consecuencia del
bienestar del hogar. En la Edad Media el matrimonio era generalmente concertado
por los padres, convirtiéndose en un acto de conveniencia, y aunque no todos
terminasen mal, ese comienzo no auguraba un feliz desenlace.
c)
Educación.
Decía en el
siglo XIII Alfonso el Sabio, en las “Partidas”: “… deuen los Maestros mostrar
sus saberes a los escolares leyendo los libros e faziéndogelo entender lo mejor
que ellos pudieran”.
En las
representaciones medievales el maestro de escuela se reconoce, no sólo porque
los alumnos son niños, sino porque siempre lleva en la mano una palmeta o algo
similar como signo de autoridad. Covarrubias dice en sus Emblemas Morales a
propósito de la palmeta o látigo: ”Soy arma del maestro de la escuela,/ De
los niños espanto, y soy temida,/ Quando les doy, en forma que les duela,/ Por
traer la lición mal aprendida…”.
Un maestro
y sus alumnos se representan en una misericordia de las sillas altas. El
maestro sostiene en la mano una palmeta, mientras con la otra indica a los
niños que reciten su lección; estos, de diferentes edades, miran a su maestro
mientras sostienen sus libros abiertos, en una escena típica de la enseñanza
infantil.
d) Medicina
tradicional o conocimientos médicos.
En una misericordia de las sillas bajas un hombre con
capucha examina el trasero de otro desde un pequeño edificio.
En la Edad Media, la medicina se estudió, enseñó y practicó
en los conventos, que en la misericordia de la catedral podrían estar simbolizados
por el edificio del que asoma el fraile. Para el doctor López-Ríos, proctólogo
y cirujano, en la talla anterior nos encontramos ante una exploración
proctológica evidente; y cita las enfermedades que podía estar tratando el
fraile de la sillería apoyándose en un texto del siglo XIII, la “Chirurgia” de Teodorico de Lucca: “Las
pasiones de fondón quanto es de presente son diez y son estas: emorroydes,
apostemas, atrices, condilomata, figo, resquebrajaduras, paralisis, fistola, el
salir del fondon y começon”.
Otras
imágenes son también de métodos curativos tradicionales. Así en una
misericordia de las sillas bajas una religiosa, o un religioso, frota con
alguna piedra curativa el trasero de un hombre para curarle alguna enfermedad.
Isabel Mateo apunta que esta escena puede relacionarse con
prácticas médicas, teniendo en cuenta el uso que se hacía de ciertas piedras con fines curativos de todo tipo de dolencias, como la utilización de la
piedra llamada “Vidiana” que tenía la virtud de curar las hemorroides, o la
denominada “Zamoricaz” que servía para asegurar la castidad (“que los sabios
antiguos dábanla a los religiosos, a los ermitaños y a aquellos que prometían
de tener castidad y a alguno de los gentiles que tenían por ley no yacer con
sus mujeres”,
Lapidario l rey Alfonso el Sabio).
Práctica ampliamente utilizada en la Edad Media fue la aplicación de enemas. En una
misericordia de las sillas bajas, para Isabel Mateo, se representa a un clérigo
aplicando uno a un hombre arrodillado.
Sin embargo, para el doctor Fernando López-Rios, se trata de
la representación del SOPLACULOS, término acuñado por Van Gennep. “Soufflacul”:
“Jóvenes disfrazados de mujer (generalmente vestidos con camisas blancas de
mujer), provistos de un fuelle, se siguen en fila.Cada uno sopla bajo la camisa
del que le precede. A veces cantan coplas. La procesión puede ser lineal o
circular”. Imagino
proviene de un tradición que aún se conserva en el Jura (Los Alpes), donde el
miércoles de Carnaval se cazaba al Maligno: los monjes de la abadía de Condat
(el Saint-Claude de otra época) recorrían en fila la villa llevando un fuelle
que orientaban en dirección del que les precedía.
Más dificil de interpretar es una misericordia de las sillas
altas donde un campesino frota con una piedra el trasero de un animal
cuadrúpedo cuya parte delantera está oculta en una construcción. ¿Se
representa, en esta misericordia, la castración del animal para mejorar su peso
y calidad alimenticia ? (lo que nos hace incluirla en este grupo), o, como se
inclina Isabel Mateo, ¿ se trata de una imagen de odio de las clases populares
hacia la nobleza (y su deseo de atacar la propiedad del noble), representada a
través de la castración del animal ?.
e) Castigos judiciales.
En una misericordia de las sillas bajas un hombre, la cabeza
cubierta por una caperuza con orejas, es conducido sobre un asno a presidio
recibiendo azotes. El delito castigado con azotes era muy frecuente, por lo que es dificil determinar que delito representa. El que el
preso vaya sobre un asno y con la cabeza cubierta por una coroza con orejas
lleva a pensar si no se tratará del prendimiento de un judío o de un hereje.
f) Juegos.
Entre las representaciones de escenas de la vida cotidiana
no podían faltar los juegos. Unos, los considerados honestos -como los juegos
de pelota-,son menos abundantes que los deportes de fuerza, muchas de cuyas
representaciones son verdaderas peleas callejeras.
En una misericordia de las sillas bajas se representa un
juego, que debía ser frecuente, en el que dos hombres sentados, y con los pies
juntos, tiran de una barra o palo, hasta que uno de ellos consigue atraerlo
hacia su lado. Maeterlinck interpreta una escena similar como sátira del juego
de la Pannoy.
En otra
misericordia de una silla próxima dos “putti” tiran de una rama sustituyendo a
los dos hombres que tiraban de la barra; parece una crítica amable. Los
ejercicios de fuerza debieron ser muy practicados durante la Edad Media.
En un panel de remate, sobre las sillas altas, una mujer y
un hombre parecen divertirse con un juego de pelota que se ejecuta con largos bastones terminados en palas; el juego sería una variante del mallo o chucca.
g) Lucha.
Trás la caza, la ocupación más frecuentada por el
hombre medieval era la guerra que le daba ocasión de demostrar su coraje; en su
ausencia, las luchas de todo tipo, eran frecuentes. Los torneos fueron muy censurados
por la Iglesia y por las leyes y sufrieron una crítica a veces tan cruel que
dió lugar a representaciones a veces ridículas con el fin de herir el orgullo
de los nobles. Las misericordias de Zamora satirizan los torneos de a pie, con el empleo de armas inferiores, y por su realización entre aldeanos o
burgueses, o como la mostrada entre un clérigo y un laico con lanza y escudo
(en otras ocasiones las armas se sustituyen por simples piedras o pelean a
patadas). Lo normal es que no se conozca el motivo de la lucha.
Otra representación nos muestra a dos jóvenes que parecen iniciar una lucha
con espadas mientras un tercero, en el centro, intenta separarles.
En ocasiones las armas son sustituidas por piedras; en la misericordia uno de
los contrincantes ha recibido ya una pedrada en la mejilla. Maeterlinck
interpreta ciertas escenas de luchas como una sátira de los combates y de los
combatientes.
Incluso a veces los luchadores pelean a patadas, con las manos y
tirándose de los pelos. Rodrigo Caro en su “Juegos de muchachos” o “Días
geniales y Lúdicros” dice, a propósito de la lucha, que era un ejercicio duro y
peligroso, y que lo denominaban “apuñearse”, “en la lucha, cogiéndose por en medio, se
mueven unos a otros violentamente”.
Mientras en el apoyamanos de la derecha, uno de los niños
parece ayudar al que va desnudo, en el de la izquierda uno de
ellos tira al otro del pelo y éste parece responder con un puñal que guarda
en su mano. En 1502-1505 cuando se realiza la sillería estaba aún cerca el fin
de la Reconquista; para Mª Dolores Teijeira quizás las imágenes, por el lugar
que ocupan, -la silla principal-, quieran representar el triunfo de la caridad
cristiana sobre la astucia y la traición de los musulmanes.
BIBLIOGRAFIA.
-Francisco Antón, "Estudio sobre el coro de la Catedral de Zamora", Madrid 1904.
-Francis Bond, “Wood carvings in english churches. II:
Misericords”, Londres 1910.
-Javier
Castán Lanaspa, Ficha nº. 23, Cat. exp. Remembranza, Las Edades del Hombre, Zamora 2001.
-Manuel
Gómez-Moreno, “Catálogo Monumental de España. Provincia de Zamora (1903-1905)”,
Madrid 1927.
-Fernando
López-Ríos Fernández, “Arte y medicina en las misericordias de los coros
españoles”, JCyL, Salamanca 1991.
-Isabel
Mateo Gómez, “Temas profanos en la escultura gótica española. Las sillerías de
coro”, Madrid 1979.
- L.
Maeterlinck, “Le genre satirique, fantastique et licencieux dans la sculpture
flamand et vallone. Les misericordes des stalles”, Paris 1910.
-Pelayo
Quintero Atauri, “Sillerías de coro en las iglesias españolas”, Cádiz 1928.
-Guadalupe
Ramos de Castro, “La Catedral de Zamora”, Zamora 1982.
-Mº Dolores
Teijeira Pablos, “Juan de Bruselas y la sillería coral de la Catedral de
Zamora”, Zamora 1996.
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Très intéressant, merci
ResponderEliminarMerçi a vous par votre temps.
EliminarMeilleures salutations
Luis
Very interesting. Thank you very much. Ariela Erez
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